martes, noviembre 09, 2010




Buenos Aires pintada por sus árboles

Por Einat Rozenwasser

Cada porteño tiene su Buenos Aires. Está la de las largas avenidas, la del tango, la gastronómica, la de la noche y, también, la Buenos Aires de colores. Esa que quizás no todos miramos (o percibimos, que es recibir a través de los sentidos), y que presenta sus matices en cada temporada. Va pintando las calles, completa la paleta en ese devenir cíclico que mes a mes dibuja un cielo diferente a través de las copas de los árboles. Esta es una recorrida por la Buenos Aires en flor, la Buenos Aires que está dejando de ser rosa para convertirse en azul violáceo (o celeste o lila), y que en diciembre será amarilla, para volver a “sonrosarse” con el verano en pleno apogeo.
Antes de empezar el paseo habrá que decir que en su desarrollo pesa la ubicación geográfica. “En el hemisferio Sur los árboles tienen una mejor floración, a diferencia de lo que sucede al Norte, donde el entorno acompaña la foliación y los árboles desarrollan sus colores más lindos a través de las hojas, durante el otoño”, introduce la ingeniera agrónoma Graciela Barreiro, directora del Jardín Botánico. Y en ese sentido, el clima local es privilegiado (y todo por obra y gracia de la famosa humedad, que además de “matar”, el lugar común de las conversaciones, puede hacer estragos con las cabelleras femeninas). “Es que las flores no tienen frizz”, bromea la especialista. O quizás sí lo tengan (en definitiva, se trata del mismo principio activo y su consecuencia estética).
Esta es una Ciudad que fue pensada para ser arbolada, y así lo muestran los 370 mil ejemplares de alineación (los que acompañan calles, avenidas y bulevares) más los alrededor de 50 mil de los espacios verdes. “Diría que desde la época de Rosas se empezó a plantar con fuerza, y se mantuvo. Sarmiento fue un gran factor en todo esto porque trajo muchas ideas urbanísticas de Europa”, continúa Barreiro. Algo que continuaron Carlos Thays y otros paisajistas franceses de aquellos tiempos.
Arrancar directamente por las flores sería faltarle el respeto al verde clorofila de las frondosas copas que enmarcan las principales arterias de la ciudad durante (casi) todo el año. Y al marrón de los troncos añosos, que en cada grieta atesoran historia.
Cuando el naranja sol disipa los fríos del invierno aparece el rosado de los Lapachos. “La floración es entre agosto y septiembre. Están en Plaza Italia, en el Parque Tres de Febrero. Entre todos destaco el de Mariscal Castillo y Figueroa Alcorta, es un espacio privado pero a la vista de todos”, recomienda Barreiro.
En octubre explota el nacionalísimo ceibo y su flor roja rabiosa, furiosa, pura sensualidad, pasión. “En este caso no hay alineación. Se pueden ver en la Plaza Sicilia, en diagonal a la entrada del Rosedal, o en Plaza Lavalle, frente a la sinagoga, donde se ubica uno chico pero siempre lleno de flores”, apunta su colega Gabriela Benito, curadora del Botánico.
A mediados de noviembre irrumpe el lila o azulceleste del jacarandá (y cómo no cantarle a la infancia que al este y al oeste llueve lloverá). “En San Juan y Bernardo de Irigoyen, la avenida Sarmiento”, repasa Barreiro. Y el universo sensorial se trenza con la historia de una quimera. “En botánica se llama así a una transformación súbita de un color o una forma –explica ahora–. En Belgrano 940 hay un ejemplar con una rama que da flores blancas, no sé si habrá resistido la poda”.
En diciembre lloran las Tipas (“es la chicharrita de la espuma que emite una sustancia para preparar el nido, y gotea”, simplifican casi a coro). Y luego se cubren de amarillo. Una postal que bien conocen los vecinos de las avenidas Pedro Goyena y Melián, donde la arboleda funde en túnel. O los que pasan frente a Lola Mora, en Costanera Sur.
En enero se suman los Ibirá Pitá, también amarillos (el punto estratégico, en 9 de Julio y Moreno, además de la vista clásica de la residencia de Olivos). Febrero vuelve a ser rosa o blanco con el entrañable palo borracho (a modo de ejemplo, el gigante de Libertador y Sarmiento). Enemigo de las veredas, el nombre popular que alude a la barriga ¿cervecera? despierta risas entre los extranjeros. “Es que no en todos lados es así. En las selvas húmedas son estilizados y altos, nada que ver con los de acá”, ilustra Barreiro.



viernes, octubre 01, 2010

"En el acto de fe, el hombre constituye al objeto de su fe. Con su acto, le asigna una dimensión antes desconocida para sí mismo, y para el propio receptor de la fe del sujeto. Me viene a la memoria un viejo cuento de María Elena Walsh, Angelito, con que solía entretener a mis hijos sin sospechar que con él iniciaba en este hermoso oficio de saber que no estamos solos, aunque la esperanza nos abandone a veces." Carlos Campelo


Angelito



Por María Elena Walsh



Había una vez un angelito que vivía en el cielo sin hacer nada, feliz entre los otros ángeles. Algunas veces tocaba el arpa y otras cantaba una canción que decía así:

Un angelito
canta y vuela.
No hace mandados
ni va a la escuela.
Nadie lo reta,
nadie le pega,
anda descalzo,
juega que juega.


Una vez San Pedro lo llamó:


–¡Angelito!


–Mande –le contestó el ángel.


–Andamos con problemas allá en la Tierra –le dijo San Pedro.


–No me diga, San.


–Así es; ven, mira.


San Pedro lo llevó hasta su balcón de nube, donde se veía la Tierra como una manzana acaramelada toda cubierta de maíz tostado.


