"La murga nace de adentro de uno y uno la hace porque quiere luchar por la esencia murguera que había antes. A mí me gustaría que esa esencia la tomen muchos de los murgueros de ahora."
ENTREVISTA A JORGE HORACIO "ROLY" AMICO
Por Pupita La Mocuda
Roly, vós tenés una dilatada trayectoria murguera ¿de dónde sos, dónde te criaste?
Mi historia empezó el 10 de noviembre de 1958 exactamente en el Hospital Pirovano en la Avenida Monroe de Capital Federal. Y después fui criado en el barrio de Villa Urquiza, en la calle Lavoisier entre Pirán y Núñez.
Un barrio con mucha historia de murga y carnaval…
¡Sí! Yo siempre digo que Villa Urquiza es una república. Yo soy fanático de Villa Urquiza. Hasta tal punto que hoy en día tengo un grupo de amigos con quienes nos hemos criado ahí en el barrio, en la zona de lo que es La Siberia - que comprende las calles Republiquetas (actualmente Crisólogo Larralde), Triunvirato, Constituyentes y Congreso. Aunque se podría estirar un poquito más hasta Monroe.
¡Villa Urquiza en esencia!
Exactamente. Muy emblemático de nuestra juventud era también el parque del museo, que está sobre General Paz. Y el otro parque donde está el barrio que muchos conocen como el Barrio Perón, del que actualmente salen Los Fantoches de Villa Urquiza. Ahí me crié; ahí fui creciendo con mis amigos. Yo viví en el último de los conventillos o casa de inquilinato que quedó en el barrio. ¡Cuando nos querían bajar el precio nos decían: este es del conventillo! Y otros decían: no, este vive en la casa de los inquilinos… La gente de esa época usaba esos términos. Hoy por ahí también te dicen negro cabeza, negro murguero o algo por el estilo. Por ese entonces decían: este es un negrito que está en la murga. Era muy despectiva la gente. A pesar de que a muchos les gustaba la murga, por ejemplo, en la década del setenta, que es de la que yo te puedo hablar. Le gustaba la murga pero no se atrevía a salir. O en la década del noventa, que vuelve el apogeo de la murga y ahí sí se anima a salir y sale hasta el día de hoy.
¿Y vos, cómo te hiciste murguero?
Bueno, en ese conventillo donde vivíamos, vivían también otros familiares míos: una tía, el hermano de mi viejo… Les gustaba la murga. A todos les gustaba la murga. Tenía un primo que un año salió en Los Mimados de La Paternal, año 70 o 71. Yo salgo un día solo en Los Mimados de La Paternal. Esa fue mi primera murga. Un poco más adelante, durante la década del setenta, prácticamente Villa Urquiza se queda sin murgas, como también le pasó a Saavedra. Saavedra tenía sus Curdelas, murga emblemática. En cambio Villa Urquiza tenía Los Fantoches, Los Microbios, Los Chichipíos. Y una murga que yo después llegué a reflotar que se llamaba Los Revoltosos de Villa Urquiza. En el año 71 o 72 después de haberme quedado con esa cosa de haber salido en la murga solamente un día, salimos en Los Bohemios de Liniers. Tampoco era muchos los días en que podíamos ir porque teníamos que agarrarla muy bien a la vieja para que nos deje salir.
¡Claro! ¡Eran muy chicos!
¡La vieja nos tenía atados con eso! O te portás bien o no salís en la murga. Nosotros a veces nos portábamos bien y a veces hacíamos algún lío. Y era ahí donde te cortaban y, bueno, no podíamos salir. Recuerdo que Carita con el sobrino, Sergio, y Banana, un murguero referente y muy conocido hoy en día, nos llevan a Los Bohemios de Liniers, una murga que había sacado Lorenzo. ¡Un murgón! ¡Una murga de la puta madre! Venía a ser como la continuidad de Los Curdelas de Saavedra, algo así.
¿Por qué la considerás de ese modo?
Porque ahí salían todos los mejores: el Bocha Conde, el Turco Taco, el Negro Quelo, los Teite. Terribles directores. Y terribles bombistas, empezando por Lorenzo. Esa murga llegó a salir dos años solos, por un accidente trágico que tuvo. Fue prohibida en aquella época, imposibilitada, y no pudo salir más. Tampoco hubo nadie que la reflote, que la saque, como a otras que volvieron a sacarlas después de un tiempo.
