sábado, octubre 27, 2007


LA COFRADIA DE LA FLOR SOLAR

El último disco de este fundacional grupo del rock nacional tiene la particularidad de que no se vende. Puede bajarse libre y gratuitamente desde la página web del grupo. Un pasito hacia donde nos gustaría que fuera el mundo.


Aquí la singular historia cofrádica: Ya es reiterativo afirmar que nuestra manera de mirar el mundo ha sufrido una profunda sacudida en el último milenio, y las vanguardias artísticas fracasaron en el intento de instalarse a la altura de esta nueva visión, se pasaron de vueltas experimentando en un viaje a ninguna parte. La realidad social y política a la que fue conducido el planeta por los engranajes de la dominación global quedó solo siendo, en el mejor de los casos, un tema de ingeniosas instalaciones. Pero al mismo tiempo hubo quienes desplazándose por entre las grietas del sistema con voluntarismos tan ingenuos como conmovedores, sembraron su propia semilla de desorden dentro del orden establecido, actuando como una especie de semáforo que advertía sobre el próximo estadío de la dominación con las solas herramientas de la Utopía.
Imaginar La Cofradía de La Flor Solar a la luz de los cambios actuales nos obliga a una flexión mental: podemos suponer que toda esa movida intentó ser un aviso sobre la torsión extrema que sufrirían las medidas referenciales para el tiempo y el espacio humanos en los albores del siglo veintiuno.
La Cofradía aspiró a ser una sentencia sobre su época y pocas veces los idearios filosóficos o políticos que negaban los conceptos establecidos sobre moral y costumbres que postulaban la utopía, han sido expresados con tanto fervor. Como una suerte de alucinados-iluminados de su época los Cofrades intuyeron que el imperativo autocrático del sistema requeriría de nuevas tecnologías y burocracias visuales de vigilancia para conducir a la tropa dominada a sus diferentes estadios de dominación.
La Cofradía intentó el escape desde la estética como alternativa de vida, proponiendo ampliar el rango de la percepción conceptual, revisando la moral en general, las costumbres y registrando las hipocresías de la sociedad-show. Inaceptando la falsa vida (vivida por vías indirectas), criticó la metafísica banal que concede a los recursos tecnológicos la posibilidad de ampliar absolutamente las posibilidades comunicativas del género humano y más bien exaltó la experiencia vivida directamente, la actividad conversacional, la reunificación comunitaria como movimiento inventivo en sí mismo y la actividad artesanal solidaria. Reflexionó a favor de la experiencia:Lo real y verificable, no puede ser representado ni interpretado sino tomando conciencia del simulacro.
En definitiva y a la luz de estos tiempos, creo sinceramente que la historia nos ha halagado con la razón y que esos viejos postulados trasnochados están más vigentes que nunca solo cabría suponer con qué mecánica los propondrían los disidentes actuales. Quizás en algún garage suburbano alguien lo sepa; no me toca esta vez a mi desentrañarlo.
La Cofradía de La Flor Solar durante el verano del 67 propuso unir la vida al arte (acción y pensamiento) y buscar la fórmula para cambiar el corazón del hombre para, así, poder cambiar al mundo, expresando esta idea con canciones y toda clase de slogans imaginativos y estéticos, un año después y con más prensa, los protagonistas del “mayo francés”, hicieron lo propio.
Aspiró a cambiar la sociedad que le tocó en suerte, semejante pretensión pertenece al rango de los gestos de amor, su pequeña historia es la historia de semejante pasión. A los que participamos del intento la experiencia nos selló, no podría decir si logramos “unir el arte a la vida” pero en todos los que sobreviven se descubre una manera “especial” de vivirla y a ninguno le es ajeno el arte.
Gente que vivió en La Cofradía de La Flor Solar: Isabel Vivanco (escenógrafa), Salvador Kalékin (escritor), Nestor Candy (poeta/músico), Ercila Vivanco (artista plástica) , Morcy Requena (músico), Manija Paz (músico), Marta Pedemonte (artesana), Luìs y Anita Creus (fotógrafo/actriz), Néstor Paúl (músico/artesano), Ricardo Legna (productor), Adán Quieto (cantor/artesano), Hugo Pascua (músico/antropólogo/luthier), Ana Dabracchio (danzarina), Meneka Hikis (periodista), Mono Cohen (manager/plástico), Mónica Benitez (artesana), Fito Pazienza (artesano), Kubero Díaz (músico/ plástico), Enrique García (filósofo), Ana Barreda (fotógrafa/cineasta), Negri Gomez (artesana), Negro Hugo (artesano) Quique Gornatti (músico) Raquel Maidana (artesana)
Visitantes asiduos: Jorge Pinchevsky (músico), Daniel Beilinson (artesano/gurú), Eduardo Skay Beilinson (músico) Guillermo Beilinson (cineasta)
Abel Facello (escenógrafo) Alejandro Medina (músico) Javier Martínez (músico) Diego Rodríguez (músico) Javier Lizardi (teósofo) Miguel Cantilo (músico) Billy Bond (músico), Poly Castro (artesana)
Visitantes ocasionales : Miguel Grinberg (escritor), Jorge Pistocchi (editor/filósofo), Claudio Gabis (músico) Jorge Alvarez (editor), Pierre Bayona (productor), Luis Alberto Spinetta (músico), Rodolfo García (músico), los músicos de “Vox Dei”, los músicos de “Orion`s Beethoven”