–Allá hay un chico que nos está dando mucho dolor de halo, un tal Juancito.


–No me diga, San –le contestó Angelito, distraído.


–Travieso, el muchacho –siguió San Pedro, jugando con las llaves para descargar su preocupación–. Ya van cuatro ángeles de la guarda que nos gasta. Ninguno puede con él.


–¿Quiere que pruebe yo, don San Pedro?


–Y, ya que estás aquí sin hacer nada...


–Ya me estoy yendo...


–Espera; no seas tan atropellado. Es una misión peligrosa. Mira que ese chico nos ha devuelto a un custodio con las alas rotas, a otro con tres chichones y al Rafaelito con un ojo negro.


Angelito silba, impresionado.


–Claro que el chico no sabía que eran ángeles, pero qué le vamos a hacer, ese es nuestro secreto.


–Así es, San, no debemos decir nada –le dijo Angelito, que se moría por contarle a todo el mundo que era ángel.


–Vamos a intentar contigo –siguió San Pedro–. En primer lugar no vas a ir a la Tierra volando, como todos, sino en plato volador, que es más rápido y seguro.


Angelito se puso a saltar de entusiasmo.


–Espera, Angelito, no seas tan atropellado...


Angelito salió corriendo, trepó a la cabina y...


–10... 9... 8... 7...


–Espera, Angelito, que no te di las instrucciones ...


–A la orden, mi comandante.


–Primero, vas a ir disfrazado.


San Pedro le plegó las alas y después lo vistió con una camiseta, un pantaloncito y unas zapatillas rotosas. También le dio una maletita con un guardapolvo y los útiles de la escuela. Ah, y una pelota de fútbol, claro.


–¿Y qué hacemos con el halo, don San Pedro?


–Cierto, brilla mucho... Por el halo te conocerán. Vamos a esconderlo adentro de la pelota.


San Pedro la descosió, guardó el halo adentro y volvió a cerrarla.


–Bueno, me voy. 6... 5... 4...


–Espera, Angelito, no seas tan atropellado... Todavía no te di las señas del chico que tienes que custodiar.


San Pedro le tendió un papel y esta vez sí Angelito trepó a su plato volador y...


–4... 3... 2... 1... ¡Cero !... ¡Hasta la vuelta, don San Pedro!


Juancito andaba por el campo, solo como siempre, triste y sin amigos. Había faltado a la escuela y se aburría.


Tenía ganas de jugar con alguien.


De pronto le pareció oír un zumbido, allá arriba... Quizás un avión... pero no. No vio nada por el cielo. Ni nube ni pájaro ni máquina.


Angelito aterrizó muy despacio, escondiendo su OVNI tras un árbol, cosa bastante inútil pues el artefacto era completamente invisible.


Se acercó a Juan, jugando con la pelota y silbando distraído. Juan lo miró con desconfianza.


–¿De dónde has salido? –le preguntó.


–De por ahí nomás.


–Dame esa pelota.


–No –le dijo Angelito–; tengo que ir a la escuela.


–No; mejor quédate aquí y juguemos –le contestó Juan.


–No; primero te acompaño a la escuela.


Y ahí nomás Juan lo atacó para robarle la pelota. El ángel no la soltaba. Juancito le pegaba y él, como era ángel, se dejaba pegar hasta que se cansó y dominó a su contrincante con un buen pase de yudo.


Juan se quedó quieto, enfurruñado y lloriqueando. Angelito le tendió la mano:


–¿Somos amigos?


Juan no contestó.


Al día siguiente fueron a la escuela juntos; Angelito comprobó que era cierto lo que le dijeran en el cielo. Juan pasaba la mañana molestando, chillando, haciendo borrones, arrojando tiza, tirándole del pelo a las niñas, rompiendo cuadernos y dibujando monigotes con cola y cuernos que, desgraciadamente, causaban mucha gracia a sus compañeros.


Angelito le daba consejos y hasta trataba de sujetarle las manos. Inútil. Una tarde lo llevó a pasear al campo y allí trató de sermonearlo: que tenía que portarse bien, y que patatín y que patatán. Juancito se tapó los oídos y le sacó la lengua. Entonces el ángel se quedó triste y callado, y al fin dijo, por decirle algo bueno:


–Te regalo la pelota.


Juan se puso contento. Angelito no se acordaba para nada del tesoro encerrado en la pelota.


Jugaron los dos un buen rato, hasta que la pelota fue a parar a un alambrado y allí se desgarró toda contra las púas, que nunca faltan en este mundo. Juan recogió la pelota y vio sorprendido que de adentro salía luz. No se animó a romperla del todo pero la desgarró un poquito más y vio algo que brillaba...


Sacó delicadamente un círculo livianito como el aire... un aro de oro... un hilo redondo y como de miel.


–¿Y esto?


–Nada, es mi sombrero –contestó el ángel.


–¿A ver cómo te queda?


El ángel se puso el halo, que brillaba como una tajadita de sol.


–Entonces, ¿eres un ángel? –dijo Juan.


–Claro, tonto; soy tu ángel guardián.


–¿Y por qué no me lo dijiste?


–Porque es un secreto. Nosotros nunca decimos nada; ni siquiera se nos Ve.


–¡Qué lástima! –dijo Juan.


–¿Por qué qué lástima?


–Porque si yo hubiera sabido que tenía un ángel me habría portado bien.


–Ahora ya lo sabes.


–Ajá –dijo Juan.


Y se fue caminando despacito, abrazado a los restos de su pelota, mientras el ángel volvía a su OVNI para seguir cuidando a Juan desde el cielo.


En las altas esferas lo esperaban para amonestarlo por haber revelado el secreto de su misión.