¿Y cómo siguió lo tuyo?
Bueno, en el año 74 nos vamos con la familia Cardaci, emblemáticos murgueros también de Villa Urquiza y otros, como por ejemplo Banana, a salir en Los Caprichosos de Villa Martelli, donde había mucha gente de Saavedra ya que ahí se habían quedado sin murgas. Para entonces algunos murgueros se habían desparramado para Los Bohemios, para Los Mimados y otros para Los Viciosos o Los Caprichosos de Villa Martelli. Más adelante, en el 75, salimos en Los Viciosos de Villa Martelli. En el 76, ya con los milicos pisándonos los talones, junto con Carita y Américo, viejo murguero también, salgo en Los Ambiciosos de Villa Martelli. Acá voy a contar una curiosidad: ese año es el último que salen Los Ambiciosos, que sacaba el Negro Valdez. Mucho más tarde - porque después nos hicimos grandes amigos - me vengo a enterar que justo ese año la había sacado Lito Sosa, viejo murguero reconocido de Saavedra. Lito también había salido en Los Bohemios de Liniers. Tengo el gusto de conocerlo - porque es un caballero - un tipo muy respetado dentro y fuera del ambiente.
Vos decís que tenían los milicos pisándoles los talones…
Ibamos a ensayar en las calles Venezuela y Colombia en Villa Martelli. Yo seguía viviendo todavía en Villa Urquiza y cuando nos veníamos, teníamos que cruzar todo ese bosque que había ahí - un vivero enorme, que ahora es el Parque Sarmiento. Y ya en esa época, a fines del 75, veíamos que la calle estaba muy controlada por la policía, por el ejército, por todas las fuerzas de seguridad. Es lógico porque el gobierno nacional de la época, de María Estela Martínez de Perón, había pedido ayuda a las fuerzas de seguridad por lo que le decían el terrorismo que existía, etcétera. Es que ya el golpe lo teníamos ahí y faltaba nada más elegir la fecha. Por eso cuando fueron los carnavales del año 76 - yo salí en Los Ambiciosos de Villa Martelli - y nos veníamos con los muchachos para Villa Urquiza para ir a bailar al Club Pinocho, ya veíamos que estábamos muy controladas las murgas. Y nos hacían marcar el paso.
Ya casi dictadura…
Claro, el 24 de marzo de 1976 es el golpe y empieza la debacle en la Argentina… Los desaparecidos… Todavía en ese momento no se notaba. Y en el 78 nos distrajeron mucho con el Mundial, Argentina campeón del mundo. Y después, bueno, todos sabemos lo que pasó. Todos sabemos la historia. A mí me toca hacer el servicio militar y yo veía el trato adentro. Para colmo nosotros habíamos entrado con la primera clase que entró a los dieciocho años. Te podés imaginar, Pupita, que ¡nos daban sin asco! Desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos. Fue un año muy duro que pasé en mi vida. Después se vino el conflicto con Chile. Yo entré en marzo de 1977 al servicio militar y salí a principios de 1979, para que vos te des una idea. ¡Y me tocó tierra, eh! Que tierra se hacía un año solo.
Qué terrible lo que contás…
Vi todos los desastres habidos y por haber. Con nosotros no pudieron hacer lo que hicieron con los pibes de Malvinas porque vino el Cardenal Samoré, enviado del Papa y paró la bronca. Porque ya nos estaban matando en la frontera con Chile. Te estoy hablando de fines del año 78.
¿Pero cuanto tiempo estuviste en los cuarteles?
