sábado, mayo 03, 2008


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- Las primeras noticias que yo tengo de Cachengue y Sudor datan del año 1996 más o menos, con unos trajes de arpillera marroncita con apliques, un solo bombo con platillo y todo el entusiasmo del mundo. ¿Vos cuándo te subís al tren cachenguero? ¿Tenés recuerdos del nacimiento, de esos momentos inaugurales?
- Ante todo, me encantaría saber cómo te llega ese dato, Pupita...
- No es simplemente un dato que me llega. Tiene que ver con mis vivencias murgueras.

- Para ser precisos, el alumbramiento del murgón se dio en septiembre de 1995, en el Instituto de Tiempo Libre y Recreación, en un taller que se dictó ese mes. Es más, cuenta la leyenda que en el último día de ese curso, el 26, se definió el nombre, dejando la elección de la Arpillera para unos meses después. En cuanto a lo particular, me sumé a Cachengue a fines de 2000 en la previa del debut de la Arpillera en el carnaval. Es que hasta allí, la murga sólo actuaba en el I.S.T.L.Y.R.[v] o en eventos a los que la convocaran. Sobre mis inicios en la murga, te puedo contar que fue un acontecimiento clave en mi vida dado un particular momento emocional. Con la llegada a Cachengue consumé además el amor murguero que latía en mí desde chico cuando los ensayos de Los Chiflados de Liniers me obnubilaban, sin poder acceder a la murga por una cuestión de seguridad en esa época: con ocho o nueve años, mis padres temían por mi salud, dados los enfrentamientos internos entre murgueros y/o público de aquella época.
- ¿Qué camino ha recorrido Cachengue y Sudor en estos años de existencia tanto a nivel estético como organizativo?
- En ambos sentidos, el camino fue arduo: en cuanto a lo estético, hemos ido progresando en todos los ítems imaginados, ya sea vestimenta o espectáculo. Aunque renegamos del estigma de los guantes blancos, las topper blancas y el raso, cada uno de nosotros se fue enamorando de su traje como para que cobrara vida propia, por ejemplo, lejos del pragmatismo de los Centro Murga. Y, respecto de lo que queremos artísticamente, siempre mantuvimos una línea, alejada de lo clásico en cuanto a murga, y a la que tratamos de mejorar año tras año, con las complicaciones lógicas de un trabajo que se lleva a cabo sin directores ni maestros ciruela. Por suerte, hemos salido airosos siempre, satisfechos con el producto, pero sin relajarnos, buscando constantemente ir a más. Una prueba es que este año contratamos una persona que nos arregla las voces.
- ¿Cómo se conforma la murga actualmente; qué tipo de configuración la describe mejor?
- Durante el año, en la murga conviven entre quince y treinta personas de acuerdo a la energía disponible, sin obligaciones ni listado de faltas. Lo único que seguimos tratando de aceitar es el funcionamiento de distintas comisiones - percusión, baile, espectáculo, finanzas, fantasías… – sin directores. Yo nos calificaría como un grupo de anarcos intentando laburar codo a codo.
- ¿Qué es Cachengue y Sudor? ¿Cómo describirían lo que hacen? En general, ¿hay una tipología que defina a los integrantes de Cachengue y Sudor?

- Cachengue y Sudor es la Murga de Arpillera. Simple. Hacemos murga. Ni porteña, ni Centro Murga, ni Agrupación Murguera, ni Murga Uruguaya.
Simplemente Murga, tratando de divertirnos y de generar un producto que alegre los corazones del público. Sobre los integrantes, el común denominador es el interés respecto de lo que pasa a nivel social en todo aspecto por lo que generalmente la murga se torna un lugar de confluencia de luchadores sociales, docentes y personas preocupadas por cambiar, aunque sea en algo, el mundo de hoy.

- ¿Qué clase de inquietudes, anhelos, motivaciones colectivas los mueven como agrupamiento?
- El principal deseo pasa por ofrecer un espectáculo que le deje un mensaje al público, en referencia a la realidad que creemos que se debe modificar. Esa es la meta. Como dice nuestra ya clásica glosa: "Somos los guardianes de la esperanza, que crece y avanza, del sueño subversivo y libertario, del amor, la utopía, que no han podido asesinar en más de quinientos años de historia genocida".
- ¿Qué inserción estético-artística les interesa explorar? ¿Qué conexiones sincrónicas y diacrónicas, es decir, con qué otras murgas de este momento histórico y con la tradición murguera les parece que dialoga Cachengue y Sudor tanto de nuestro país como a nivel más regional, por ejemplo, lo rioplatense?
- Sin dudas, apuntamos a una inserción diferente de la actual. Sin renegar de ella, apuntamos a un trabajo bien diferenciado de lo que es la murga tradicional, basándonos en el gusto personal que cada uno de nosotros arrastra. De ahí que en su momento, en las reuniones de la Agrupación M.U.R.G.A.S.
[vi] nos catalogaran como "los uruguayos", por nuestro afán de cantar bien, algo por lo que no se preocupan la mayoría de las murgas porteñas. De hecho, hasta hay bromas internas hacia los más fanáticos de lo montevideano, aun a sabiendas de que en diciembre de 2007 fuimos la murga argentina invitada a la Bolsa de Murgas, un encuentro de murgas independientes en Montevideo, enlace realizado por la murga Tate Quieto, que fuera el grupo oriental invitado en Suardi 2007. Sin embargo, somos adeptos a murgas como Pasión Quemera, Los Mocosos de Liniers, Quitapenas. A la vez que es muy fuerte el cariño y el gusto por el estilo de murga oriental. Nos conecta a las murgas porteñas el amor por el género, pero sin encasillamientos. Aborrecemos el 70% de bombo con platillo, aunque hoy por hoy en Cachengue ese porcentaje sea mayor, por ejemplo.[vii] Pero nadie nos quita de la cabeza la lucha de las agrupaciones para reinstaurar un género tan vilipendiado por los gobiernos y la sociedad, por lo que aspiramos a lo mismo desde otro lugar.
- ¿Entonces pensás que lo mejor o lo único que se puede hacer colectivamente con una tradición cultural es transformarla y resignificarla para que no muera? ¿Los cambios a la larga son inevitables? O preguntado de otra manera: ¿Ves en Cachengue algo de esos Chiflados de tu niñez?
- Sin duda considero que los cambios son inevitables, aunque no creo que sea lo mejor o lo único. Eso es una cuestión personal que respeto, aunque mi ideal vaya por el camino de la modificación constante como pasa en todo ámbito de la vida. Respecto del recuerdo que tengo de Los Chiflados y la realidad de Cachengue no veo punto de comparación más que en el amor a la murga, la pasión por murguear, que es lo que nos mueve a nosotros como los movía a ellos en aquella época.