Juan oyó un zumbido, miró para arriba y no vio nada, pero se imaginó y dijo adiós con la mano. Después fue a su casa, abrió el cuaderno y cuando se puso a hacer los deberes le salieron todos con letras de oro.


Un angelito canta y vuela,
hace mandados y va a la escuela.
Nadie lo ve ni lo verá
y aunque se vaya se quedará.







martes, septiembre 21, 2010


Los libros no muerden, pero se sueltan

21 de septiembre de 2010
Día de la Bibliodiversidad
Entre las 16 y las 18, se juntarán editores, escritores y lectores en Plaza San Martín en una suerte de picnic de lectura, pero la iniciativa va más allá: se invita a dejar libros en cualquier lugar público para facilitar la circulación de las ideas.

Por Silvina Friera para Página 12


El pensamiento toma su forma en las palabras como el agua en la vasija. Pero el destino de la palabra es la constante profanación. Tal vez la primavera inocule, además de un batallón de alergias, cierta desconfianza por el sentido expreso de conceptos apropiados y reciclados. Quizás el clima sea el mejor abono para la contingencia o para un “microacto político”. Por azar –muchas veces, casi siempre– se descubren libros que están destinados para uno. Pues bien, hoy la Alianza de Editores Independientes de la Argentina por la Bibliodiversidad inaugura una celebración atípica, un picnic de lectura y suelta de libros, que tendrá como punto principal de reunión la plaza San Martín. Entre las 16 y las 18, escritores, editores y lectores invitarán a traficar libros gratuitamente. Alguien soltará un libro querido en cualquier espacio público –si no puede arrimarse hasta Retiro– para encontrarse con otro libro querido, pero soltado por otro. Este trueque sucesivo en tiempo y espacio expande la multiplicidad de las lecturas y la viralidad de la misma acción de desprendimiento. La movida, que se celebrará simultáneamente en diez países de América latina, se llama el DíaB, por el Día de la Bibliodiversidad, palabra embrollada que, traducida al “lenguaje de a pie”, sería la diversidad cultural aplicada al mundo del libro. Esto es, la defensa de un variado repertorio de voces y el acceso universal a la información y al conocimiento.



Constanza Brunet, de la editorial Marea, desmenuza ante Página/12 por qué se decidió “soltar” libros y festejar por primera vez el DíaB justo en el arranque de la primavera en el Hemisferio Sur. “Esta estación evoca la variedad, el contraste de colores, el reverdecimiento, la transición, el anuncio de lo nuevo. Si bien la idea es que este día sea internacional, el Sur connota la posición de periferia del sentido de circulación de las ideas en un mundo globalizado”, subraya la editora. “Invitamos a soltar los libros en cualquier lugar público: el banco de una plaza, en un medio de transporte público, en un local de comidas rápidas, en un mostrador de un negocio, donde sea. La idea es hacer una pequeña intervención urbana, generar una escena disruptiva en medio de la cotidianidad de una ciudad; que encontrarte el libro, además de ser un regalo inesperado y la posibilidad de leerlo, se convierta en un disparador para imitar el acto de la suelta y reflexionar sobre el libro como un objeto portador de cultura y no una simple mercancía.”



Además de soltar libros de Marea, Brunet confiesa que también se animará a desprenderse de libros de su biblioteca personal, “leídos y marcados por mí”, aclara con la devoción del lector que deja la “huella dactilar” en las páginas. “Prefiero soltar los libros que leí recientemente, que me gustaron y que puedo volver a comprar. Lo admito: no me resigno a perderlos para siempre.” La editora de Marea anticipa para los sabuesos que circulen por las calles de Buenos Aires que dejará en algún lugar –cuyas señas no se puede ni debe precisar para no aguar la sorpresa del encuentro–, libros de editoriales independientes: Recorre los campos azules (Eterna Cadencia), de Claire Keegan; En otro orden de cosas (Interzona), de Fogwill, y Varadero y Habana maravillosa (Tamarisco), de Hernán Vanoli.



La propuesta de convertir el 21 de septiembre en el Día Internacional de la Bibliodiversidad es una iniciativa de la Alianza Internacional de Editores Independientes que será elevada a la Unesco. “El establecimiento de un día especial es un proceso complejo que encarará la Alianza. Muchas de las acciones que estamos haciendo en los distintos países de habla hispana formarán parte de la presentación del proyecto”, explica Brunet. En este primer festejo la red hispanohablante de la Alianza Internacional de Editores Independientes –asociación sin fines de lucro que se ocupa de una red compuesta por 80 editoriales y colectivos de editores de 45 países– será la pionera en realizar actividades promocionales en varios países: Perú, Chile, Colombia, México y Bolivia. En otros países, en los que no existen colectivos de editores independientes pero sí editoriales miembros de la Alianza –Uruguay, Ecuador, Guatemala y España–, también habrá sueltas de libros en apoyo al Día de la Bibliodiversidad.



En el “manifiesto” que puede encontrarse en Internet, los editores independientes cuestionan las formas de circulación tradicional de los libros como mercancías. “No nos oponemos al mercado, pero no funcionamos en términos de adaptación sin que nuestros proyectos pierdan vitalidad”, plantean. ¿Cómo consiguen ganar vitalidad o mayor visibilidad dentro del mercado del libro en el que participan? “En términos de mercado, proponemos editar libros concentrándonos en la oferta y no en la demanda”, responde Brunet. “Las grandes editoriales editan respondiendo a la demanda, muchas veces identificada con estudios de mercado o con olfato editor. Así, publicar simplemente es ofrecer productos de rápida venta que respondan a una moda existente. A la inversa, el editor independiente aspira a participar en lo más rico que tiene una cultura, que es lo emergente; de ahí que su catálogo sea también una creación. La existencia de la edición independiente es la garantía de bibliodiversidad, de búsqueda, de experimentación, de oposición a la cultura dominante como única opción cultural. Prueba de ello es la práctica habitual en las grandes editoriales de ‘robar’ autores a las editoriales independientes una vez que éstos han alcanzado notoriedad, es decir una vez que empiezan a incorporarse a la cultura dominante. En ese sentido, funcionamos como una suerte de ‘laboratorio de experimentación’ para el mundo de la edición. Esa es nuestra debilidad y nuestra fortaleza”, admite.