Es que yo fui convocado otra vez después que pasó el Mundial. Es decir, a mí me largaron de baja en mayo del 78 y en agosto me volvieron a meter adentro. Y ahí sí que he visto cosas terribles. ¡Terribles! A los pibitos que traían del Impenetrable, de Tucumán, de Corrientes, pobrecitos, que no sabían ni para qué venían, los mandaban a la frontera, a San Martín de los Andes, todos esos lugares. Más de una vez presencié que traían chicos adentro de una bolsa; los traían muertos. Decían que se suicidaban. Cuando vino el Cardenal Samoré y se ordenó que volvieran las tropas, cuando los fuimos a bajar, pobrecitos, todos llenos de piojos, chinches. Una atrocidad terrible. Bueno, yo me voy de baja en el 79, los últimos días de enero con los carnavales ya encima, salgo en Los Viciosos de Villa Martelli.
¡Igual, al carnaval no le aflojabas, eh!
Nooo. Es mi pasión, nunca abandoné la murga ni la abandonaré. Es como dice Guigue Mancini: Vos me curás las heridas y yo te llevo presente, porque sos y serás siempre el metejón de mi vida. Yo para esa época iba con Banana para todos lados. Con él salimos en el 79, 80 y 81 en Los Viciosos de Villa Martelli. Banana se fue a Los Fantoches; estuvo también con Los Mimados de La Paternal, murgas de la zona. Y yo me quedo en Los Viciosos, donde cumplo una larga trayectoria. Ahí terminaron mis días de soltero. Formé mi familia. Todos murgueros, por supuesto. A mi señora la conocí en la murga, nos pusimos de novios y nos casamos. A mis dos hijos los hice murgueros. Para mi hijo fallecido, Federico (Rocky) ser bombista era su pasión. Te podés imaginar que para mí era un orgullo. A mi hija, Yanina, más allá de que salió muy poco, ella siempre estaba ahí, me daba una mano. Lo que a ellos no les gustó nunca era organizar. Ellos eran como otra persona más.
Creo que sí. Yo, por ejemplo, saqué Los Ambiciosos de Villa Martelli, saqué Los Viciosos, saqué una murga que se llamaba Los Criticones, saqué Los Revoltosos de Villa Urquiza, después otra vez volvía sacar Los Ambiciosos. Y mis hijos nunca se sintieron "los hijos de". Nunca. Rocky se colgaba su bombo. Se ponían la ropa. Y a bailar y a divertirse. Eso a mí me llenaba más de orgullo porque los sentía como uno más en la murga. A ellos les enseñé que nadie es imprescindible. Uno puede ser el referente pero no el dueño. La murga no es de nadie. Siempre dije que los únicos imprescindibles son los bombistas.
Son el corazón de la murga…
¡Claro! ¿Por que vos sin bombistas que hacés? Tenés que poner un tocadiscos para bailar. ¡O un pendrive, como se usa ahora! Yo siempre los consideré a los bombistas. Y siempre me gustó, y hasta el día de hoy, soy un renegado de que las murgas no tengan tanto en el ritmo ese bombo y el platillo y están con la trompeta. Ojo, no estoy en contra de las trompetas. Pueden ser una innovación para la murga y también que levanten un poco más a la gente. Pero hoy veo que las murgas hacen un corso de una cuadra y no paran las trompetas. Es una cosa increíble. Lamentablemente, y que no se ofenda nadie, hay, además, muchos bailarines de murga carilindos que antes no los había.
¿Pero cómo era?
Antes si vos no ibas al ensayo y todas las noches bailabas en la rueda, olvidate de que ibas a ir al lado del bombo. Hasta olvidate de que ibas a lucir la pilcha de director. Porque antes se distinguía entre los directores y los murguistas. Los directores de un color y los murguistas de otro. Es decir, se usaban al revés los colores, invertidos. Si la levita del director era blanca con mangas azules, por dar un ejemplo, la del murguista era azul con mangas blancas. Y, a veces, como en esa época se usaba mucho la fantasía, le encajaban al murguista un dado, un globo, una lira. Hoy no, eso ya se perdió. ¡Hoy son todos directores! Pero, bueno, yo entiendo que los tiempos cambian. Las murgas de antes no eran tan grandes. Por ahí, la más grandota tenía ciento veinte personas. Entre ellos podía haber cincuenta murguistas y setenta directores. ¡Pero directores, directores! De verdad. Porque antes con el bombo y con el platillo tenías que bailar. No era moco de pavo. Y si vos querías reemplazar a un director como los que te nombre - el Bocha Conde, el Turco Taco, el Negro Quelo, a los Teite, o a cualquier otro, ¡te tenías que hamacar! No era que podías ir al lado del bombo haciendo caritas. ¡No, no! Hamacate porque el que estaba de turno con el bombo por ahí te daba un correctivo, viste, y tenías que seguir. No te podías quejar.
