martes, agosto 12, 2008




La rebelión como expresión genuina

Por María Ana Rago

El acompañamiento", de Carlos Gorostiza, y "Gris de ausencia", de Roberto Cossa, subirán juntas a escena el viernes 29, en el Teatro de la Ribera, con puesta de Hugo Urquijo. Los autores y el director hablan del significado y la vigencia de estas obras, y del homenaje del que formarán parte.
En el contexto de la dictadura militar y como acto de resistencia, surgió Teatro Abierto. Fue un movimiento de teatristas que en 1981 se reunieron para expresarse a través de obras escritas especialmente para ese ciclo. El acompañamiento, de Carlos Gorostiza y Gris de ausencia, de Roberto Cossa, formaron parte de la movida. Veintisiete años después, el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) les rinde homenaje a esas emblemáticas piezas, que se estrenarán juntas el 29 de agosto en el Teatro de la Ribera, dirigidas, esta vez, por Hugo Urquijo.
El elenco de El acompañamiento estará integrado por Antonio Grimau y Pepe Novoa, mientras que el de Gris de ausencia por Juan Manuel Tenuta, Marcelo Xicarts, Marcela Ferradás, Ricardo Díaz Mourelle y Paloma Contreras Manso. Varios de esos actores fueron parte de Teatro Abierto (Av. Pedro de Mendoza 1821). "El espectáculo se estrenará allí, pero no va a quedar fijo en la Ribera", anticipa Urquijo, quien se refiere a "una" obra, aunque son dos.
¿Es uno o son dos espectáculos? ¿Cómo está concebido?
Urquijo: Más allá de la unidad de dirección y de unificación del espacio escénico, que no es poca cosa, la totalidad del espectáculo está pensada como un homenaje, por eso hablo de "uno solo". El espacio sufre pequeñas transformaciones a la vista del público entre una obra y otra. Y un relator, al principio y entre las obras, ubica el contexto político en el que surgieron.
En el '81, desde el 28 de julio y durante tres meses, se representaron diariamente 21 piezas breves de autores argentinos: primero en el Teatro del Picadero; luego, en el Tabarís. Terminado el ciclo, El acompañamiento y Gris de ausencia siguieron dos años más en cartel. "Quedaron unidas en la memoria colectiva, porque fuera de Teatro Abierto siguieron representándose juntas", repasa Urquijo. "Fue conmovedor que Kive (Staiff, director del CTBA) me convocara para hacer esto, ya que son obras que amo. Además, al haber participado de aquel movimiento, lo siento como algo muy personal", dice quien durante Teatro Abierto dirigió Desconcierto, de Diana Raznovich."Me parece muy bien que haya un homenaje más, que se acuerden de esta gesta, para que la juventud se entere de qué ha sido", aporta Gorostiza. "Todo homenaje a Teatro Abierto está muy bien", afirma Tito Cossa, quien repasa con entusiasmo los tiempos en los que surgió un movimiento que debió superar la adversidad. Además de las funciones nocturnas, el espectáculo formará parte del programa de Acción Externa para estudiantes, con funciones en horarios especiales.
En El acompañamiento, los personajes son Tuco y Sebastián. En su cuarto, el primero busca cumplir el sueño de cantar como Gardel. Su amigo intenta rescatarlo de la locura, pero termina sumándose al sueño de Tuco. Gris de ausencia transcurre en la antecocina de la Trattoria La Argentina, en Roma, y los personajes componen una familia de inmigrantes italianos, que regresaron a su país. "Las dos aluden a las ilusiones del ser humano", arriesga Urquijo.
En el marco del régimen militar, el sentido metafórico de las piezas era fundamental. Hoy, ¿qué ocurre con esa segunda lectura de los textos?
Urquijo: Creo que las dos obras tienen gran actualidad. La necesidad de realizar los sueños es universal; y el tema del desarraigo se incrementó en la Argentina.
Gorostiza: Aquel fue un momento agudo, cumbre, especialmente subrayado por la historia de nuestro país. Pero el problema que plantea El acompañamiento subsiste: en todas las sociedades, la gente quiere cantar y no puede. Por eso esta obra se representa en distintas partes del mundo.
Cossa: En el caso de Gris de ausencia, ahora la realidad está más cerca de mis personajes que en el '80. Porque en aquel entonces, los exiliados en su mayoría eran políticos. En cambio en los '90 empezó el exilio económico, por la falta de trabajo, como el de mis personajes, que van a Roma y ponen un restaurante."La consigna era escribir lo que sentíamos. Sabíamos que en el fondo de cada uno estaba la verdad. Y yo, inconscientemente, expuse en mi personaje la rebelión.
Tuco quería cantar y no lo dejaban", relata Gorostiza. "Conté el cuento de alguien que se refugiaba en la locura", agrega este dramaturgo nacido en 1920, que siendo muy jovencito salía corriendo de su trabajo —era empleado de Bunge y Born—, para participar de Teatro Libre Debate, en el Teatro del Pueblo. El también, como su personaje, soñaba desde siempre con salir de la rutina. "Me tomaba el tranvía y todos los miércoles veía teatro", recuerda Gorostiza."Yo estaba en Europa cuando acá se estaba armando Teatro Abierto. Allá estuve con muchos argentinos que vivían en Europa: algunos hablaban un porteño acentuado, de sainete, como afirmando su identidad; y otros, por el contrario, se iban mimetizando con el vale, el uso de la z... esos eran los que no iban a volver. Vine cargado de todo eso. De regreso, me apareció el tema del exilio", repasa la génesis de su texto este hombre, nieto de un campesino muy pobre. "Mi abuelo vino de Italia a los 18; fue carpintero en la Argentina, acá formó una familia y no le fue tan mal. Pero despreciaba este país", recuerda Tito.
¿Qué lugar ocupa en sus vidas TA?
Gorostiza: Los momentos más felices de mi carrera fueron los de Teatro Abierto. Lo nuestro fueuna rebelión. Estábamos prohibidos y un día nos indignamos y nos juntamos para expresarnos.
Cossa: Es como la medalla del recuerdo. Fue lo más significativo para mí. En medio del horror, poder sentirse vivo. Y además, una curiosidad: la mayoría de las obras que se estrenaron en el '81, están entre la mejor producción de cada autor. Eso que fueron escritas a las patadas y en tiempo récord.
Aquel movimiento de resistencia cultural tiene un heredero. "Teatro por la identidad, más que teatro de resistencia, es un teatro de denuncia hacia atrás. Nosotros peleábamos por algo del momento. TxI copia la estructura de TA, pero en otra época. Hacen una tarea excelente. Además, trabajar por las Abuelas es un orgullo para cualquiera", expresa Cossa.
En cualquier marco, "el teatro es una ceremonia. Cuando yo comencé mi aventura teatral, en el teatro La Máscara, allá por el año 1938, había un cartel que decía El teatro no es un templo, es un taller. Con el tiempo me di cuenta de que también es un templo. En aquella época, la gente se vestía para ir al teatro. Hoy, en un estreno, se ve a la gente con un jean, unas zapatillas y una camisa", dice con nostalgia Gorostiza, quien insiste en la pobreza espiritual que aqueja a todas las sociedades del mundo, pero se sostiene en la esperanza y en los espacios como TA, donde caben las utopías.


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