La suelta de libros como símbolo es la punta de un recordatorio. “Aunque habitualmente encontremos los libros en una librería a determinado precio, no se trata de mercancías como cualquier otra; es un objeto portador de cultura donde circulan las ideas, la literatura, el conocimiento. Y ésa es la esencia de la bibliodiversidad”, sintetiza Brunet. “Si el libro fuera sólo una mercancía, como editores sólo deberíamos optimizar la ganancia y apostar por aquellos autores y libros ya consagrados o temas comerciales que nos garanticen una venta alta. En un mundo así, el panorama cultural se vería empobrecido casi hasta la miseria. Por eso apoyamos la circulación alternativa del libro. La suelta de libros es una actividad cultural pero también lúdica, que ya viene haciéndose en muchos países, que puede hacer cada uno en su lugar, que implica participación colectiva. Un microacto político”, define la editora.



“El concepto de bibliodiversidad va mucho más allá de la suelta a la que tomamos como una herramienta más de concientización”, advierte Brunet. “La instalación de un día de la bibliodiversidad apunta a darle visibilidad a este concepto, dar visibilidad al trabajo de las editoriales independientes, que habitualmente está en un segundo o tercer plano. Transmitir fundamentalmente a los lectores, pero también a los autores, los periodistas, los libreros, los funcionarios vinculados con políticas culturales, los bibliotecarios, la importancia de entender el funcionamiento del mercado editorial y actuar contra la concentración y la mercantilización del libro.”

martes, agosto 31, 2010

Murga y barrio. Los hilos de la memoria.
Por Pupita La Mocuda

El afincamiento barrial de la murga porteña proveedor de identidad y sentido de pertenencia es indiscutible y ha perdurado a lo largo del tiempo – con quiebres y torsiones pero también continuidades – como uno de sus rasgos más característicos. Desovillar la madeja de la memoria que teje tal arraigo es una tarea tan apasionante como difícil.


Para los murgueros el barrio es su espacio propio y desentrañar tal amasijo de afectos, lealtades, vivencias compartidas - las redes que allí se traman - es necesaria una visión activa sobre la cultura de los sectores populares, que no la encuadre como emergente de un estado de necesidad ni la considere de manera negativa (como no-cultura) sino que tenga en cuenta primordialmente su capacidad y su riqueza creativa.

Todas las comunidades tienen un desarrollo histórico; su pasado afecta su sistema de valores al crearse recuerdo de experiencias anteriores. La tradición, esto es, la herencia comunitaria, utilizada como recurso colectivo, permite la creatividad y refleja la conexión que las personas establecen con el pasado y con el presente mientras construyen el futuro y dan sentido a su propio cosmos.


Sin olvidar lo problemático de la relación entre la historia y las narraciones personales (o conversacionales) lo cierto es que estas son capaces de constituir ventanas hacia tales universos culturales, sociales e ideológicos, oportunidades únicas de atisbar el hacer y el sentir de las personas en tiempos otros que es imprescindible aprender a leer si se pretende llegar a su significado profundo. Ellas permiten, a la vez, hacer justicia con la complejidad de la vida y de las experiencias de las personas, sobre todo de aquellas que no participan en los relatos oficiales o dominantes.



"La murga es distorsión."
Entrevista a Marcos Agranati (Carlitos)

Por Pupita La Mocuda

PLM: ¿Dónde y cuándo naciste Carlitos?

MA: Nací en la ciudad porteña de Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo, en el año 1941.

PLM:¿En tu familia había murgueros?

MA: Solamente mis hermanos, Carlos y Luis, y yo. Mi padre vendía artículos de carnaval, pomos, serpentinas… Tenía un negocio justo frente al corso de Villa Crespo. Se compraban las bolsas de papel picado y se envasaban en bolsitas más chicas.

PLM: ¿En qué época era esto?

MA: Desde aproximadamente el año 37 hasta el 50. Ellos vinieron a la Argentina en el 1900.

PLM:¿Cuál fue tu primera murga?

MA: Los Amantes al DDT. Sería lo que se dice mi debut artístico. Tenía cinco años. En esa época, las murgas llevaban dos o tres mascotas, más no existían en las murgas. No permitían porque iban en un camión playo, sin barandas, sin nada, entonces iban pocos pibes.

PLM: ¿Te acordás cómo era; de los colores de los trajes?

MA: Bueno, los murgueros de esta murga salían con pollerita escocesa. Y los Directores con levita. No éramos más de treinta y cinco. Había dos bombos. Ensayaban a dos cuadras de mi casa, en Padilla y Thames. Estuve un año solo porque esa murga se rompió rápido. La mayoría de esas murgas de antaño seguían pero no era raro que algunas se disolvieran de año a año. A veces se sacaba una murga para hacerle la contra a otra… La mayoría de los que habían salido  en Los Amantes al Perejil -donde estuvo Gardel - salieron también en Los Amantes al DDT. Y Los Estropeados de Villa Crespo ensayaban ahí no más.  Estaban todas muy cerquita una de otra. Después la mayoría de los que salíamos en Los Amantes al DDT estuvimos en Los Pecosos.