¿Las fantasías las hacían ustedes mismos?
A las fantasías había muchos murgueros que las sabían hacer. Por ejemplo, en aquella época existían las latitas de un litro de un aceite para auto que se llamaba Supermóvil. Eran unas latitas verdes. Y había gente que diseñaba cocodrilos, muñecos, con esas latas. Y esas eran fantasías. Las liras o los corazones se hacían con las famosas tapitas de Crush, de Canada Dry, bebidas que eran de la época. Había mucha creatividad, mucha más que ahora. En los únicos lugares en que se conseguían apliques (en esa época estaban muy de moda las águilas, los dragones) era La Valenciana y Las Estrellas, esas dos tiendas. Y llegaba un momento en que no tenía stock y te tenías que crear uno vos. Y te lo hacías. Hoy a lo mejor ningún pibe sabe coser una lentejuela. Por ejemplo, para hacer un estandarte, Fito era un maestro; el Loco Mingo también era un maestro. Había gente que se daba mucha maña para hacer esas cosas. Y las hacían. No había nadie especial. Recuerdo que a principios de los ochenta apareció una señora que tenía un tallercito muy chiquito en Liniers, cerca del Cementerio Israelita. Ella trabajaba para todos los teatros. Y esa señora empezó con las caricaturas de Patoruzú, Isidoro, Larguirucho, todos los personajes de Hijitus. Y bueno, a medida que se iba descubriendo el lugar, todos los murgueros se volcaban a comprarle apliques a la señora. Ahora es distinto. Yo por ejemplo la última señora que conocí que era un espectáculo cosiendo me hizo un adorno de mostacillas (que tengo intacto) de Francescolli, que jugaba en River y por ser hincha me lo hice hacer. Fue la última persona que vi que trabajara tan bien y que hiciera apliques que te pudieran durar añares.
Vos decís que había que ganarse el lugar, el puesto, como se dice habitualmente…
¡Sí, tal cual! Hay un tema que una vez cantó Carlitos Paltrinieri, que a mí me quedó grabado. La letra decía que antes no se buscaba camorra, tiraban todos para adelante. Era un homenaje a todos los muchachos que salían en una época en Los Chiflados de Almagro. Esa fue una murga que se destacó mucho por el escenario que tenía: buenos bombistas, buenos cantores, un poeta extraordinario como Guigue. Era muy completa. Y la canción dice así:
A veces repaso carnavales viejos
Cuando estaba el Guigue en aquellos Chiflados
Con un ritmo nuevo siempre había un consejo
Porque estaba Tete tocando a su lado
En esas cantadas en cualquier esquina
Para los vecinos que eran como hermanos
Y el papel picado y las serpentinas
Que nos arrojaban luego en el empedrado
Con Eduardo Triano, más bien dicho, El Mono
Cantando en el pullman la entrada triunfal
Esas serenatas que eran justo el tono
Para esa garganta mágica y genial
Con La Cafetera, Yatasto y Pavone
El público estaba contento y feliz
Porque había un baluarte para esas canciones
De un talento enorme, como era Nariz
Todos esos recuerdos de esos tiempos de oro
Los llevo metidos en el de la zurda
Porque Los Chiflados tenían un coro
Como no tenía ninguna otra murga
Nada de problemas, nada de camorras
Tiraban parejo; ninguno era capo
Si hasta había un gordito pasando la gorra
Nos parece verlo, al querido Sapo.
Y los directores Vespucio y Varaggio
El Turquito Julio, Polaco y Ariel
Eran la locura allá en Cachimayo
Con un loco propio, el Turco Miguel
Y Pirulo, el Grande, diciendo las glosas
Para que la murga pudiera entonar
Todos estos recuerdos no hacen otra cosa
Que partirme el cuore y hacerme llorar.