El grupo inicial se conformó con algunos estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de La Plata que, luego de haber ganado el Centro de Estudiantes militando en una agrupación independiente de tendencia anarcoide, tuvieron que irse de la Escuela por el acoso al que eran sometidos por la intervención de la Escuela luego del golpe de estado realizado por el general Onganía en 1966. Este grupo tomó una casa donde originariamente había una pensión de estudiantes pero que en ese momento ya no se cobraba alquiler porque estaba próxima a ser demolida. Más tarde alquilaron otra casa para vivir y finalmente terminaron en una especie de quinta de una hectárea con una especie de mansión y un parque arbolado en los arrabales de la ciudad.
Como ese grupo estaba formado por gente absolutamente insolvente (estudiantes de arte) hubo que inventar la manera de asegurar la economía del mismo y se recurrió a: armar un taller de serigrafía, se realizaban toda clase de carteles y afiches para espectáculos de la ciudad, taller de artesanías. Prácticamente se “inventó” la artesanía urbana, esa que puebla las plazas aún hoy, los músicos eran muy hábiles y adaptables por lo que hacían frecuentes “cambios” en orquestas populares que solían tocar en bailes y cabarets. “cambio” denominaba ha hacer un reemplazo de algún músico enfermo o faltante, decoración de bares o comercios, aprovechar los equipos que se disponían para hacer servicio de sonido a otros espectáculos. Y finalmente, luego de crear un grupo en el género rock que procurara unir la poesía a la música y, además esto lo hiciera en idioma castellano como novedad, a través de actuaciones en diversos lugares, autogestionando la producción de conciertos y festivales varios, se lograban entradas económicas.
Para realizar todas estas actividades, además de ejercicios de meditación a los que nos acostumbramos desde el principio, tuvimos que recurrir a una suerte de organización espontánea donde no había líderes y cada cual cumplía su rol rotativo (limpieza, trabajo, alimentación, etc) Periódicas reuniones de tipo asamblea permitían ajustar y/o producir variantes.
Efectivamente, en febrero de 1972 La Cofradía fue dispersada por el acoso insostenible de la policía. Los cofrades se distribuyeron en diversos sitios, casas de amigos etc. Sobrevolaba la idea de viajar a Europa para mostrar el rock nacional en otras tierras donde se suponía que lo recibirían mejor. Junto a Miguel Cantilo algunos se fueron al Sur en la zona de El Bolsón, otros viajaron a Brasil, hubo quien se quedó fundando ferias de artesanos en Mar del Plata, otros fundaron comunidades en Entre Ríos. Inesperadamente Ricardo Legna se saca la lotería de Entre Ríos y junto a Morcy Requena viaja a Londres con el objetivo de conseguir una casa capaz de albergar al resto. Allí logran el objetivo propuesto y además toman contacto con el sello Virgin Records mostrando unas cintas y el disco de La Cofradía e interesan también al manager de Led Zeppelin. Envían los pasajes y una parte de la ex Cofradía sale para Londres entre ellos Jorge Pinchevsky. Al llegar a Jorge se le ocurre ocultar algo de marihuana en su violín, cuando cruzan lo primero que hacen los guardias de frontera es revisar el violín apenas lo ven. A la sazón Morcy y Ricardo (el Flaco) Legna habían decorado una gran casa para recibir a los inmigrantes y esperaban impacientes pero lo que si llega es un vehículo de Scotland Yard que les pregunta si esperaban a alguien, ante la afirmativa respuesta los deportaron inmediatamente a Holanda junto con el grupo recién llegado y la historia siguió...
En la faz musical La Cofradía tocó por primera vez un 21 de setiembre de 1967 en La Plata, a partir de allí sus presentaciones fueron bastante regulares, sobre todo en el interior de la Pcia. De Bs. As. Al año siguiente debutan en Bs. As. En el Teatro del Globo, luego realizan una mini-opera inspirada en un cuento de Bradbury en el Instituto DiTella y tambien actúan en el CAYC de Glusberg en la inauguración del artista ambientalista Christo y algunas presentaciones en el Teatro Payro junto al Tata Cedron. Se presentan en el Festival de la Revista “Pin up” en el Anfiteatro Municipal, en el Festival de la “Musica Beat” del Teatro El Nacional y en el primer B.A.rock en el Velódromo Municipal. En abril de1970 organizan el primer megafestival de la Argentina : Las “30 horas de Rock” en el Estadio Atenas de La Plata donde tocaron sin intervalo durante casi tres días unas 200 bandas entre las que estaban todas las del comienzo del rock nacional : Almendra, Manal. Arco Iris, Vox Dei, Moris, Pajarito Zaguri , Facundo Cabral, Diplodocum Red & Brown y muchos mas.
La discografía de La Cofradía: “Sombra Fugaz por la Ciudad”/ “La Mufa” , simple para RCA 1969 - Adan Quieto “ El Payaso”/”Si algún día recuerdas” simple para Trova 1969.
“La Cofradía de la Flor Solar” LP para Microfón 1970 “Conesa” con Pedro y Pablo 1972 – Kubero Díaz y La Pesada , Jorge Pinchevsky y La Pesada” y Miguel Cantilo y Grupo Sur 1973 Hay grabaciones inéditas realizadas en Holanda y otras en Francia con Miguel Abuelo. También en España.
Desde 1996 Morcy Requena junto a Kubero Díaz graba y produce nuevas versiones de La Cofradía “El Café de los Ciegos”, “Cofrádika” e “Histórico”.