PLM: ¿Cómo fue que te metiste en la murga, a hacer murga, de chico?

MA: Con los chicos del barrio. En esa época había muchas murgas. Después de esa vez en Los Amantes al DDT salí unos añitos en una murguita de pibes. Íbamos a manguear por los subtes. Eso era algo muy normal. Yo de chiquito, a los cinco o seis años, ya lo conocí a Lorenzo, que vivía en Camargo y Malabia. El tendría catorce, quince años.

PLM:¿Era la murguita del barrio?

MA: Sí, seis, siete pibes. Cómo máximo nueve; diez, alguna vez que otra. Algunos siguieron saliendo, otros no.

PLM:¿Cómo era esa murga?

MA: El bombo era una lata. En época de carnaval – no era como ahora, que las murgas salen todo el año – subíamos al subte, bailábamos, cantábamos algo, tirábamos la manga. Así. Y se sacaba buena platita. Nos poníamos la levita que era de bolsa. Cantábamos las canciones que aprendíamos en los carnavales, de los más grandes, de otras murgas. Eran críticas solamente. Ya nos quedaban incorporadas.

PLM: ¿Vos siempre fuiste bombista?

MA: No, era Director. Bailaba.

PLM: ¿Los Pecosos fue tu próxima murga?

MA: Sí, en el año 52. Ahí ya era Director de las Mascotas. El fundador de esa murga había sido Teté Caram pero en ese momento la sacaba Lorenzo, que siempre había sido bombista.

PLM: Un gran bombista…

MA: Para mí fue el mejor bombista de todas las épocas; el más completo. Bombistas buenos hubo muchísimos pero completos como él, no. Como bailarín de bombo hasta el día de hoy no hay quien lo supere. ¡No sabés cómo acompañaba los tangos! ¡Era un gran acompañante de cualquier cosa! Llevaba la música en el cerebro.Y otro bombista fenomenal es Teté, es el Piazzolla de la murga, le cambió el ritmo.  Antes en los ensayos a los bombistas los hacían tocar uno por uno a ver cómo andaba. Y subían a tocar al escenario. Si había uno, subía uno y si había dos, subían dos.

PLM: ¿Cuánto estuviste ahí?

MA: Ahí estuve hasta el 54. Estaban Buda, Chichilo, el Turquito Amado… Era gente del barrio – se conocían todos – pero los demás eran muchísimo más grandes que yo, muchachos de veinte años y más. Se juntaban amigos o conocidos a los que les gustaba la murga y sacaban una. Eran relaciones de amistad. En Los Pecosos salieron Carlitos Balá, Locati y Marchesini. En Los Estrellados de Chacarita, que también estaban cerca, cantó Julio Martel. Ahí salí en el 55 cuando se unieron las dos murgas. Ensayábamos en un corralón que quedaba en Bonpland y Castillo, a una cuadra de la comisaría.

PLM: No se ensayaba en lugares abiertos…

MA: Bueno, los Amantes al DDT, sí, en la calle; Los Pecosos en una casa, eran setenta, con tres bombos y a veces cuatro. Tocaban Lorenzo, Charrúa con el bombo de bronce. El armazón, los aros… ¡Sabés lo que pesaba! ¡Y que compás! El también fue uno de los mejores bombistas de la época. Salíamos en corsos, cines. No existía salir en fiestas ni nada, como ahora. Las salidas las manejaban el Director General o el que figuraba como Presidente. Ellos eran los que sacaban la murga, o sea, se formaba una comisión. Eran los que salían con las franjas de las coronas.

PLM: ¿Cómo, las franjas de las coronas?

MA: Claro, la cinta violeta que se usaban en las coronas de los difuntos. ¡Se compraban, eh! Le ponían Presidente, Secretario, Vocal… Era lo que había en esa época. ¡No había otra cosa! Iban con camisa blanca, pantalón negro, la franja y algunos se ponían una capa haciendo juego en satén o en tafeta. Los murgueros en esa época salían con los colores cambiados. En Los Pecosos el Director iba con la levita blanca, solapa, cuello y puños negros. Y los murguistas iban con la levita negra, solapa, cuello y puños blancos. Al revés. Y se distinguían también porque los murguistas iban con gorrito blanco (marinero) adornados con espejitos, muñequitos, y los Directores con galera. Tenían algunos apliques de distintas formas pero no tan cargados los trajes como ahora. Todos con peluca, no de mujer sino hechas de hilo o con las crines de los caballos. Así salían. La mayoría de los murgueros salían así.

PLM: ¿En qué corsos salían?

MA: Bueno había varios, en Villa Crespo, Paternal, Villa del Parque, Lugano, el de la calle Beiró en Devoto, el de La Boca, el del centro. En Flores hubo siempre también. Además, se actuaba en los cines: el 25 de Mayo, el Medrano, el Cine Villa Crespo, el Rialto en la calle Córdoba. Ahí había murgas, comparsas, concurso de disfraces. Como a los corsos iban las chatas, los carros, con los baldes de agua, te empapaban todo. Y la gente que no quería que la mojen y quería ver el carnaval iba al cine. Veías el espectáculo entero. En el corso capaz que a la murga la veías pasar nada más. ¡Había tanta gente! ¡Multitudes! En el corso de Villa Crespo, por ejemplo, el palco estaba en Acevedo y Corrientes, de cordón a cordón. ¡Mirá que escenario tenía! De casi veinte metros. Y había gente que estaba a tres cuadras; no alcanzaba a verlo. Lleno de bote a bote. Y todos los corsos igual.

PLM: ¿Una murga atrás de otra?

MA: Sí, en general. A veces, por supuesto, podía haber baches. No te olvides que había entre veinte y veinticinco murgas en toda la ciudad, nada más.