Hace poco me contaste para la Revista Gestar Carnaval un momento muy lindo y emotivo que viviste en la calle Corrientes a mediados de la década del ochenta. ¿En esa transición alfonsinista qué pasó con las murgas? ¿Cómo te sentiste?
Nosotros, a pesar de que los milicos habían derogado los feriados, seguíamos saliendo lunes y martes de carnaval. Más allá de que estuviera prohibido, podíamos hacer los corsos, la gente se volcaba a las calles. Cuando vuelve la democracia en el año 83, cuando las murgas tienen otra expectativa, se fue todo para atrás. Ahí se apagó. No había lunes ni martes. Muchos clubes dejaron de hacer bailes. Para mediados de los ochenta, se complicó mucho sacar murga, había inflación, los micros te cobraban muy caro; en pocos lugares se hacían corsos, se metía la Iglesia porque no le gustaban los travestis o los ruidos. Fue terrible, un cachetazo muy amargo. Igualmente después, cuando salió la Ordenanza a mediados de los noventa a las murgas les habían dado un lugar en el presupuesto cultural. Pero Fasulo lo dijo muy clarito: ahora somos murgas con patrones. Los jurados que pusieron en ese momento, por ejemplo. Gente que no entendía del tema. Y las murgas se tuvieron que adaptar a otro sistema. Por eso muchos murgueros viejos dejaron de salir, no quisieron saber más nada y se le dio paso a la juventud.
¿Cómo internalizaste todo lo de la murga? ¿Hay alguien a quien consideres tu maestro?
Yo tuve un maestro arriba del escenario que se llamaba Fito Bompart, un hombre que venía de Los Curdelas de Saavedra. Pasó por muchas murgas. Con él salimos en Los Ambiciosos en 1976. Más tarde nos encontramos en Los Viciosos. Y luego en Los Revoltosos. Era un señor con todas las letras, arriba y abajo del escenario. También tuve el placer de estar con él en Los Reyes del Movimiento de Saavedra.
Aparte de Fito, ¿hay algunas otras personas que admires por lo que te transmitieron?
¡Tuve un montón de maestros para sacar murga! A Miguel Amedeo, al Oreja, que sacaba Los Funebreros de San Martín, a Barullo, La Gata Caprile que sacaba Los Rompe y Raja, Tito el Japonés que sacaba Los Caprichosos de Villa Martelli. De toda esa gente yo fui aprendiendo un poquito. Me gustaba aprender. Y por eso pude sacar murga. Vaya mi admiración hacia ellos porque cada uno a su modo luchó para que nosotros tengamos la fiesta popular murguera que fue tan apabullada.
Roly, vos fuiste director general en varias ocasiones. ¿Qué podés contar de esas experiencias?
¿Cuándo se empezaba a ensayar?
Porque las murgas empezaban a ensayar después de Reyes, el primer lunes. O muchas veces después de Año Nuevo. Y participaba mucha gente en los ensayos. Pero no solamente gente que iba a salir en la murga. Mucho público participaba. Y recuerdo yo que en Villa Martelli los vecinos participaban mucho en la murga de su barrio a pesar de que muchos estaban ahí solamente porque les gustaba. Se agolpaban a ver los ensayos. Y después en los carnavales todos los vecinos del barrio iban a ver a todas las murgas de la zona, no solo a Los Viciosos; también a Los Ambiciosos, Los Caprichosos; estaban Los Estropeados de Padilla... Pero no era fácil salir en la murga. Y tampoco era fácil sacar la murga. Porque no había subvención ni nada. Nosotros, por ejemplo, con Miguel y algunos más, salíamos a cartonear. Juntábamos cartones, botellas… Se hacía de todo. Y en cuanto al tema del director general, te voy a explicar cómo era.
Bueno, dale no más.