Para descargar Kundabuffer en edición digital libre y gratuita: http://www.lacofradiadelaflorsolar.com/kunda.html

Fuente: http://www.lacofradiadelaflorsolar.com/historia.html
http://www.lacofradiadelaflorsolar.com/
La Cofradía de la Flor Solar: cuarenta años y un nuevo disco
“Al rock se lo comió la máquina”
Por Cristian Vitale

En marzo de 1972, con Lanusse en el poder, un comando secuestró a Morcy Requena y cuatro oscuros lo molieron a golpes durante toda la noche. La herramienta “persuasiva” era, llanamente, macartismo rockero. “Somos los que matamos a Tanguito, si te llegamos a ver otra vez en La Plata, te va a pasar lo mismo que a él”, le repetían, entre golpe y golpe. Fue el comienzo del fin de La Cofradía de la Flor Solar. La golpiza a Morcy, más una orden específica del Ministerio del Interior, terminó con la casa en la que este grupo había establecido, durante cinco años, la comunidad hippie más significativa de Argentina. Hasta ahí había sido una banda de rock –cuyo núcleo formaban el mismo Morcy, Kubero Díaz y Manija Paz– más un resto de gente que se dedicaba a otras ramas del arte: Rocambole y sus dibujos, Enrique García y su filosofía, Daniel Beilinson –hermano de Skay– y sus artesanías... Veinticinco estudiantes “anarcos” de la Facultad de Bellas Artes de La Plata que habían ganado el Centro de Estudiantes y convivido en casas tomadas, quintas o cualquier lugar eficaz desde donde clavar dardos en el corazón del status quo. “La Cofradía era una casa donde vivían un montón de locos”, evoca Morcy.
Ese año bisagra motivó una diáspora. Algunos se fueron a El Bolsón con Miguel Cantilo; otros fundaron la feria artesanal de Mar del Plata –La Cofradía prácticamente inventó la artesanía urbana–; unos pocos migraron a Brasil y el resto se repartió entre Paraná y Europa, donde hubo un intento de mixtura con Miguel Abuelo –La Cofradía de la Nada– y algunos problemas con Scotland Yard. “Empezamos a circular por esos puntos, y así fuimos manteniendo vivo el espíritu... pero jamás volvimos a vivir juntos”, dice Requena. ¿Qué queda hoy?: una formación acotada. La Cofradía no existe más como tal, pero sí como grupo de rock. Morcy resiste en el bajo, secundado por Gustavo Meli en batería, Sebastián Rivas en guitarra, Kubero Díaz –cuando las giras con Gieco se lo permiten– y Rocambole, que se encargó del arte de tapa de dos discos “recientes” (El café de los ciegos, 1997, y Kofrádika, 1998), más los dibujos que acompañan la edición on line de Kundabuffer último disco. “Lo subimos a la página –www.lacofra diadelaflorsolar.com– con la idea de conmemorar los cuarenta años... es un regalo, todos lo pueden escuchar gratis”, informa Requena.
Paradoja: La Cofradía, en tanto banda de rock, es más prolífica hoy que en su época de esplendor. Los tres discos en diez años del pasado reciente superan a una producción “histórica” que sólo registra dos simples (“Sombra fugaz por la ciudad” / “La mufa”; “El payaso”/ “Si algún día recuerdas”, 1969), más un long play de nombre homónimo, editado un año antes de la diáspora. “Esto se explica fácil”, sostiene el bajista. “En aquella época, la música era apenas una expresión más entre las tantas que llevábamos a cabo: como había que