PLM: ¿Cuántas actuaciones se hacía por noche?

MA: Y, ocho por noche. Pero las murgas salían a las cuatro de la tarde. Las actuaciones eran tal vez un poco más cortas que ahora por ser menos murgueros. ¡Ahora hay murgas que tienen más de doscientas personas!

PLM: ¿Todos varones?

MA: Sí. ¡Las mujeres en eso no existían! Recién cerca de los sesenta se empezaron a meter.

PLM: ¿Y en qué consistía la actuación de la murga en el corso?

MA: Bueno, estaba el desfile. ¡Completo, eh! Ida y vuelta. Diez, doce cuadras… Solamente cuando no había mucho tiempo se hacía ida nada más, entrando por un lado y saliendo por el otro. En el escenario, se hacía, vamos a decir, la actuación que se presentaba. Antes eran muy pocos los presentadores. Hoy en día hay más organización. Antes era más improvisado, más directo. Se decía: Ahora canta tal; ahora canta fulano… Críticas a lo mejor se cantaban dos o tres. El fuerte de la murga siempre fue la crítica. También estaban los bailarines. No se acostumbraba eso de la “matanza” que se hace ahora. Por eso estaban los Directores, que eran los que mejor bailaban.

PLM: ¿Cómo era eso?

MA: En una murga que tenía, digamos, treinta integrantes – en las murgas viejas cuarenta y cinco murgueros era lo máximo – había cinco o seis Directores, que eran los que mejor bailaban. Se destacaban en eso y subían al escenario.

PLM: ¿Los corseros elegían las murgas que querían para sus corsos?

MA: La mayoría sí. Iban a los ensayos a ver las murgas. Como ellos eran los que pagaban, llevaban las que les servían.

PLM: ¿Y después de Los Estrellados cómo siguió tu historia murguera? ¿Quienes eran Los Mimados de Villa Libertad? ¿Esa murga la sacaste vos?

MA: ¡En Tropezón! ¡Fui el gestor, el inventor, de esa murga! Un amigo me pregunta si queríamos sacar una murga ahí porque no había pero que conocía varios muchachos que estaban muy interesados, que querían salir en una murga del barrio de ellos. Y yo les digo: ¡Bueno, que la saquen! Yo soy chico para sacar una murga…

PLM: ¿Cuántos años tenías vos?

MA: Catorce

PLM: ¡Catorce años! ¡Qué joven!

MA: Iba a cumplir quince recién en junio. Era el 56.

PLM: ¿Y cómo hiciste?

MA: De acá del barrio de Chacarita y de Villa Crespo fuimos cinco o seis muchachos. La saqué con el Turco Taco y con el hermano, Engrudo. Los colores eran celeste y rojo. Las levitas eran celestes con cuellos, puños y solapas rojo; pantalones negros, los Directores y los murgueros, blancos y con los colores en la levita al revés. Seguíamos esa tradición. Sacamos tres bombos. Fue el primer año en que mi hermano Carlos se puso el bombo. ¡Era flor de bombista! Ahí yo fui cantor de crítica. Duramos tres años, hasta el 58.

PLM: ¿Donde salían?

MA: Bueno, en todos los mismos lados. En el corso de Villa del Parque sacamos el primer premio y también en el de Villa Pineral. En ese entonces las murgas fueran de Capital Federal o de Provincia se mezclaban. No había distinción.

PLM: ¿Se hacía la diferencia con la comparsa?

MA: Comparsas hubo hasta que los militares levantaron el carnaval. Después se perdieron. Hacían los desfiles como los de los marinos. Disfrazados como ellos. Se alquilaban las bandas al ejército o se llamaba a alguna banda particular. Cantaban también, pero cantos originales, no como la murga cambiando la letra y transformándolo en murga. Tenían muchos cuerpos de acrobacia, de baile acrobático. Estaban Los Marinos Unidos del Plata, Los Cadetes de la Armada, La Juventud Naval. En cantidad de integrantes las triplicaban a las murgas. Siempre eran más de cien, ciento cincuenta. Ahí sí había mujeres. Más hombres que mujeres, pero había. Más que nada desfilaban y las más lindas eran las abanderadas. La murga es más la payasada y ese tipo de comparsa era más la seriedad, marchar bien, prolijos, todos iguales.


PLM: ¿Y despúes de Los Mimados de Villa Libertad?


MA: Estuve en Los Locos del Cuarto Piso un año, en 1959.

 
PLM: Es muy recordada por el nombre.


MA: Sí, como no. De Palermo. ¡Era refamosa! Una de las mejores murgas. Habían dejado de salir. El pibe que me propone es el sobrino del que la sacaba. Ahí también fui Director y canté las críticas. En esa salió Nito Chadrés y todos los pibes del barrio. Ensayábamos en Niceto Vega y Gurruchaga. Habremos sido entre treinta y treinta y cinco.






Fotografía de la década de 1960. "Carlitos" Agranati en Los Mimados de la Paternal. Club Islandia, Villa Urquiza. Fuente: fotolog.com/chifla2dealmagro


PLM: ¿Tu próxima murga cuál fue?

MA: Los Mimados de la Paternal. Ya era 1960 y estuve varios años. Ahí fui bombista y el Director General era Pajarito. Yo sabía tocar el bombo de chico y Lorenzo me dice: “Mirá que necesitamos bombista”. Y fui. Dimos la vuelta a la manzana. ¡Y salí de bombista! Ellos habían empezado en 1958. Ahí la cantidad de integrantes ya había ido subiendo. Eramos, fácil, noventa. Lo que se mantenía era el número de murgas. Ensayaban en el Club Paternal en la calle Fragata Sarmiento. Después, por muchos años, ensayaron donde estaba el Club Islas Malvinas en Bauness y Chorroarín, en la calle. Ahí ya pasaban los cien integrantes.