Como te dije, en la murga antes existían los directores y existían los murguistas.Y la ropa de director te la tenías que ganar. ¿De qué modo? Todo enero había ensayos hasta febrero en que caían los carnavales y a veces marzo. Vos tenías que ir al ensayo. No era obligación pero se hacía la ronda y vos tenías que bailar. Ahí se elegían los directores que iban a ir al lado de los bombos. Y, por supuesto, aquel que sacaba la murga era el director general. Los murguistas ocupaban el lugar atrás de los bombos. Y si no, te hacían llevar alguna fantasía, dado, lira, una bandera, un globo. No era como ahora, que si vos no sos director porque no sabés bailar o que se yo, te vas a otra. ¡Antes, no! Porque si no eras director en una murga, no eras director en ninguna. Todas hacían lo mismo. Hacían la ronda todas las noches y vos tenías que demostrar que eras director. Entonces, es ahí donde se diferencia lo que era ser director antes y lo que es ahora. No era que porque eras amigo mío, ya eras director. Y no salías tampoco si no tenías los guantes, si no tenías el moño en las zapatillas, tu galera o birrete, que era lo que usaban los murguistas. Actualmente, el que saca la murga es más referente que director general porque tiene un montón de gente que está alrededor, que lo acompaña.
La murga del lado de Capital, Saavedra, por ejemplo, ¿en qué era igual o diferente con la de zona norte?
Pantera una vez dijo que a Saavedra y a Villa Martelli no los une sólamente la línea 67 de colectivo. Las une la pasión murguera, dijo. Y tiene razón en ese sentido. En Saavedra hubo muy buenos directores. Y en Villa Martelli, también. En la provincia, es donde las murgas empezaron con el tema de las trompetas. No sólo las de Villa Martelli. Ya venía de la parte del Tigre, con las comparsas, que primero llevaban bombo sin platillo y redoblante. Y después agregan las trompetas. Unos de los pioneros que yo me acuerde fueron Los Caprichosos de Villa Martelli, que en el año 76 o 77 las implementaron. Los Viciosos siguieron con bombo y platillo, que es el estilo tradicional. Igual que Los Ambiciosos. Lo que sí, se cambió un poco el ritmo. En provincia había muy buenos bombistas también y le dieron un mejor toque al bombo con platillo, que es lo que venía de Capital. Hoy por hoy, yo creo - y lo digo a título personal - que lo único que queda de la esencia murguera son murgas como Los Reyes del Movimiento, Los Elegantes de Saavedra, Los Viciosos de Almagro o Bombo Platillo y Elegancia, que no tienen trompetas.
Había una gran afinidad, un parentesco muy cercano…
La esencia de las murgas de Capital y Provincia eran iguales. ¿Por qué? Porque la mayoría de las murgas de zonas que lindaban con la Capital Federal, que eran Florida, Villa Martelli, Vicente Löpez, Ciudadela todas las que costeaban la General Paz, todas tenían los ritmos de las murgas porteñas, nada más que en Provincia siempre aparecieron directores mucho mejores que en Capital.
¿Y los corsos, cómo eran?
Los corsos que hacíamos antes tenían siete cuadras, por ejemplo los de Munro, Villa Adelina o Villa Martelli. Menos el de Boulogne, que tenía ¡casi quince cuadras! Era impresionante, grandísimo. El de Escobar también era grande, como el de Grand Bourg. Iba mucha gente.
Corsos y también actuaciones en clubes, ¿no?
Las murgas, antiguamente, salían a las cinco de la tarde, cinco y media a más tardar, porque a las seis menos cuarto más o menos se entraba al primer club. Se acostumbraba a tener dos o tres clubes de entrada y después se hacían dos o tres corsos. Los contratos eran por las cuatro noches de carnaval y después un fin de semana más. Y se hacían los mismos lugares. Es decir, ibas ahí todos los días de ese carnaval. Esto obligaba a las murgas a tener todos los días una canción distinta de entrada, retirada y crítica. ¡No podías ir con todo igual! Hoy es más fácil para las murgas porque van a distintos corsos. Entonces, hacés una canción y la usas para todo el carnaval. Antes las murgas se destacaban porque había mucha más creatividad que ahora.
¿En cuanto a las letras también?
Y sí, en aquellos tiempos estaba Mingo Romano, el Loco Mingo, Calustik, Guigue. Había varios escritores de críticas y de homenajes, etcétera. Se criticaba a los artistas, a los políticos. Siempre humorísticamente.
¿Había mucha rivalidad entre murgas?
Sí pero por ejemplo porque había algunos que se robaban la crítica o alguna canción y la llevaban a otra murga. Y ahí se creaba un problema. Pero después no había mucha rivalidad.