vivir hacíamos artesanías, talleres de serigrafía, pintábamos carteles, armábamos afiches, organizábamos happenings o recitales, como el primer gran festival que hubo en Argentina: las treinta horas de rock en el Atenas de La Plata, donde tocaron más de 200 bandas.” Stop. La rémora, más los Buenos Aires Rock contemporáneos, recuerdan –por si acaso– la preexistencia del rock al negocio del rock. Hoy, el bombardeo mediático fetichiza la idea de que el género “es”, en tanto solventado por corporaciones. Una breve fuga hacia atrás marca sólidamente que no. “Al rock se lo comió la máquina en Argentina”, opina Requena. “Hoy le canta a la Pepsi... a grandes auspiciantes que son los dueños de la movida cuando, en sus inicios, fue todo lo contrario. Por eso carece de mensaje y está lleno de cholulos.”
Requena vive en Mendoza desde 1983 y tiene cinco hijos nacidos en diferentes partes del planeta (Madrid, Amsterdam, Buenos Aires, Mendoza) y cuatro nietos. “¿Genética hippie?”, se ríe. “Mi hijo siempre me carga: ‘Tengo un padre ro-ckero y una abuela zen’. Creo que cuando los hijos maduran, valoran la historia de otra manera, y más cuando la tienen de primera mano. La Cofradía fue una historia de rebelión, si te rebelás contra ella, tenés que ser un careta total.” El bajista se resiste a creer que la prédica de La Cofradía y la razón de existir de su generación hayan quedado como el signo de una época. Para él, sigue siendo un hecho contracultural. “Fue una movida que aún hoy resulta medio inexplicable. Un ejemplo: nosotros vinimos a tocar a Mendoza en 1974, en una de esas giras loquísimas que hacíamos. Tocamos en la Plaza Independencia y andábamos con los pelos largos, barbudos, en patas, con las mujeres y los chicos... era una imagen fortísima para la gente. Creo que hoy también lo sería, porque las cosas no han cambiado mucho. Nos tomábamos tres ácidos, nos subíamos a un escenario y tocábamos tres horas y media y no nos importaba si la gente se quedaba o no. No sé si el establishment de hoy bancaría eso.”
–Existe otra razón, más bien vinculada con los valores que ustedes pregonaban: el mundo recién está acusando recibo de lo importante que es cuidar la naturaleza.
–Nosotros pensábamos que el amor, la paz o la ecología iban a llegar en ese momento, pero va a tardar en darse. Recién está naciendo la preocupación por el tema ecológico... salvar los bosques, las ballenas, las especies, el aire y el agua, eran cosas que proponíamos en los setenta, y se ha convertido en un problema grave y mundial. El hecho de vivir en comunidad también era un hecho ecológico.
–Dado el devenir de Rocambole y Skay, que solía tocar con ustedes, muchos ven en los comienzos de Los Redonditos de Ricota una evolución “natural” de La Cofradía. ¿Concuerda?
–Creo que el hecho artístico de La Cofradía, con su independencia militante, se traspasó de alguna manera a Los Redondos. Pero ellos, musicalmente, fueron una conjunción muy especial entre las letras del Indio y la música de Skay... la continuidad fue más bien cultural que estética. Ambas experiencias, eso sí, trataron de sobrevivir en medio de una sociedad totalmente careta.

Fuente: Diario Página 12. Edición Digital del sábado 27 de octubre de 2007