PLM: ¿Y cuál era el promedio de edad de un murguero? ¿A qué edad puede decirse que se retiraban?

MA: Retirarse, no. Porque había quien salía uno o dos años, después dejaba y luego volvía otra vez. Pero en general, hasta que se casaban, veintiocho, treinta años. Ahí colgaban los botines. Yo sé de muchos que dejaron ahí. Había pocos que seguían. Yo dejé uno o dos años pero después retomé. Cuando las mujeres empezaron a participar, fue distinto porque había matrimonios que salían juntos en la murga.






Fotografías de la década de 1940. Comparsa Los Cadetes de la Armada conservadas por la familia Agranati en el corso de la Avenida de Mayo. Pueden verse al Director General, Héctor Jaime, junto a demás integrantes, tales como su esposa, Delia, a Propato (cantor) y a Loquercio.






PLM: Pero en tu caso, la relación de tu esposa, Betty, con el carnaval es muy profunda, ¿no es cierto?

MA: El padre de ella, Héctor Jaime, fue comparsero. Era un apasionado. Sacaba la Juventud Naval de Villa Urquiza. Empezó de jovencito. Yo salí un año ahí en los sesenta. Desfilaba. Después él sacó Los Cadetes de la Armada, que para los entendidos, fue la mejor comparsa que hubo. ¡Salía toda la familia ahí! Desde principios de los 40 hasta el último año que salió, que fue 1954. Se llevó a la mejor gente de Los Marinos Unidos del Plata. Tenían presentador general, locutor, unos cantores bárbaros. Entraban en cualquier lado; los contrataban mucho. Cantaban por lo general cantos españoles. ¡Una cosa de locos! Todos los trajes azules impecables. ¡Pero había que hacerlos de nuevo todos los años! La actuación duraba un poquito más que la de una murga y hacían entre ocho y diez entradas por noche en cines, corsos… Eran auge en esa época.

PLM: Y antes de ir al corso se jugaba al agua…

MA: ¡Claro! Despúes de comer. Los ocho días de carnaval. Se salía también el Carnaval de Flores. En total se hacían diez días. Había pibes que paraban el colectivo y bañaban a los que iban arriba. ¡No se podía salir!


Fotografía de 2010. Marcos Agranati y su esposa, Bety, en el Club Sin Rumbo.



PLM: ¿Y después de Los Mimados de Paternal?

MA: En el 79, 80 volvimos a sacar Los Estrellados de Chacarita. Pero un año solo. Ensayábamos dentro de una iglesia.

PLM: ¿¡Como!?

MA: Sí, ¡adentro de la iglesia! El Turco Taco, que salía con nosotros, era muy conocido del Padre de la parroquia. Iba a misa con toda la familia y un día fue y le preguntó: “Padre, ¿podemos ensayar aunque sea en la entrada?

PLM: ¿Por qué? ¿No tenían lugar?

MA: Claro. No había lugar. Era la época de los militares. No podías ensayar en la calle. No conseguíamos nada. Y el cura le dijo que sí.

PLM: ¿Pero cúanta gente era?



MA: ¡Cincuenta por lo menos! Y el padre no nos decía nada…

PLM: Pero que cosa más extraña…

MA: No en la nave central, eh. ¿Viste que tienen una más chica al costado algunas iglesias? Con todos los santos ahí, con todo. ¡A ellos también hacíamos bailar! Después estuve de nuevo varios años más en Los Mimados de Paternal.  Esto ya fue en la década del ochenta. Siempre con Lorenzo, de bombista. Por ahí pasaron muchas figuras del ambiente murguero. ¡Hasta El Mono Thiano cantó! Pero una noche sola. Apareció con la motoneta y salió.

PLM: ¿Dejaste de salir alguna vez?

MA: El año en que nació mi hijo, por ejemplo. En alguna otra ocasión porque trabajaba mucho. Me cansaba. Hasta que venía alguno y me decía: “¡Vamos a salir! Y ahí me enchufaba otra vez. Igual había cada vez menos murgas en esos años. A mi hijo lo saqué de bebé ahí, de mascota. Después estuve en Los Herederos de Palermo un año. Y después a fines de la década del 90 con el verde y el naranja en Los Chiflados de Almagro. Con mi hermano Luis, mi sobrino Luciano y mi hijo Fabián ¡Ahora también salen de mascotas mis nietos! ¡¿Qué te parece?!

PLM: ¡Me parece fenomenal! Más de sesenta años de murga no los tiene cualquiera, Carlitos. Los Chiflados de Almagro tienen una larga historia detrás…

MA: ¡Y sí! Fijate, Pupita, que Los Chiflados empiezan a salir en 1946 con Eduardo Thiano, El Mono, como cantor de entrada y retirada y Guigue y Teté como bombistas. A todos ellos los conocía de pibes. Los trajes eran de color rojo y celeste. Y a mediados de la década del cincuenta entra Nariz como cantor de crítica. Después paran unos años y vuelven a salir en el 73. Ahí ya le agregaron Almagro al nombre y salió nuevamente El Mono junto con Nito Chadrés, Lorenzo, Meco. Pirulo estuvo en las dos épocas como presentador. Ya más acá la sacamos otra vez en 1998. Y después de un corto respiro ahora estamos nuevamente en la calle.

PLM: ¿Qué es la murga para vos, Carlitos?

MA: La murga es distorsión. Eso es, distorsión. Porque ahí sos el actor que quisiera ser y no sos. Pero querés demostrar algo y salís en una murga. El artista que vos tenés adentro tuyo sale ahí.