¿Qué clubes recordás?
Bueno, estaba el Club Islandia, el California, el Río de la Plata, el Penacho, el Pinocho, el Estrella Federal de Florida, el Estrella de Maldonado en Palermo, el Juventud de Saavedra, el All Boys de Saavedra, el Mariano Moreno también en Saavedra. Había varios clubes que hacían carnavales. Para mí el club más importante de toda la vida - para mí, otros pueden pensar distinto - era el Islandia. Yo creo que para un murguero no era carnaval si no iba al Islandia… Se olfateaba la esencia murguera ahí. Era impresionante. Estaba en la calle Núñez entre Andoaegui y Bucarelli. Y las murgas entraban por el lado de Andonaegui, actuaban dentro del club y cuando salían, lo hacían para el lado de Bucarelli. Esos cincuenta metros que separaban la esquina con el club era un corso aparte. Era impresionante como la gente se volcaba a la murga. Yo, por ejemplo, que me crié en Villa Urquiza, notaba que había gente que se iba de vacaciones y venía para los carnavales. Y se encontraba el barrio, amigos, todos, en el Club Islandia. O en el California. Pero el que siempre más se destacó con las murgas, a pesar de que quedaban a una cuadra y media de distancia, fue el Islandia. Siempre se destacó.
¿Cómo ves las cosas hoy en día?
Y vos viste como está ahora. Los tipos no te dicen: se desvía el tránsito esta noche. ¡No! Te dicen: cortan la calle los días de carnaval; cortan esto, cortan lo otro. ¡Nadie corta nada! Hay un desvío por seis horas que no le hace mal a nadie. Siempre trataron de inculcarle a la gente lo peor sobre la murga. ¡Así estamos! Está muy difícil.
¿Y a nivel artístico?
La murga nace de adentro de uno y uno la hace, o la saca, porque quiere luchar por la esencia murguera que había antes. Es lógico que nunca lo vamos a lograr porque los tiempos no vuelven para atrás. Pero ese es el desafío que toma uno cuando saca una murga. A mí me gustaría, por ejemplo, que esa esencia por la cual uno lucha la tomen muchos murgueros. Pero lamentablemente no hay casi directores que bailen un corso entero con bombo y platillo solamente. Se volvió medio cumbiero el tema. Es mi manera de ver. No quiero herir la sensibilidad de nadie. Es como que me quedé en el tiempo, qué se yo. Ojo que yo saqué murga con trompetas porque lo ameritaba el momento pero Centro Murga es bombo con platillo. No es redoblante, tampoco. Ni repique, nada.
¿Te sentís cercano a alguna en especial?
Hoy en día me siento identificado con Los Reyes del Movimiento aunque he salido en otras murgas como Los Mimados, tradicionales. Es lo que siente mi corazón.
¿Y a vos que te gusta hacer en la murga? ¿Te especializás en algo?
Mirá, Pupita, en la murga a mí me gusta hacer de todo porque yo siempre dije que al que le gusta realmente la murga, no tiene que tomar a nadie como imprescindible, salvo, como ya dije, a los bombistas. Yo toco el bombo. Sé recitar, sé cantar (bah, creo que se cantar ja ja) y hasta sé llevar el estandarte. Porque nadie es imprescindible. La murga - lo dijo una vez Fasulo - la murga no se quiere, la murga se añora y se vive. Es así. Y dijo una gran verdad.
¡Cuantos recuerdos, Roly!
La verdad es que te quiero agradecer el haberte acordado de mí para hacerme este reportaje porque nosotros, los que tenemos este oficio de la murga (por lo menos lo que yo vi con varios murgueros viejos) conocemos un montón de gente de nuestro pasar por distintas murgas pero al final de nuestros días más de un amigo se fue solo o sin nadie que lo recuerde o por lo menos que lo visite en ese momento tan crucial como es el del final de la vida de uno.
¡Muchas gracias a vos, Roly! De mi parte, un honor y un placer enormes.
Hermosa entrevista a un gran recitador...excelente Amigo, excelente perdona....un abrazo enorme Roly querido...Ivón Bompart
ResponderBorrar