Fotografía de 1998. "Carlitos"Agranati (bien a la izquierda) en Los Chiflados de Almagro. Con bombo (en el centro) Lorenzo. Fuente: fotolog.com/chifla2dealmagro




Fotografía de 2005. "Carlitos" Agranati en Los Chiflados de Almagro.
Fuente: fotolog.com/chifla2dealmagro



Fotografía de 2009. "Carlitos" Agranati sobre el escenario con Los Chiflados de Almagro.
Fuente: fotolog.com/chifla2dealmagro




jueves, agosto 26, 2010


VICIOSOS DE ANTAÑO


Entrevista ciberepistolar a Osvaldo "Melli" Cicero, Director General del Centro Murga Los Viciosos de Almagro*


Por Pupita La Mocuda



Osvaldo Cicero, década de 1990


Osvaldo Cicero, 2010


Década de 1990. Lito Corvalán en primer plano con pañuelo al cuello. En el medio, los hermanos Héctor y Osvaldo Cicero. Detrás del bombista, Horacio, puede verse a Roberto Corvalán.


- ¿Cómo surge esta hermosa idea de editar el CD Viciosos de Antaño?
- Bueno, después de editar el CD Sesenta años de murga y barrio algunos integrantes de la murga que hoy no salen quisieron dejar plasmada materialmente la murga de antaño. Entonces, se decidió sacarlo a modo de homenaje, es decir, se hicieron sólo cien copias que se regalaron a personas que fueron parte de esta historia y a otros, que por su dedicación a esta muestra de expresión artística, pensaron que lo debían tener.
- ¿Quienes participan en este proyecto de preservación de la memoria murguera?
- Puntualmente, Lito Corvalán y yo.
- ¿Lito salía en Los Viciosos al momento en que las glosas y canciones que contiene el disco se cantaban y recitaban en los corsos y teatros? ¿Cómo lo recuerda él? ¿Cómo una época de gloria?
- Sí, Lito fue miembro activo de la murga durante los años 1969 y 1970 en que se registraron las grabaciones. Era una época distinta que yo no pude vivenciar pero el Teatro Nilo, (1) por ejemplo, para ellos era el “lugar clave”.
- ¿Cómo se guardó el material durante estos cuarenta años? ¿Quién puso a resguardo las grabaciones?
- Se conservaban en un cassette y lo tenía Lito en su poder.
- ¿Cómo se eligieron los temas?
- El contenido del cassette se grabó de manera completa y lo único añadido es el tema número 14, que es una glosa escrita por Nito Chadrés, (2) que se agregó en las voces de Lele y Lito Corvalán.
- ¿Aparte de ese cuáles otros decidieron incluir?
- El CD incluye dos Recitados de Entrada - uno por Pirulo (3) y otro por Armando - y dos de Retirada; dos Canciones de Entrada, que son dos candombes, y cuatro Canciones de Retirada. Además, hay dos Canciones de Crítica: a Susana Giménez y Monzón y a Kung Fu. Por último, está el Show de Ariel del año 1971.
- ¿Se sabe quien o quienes compusieron las letras de las canciones y glosas?
- Puntualmente hay cuatro personas que son los responsables de las composiciones: Nito Chadrés, Juan Carlos Muralla, Domingo Romano (Mingo) y Eduardo Thiano (El Mono). 
- ¿Qué edad tenían ellos en esa época?
- La mayoría de los integrantes de esa época rondaban entre los 18 y 25 años. El Bebe (4) y El Mono se encuentran fallecidos.
- ¿Quién es el propietario o la propietaria de las imágenes utilizadas en el CD o quién las conservó? ¿Son más o menos de la misma época que las canciones?
- Las imágenes las aportó Carlos Puppio (Bostero) y son de los años 1969 y 1970.
- Nombremos ahora a los protagonistas de esta historia extraordinaria, ¿te parece, Osvaldo? ¿Quienes son las personas que pueden verse allí y dónde se tomaron las fotografías? ¿Viven aún?
- ¡Dale, cómo no! En principio, en la tapa están Mingo, Hugo, Nito, Roberto Corvalán (Falopa), Bostero, Lombardo, Ramón Bolilla y Petiso. Algunos de ellos ya han fallecido pero gracias a Dios la mayoría sigue vivo y en actividad murguera ¡para el deleite de la gente!




El chico en la fotografía de la contratapa es Jorge Heredia (Carozo). Fue tomada en el viejo conventillo de la calle Bulnes.





En la imagen del interior de la tapa, la que tiene el cartel de venta de cigarrillos están Bebe, Mingo, Meco y Ariel. Ese es el almacén de Marco justo en la esquina de las calles Guardia Vieja y Bulnes, donde actualmente llevamos a cabo la Misa Viciosa.





En la estampa redonda sobre el CD se observa a Ariel, Bostero, Lombardo, El Chino y Cacho. Fue tomada durante un ensayo para carnavales en la casa de Bostero, en Bulnes 838. Ese fue el primer lugar que la murga tuvo para ensayar.






* El Centro Murga Los Viciosos de Almagro se formó en el año 1950 en las esquinas de Guardia Vieja y Bulnes en pleno barrio de Almagro. Gran parte de la gente que vivía en un conventillo de la calle Guardia Vieja y murgueros que estaban saliendo en una murga del barrio de Palermo, se juntaron, decidieron representar a su barrio y de esa manera nacieron los Viciosos. En todos estos años han cambiado los colores de sus trajes: primero fueron fucsia y turquesa; luego azul francia y blanco y, por último, al existir cada vez más murgas con esos colores, decidieron agregarle el negro para diferenciarse del resto. Grandes cantores como El Mono, El Bebe, El Loco Mingo o Villita, bombistas como Nito Chadrés, Meco o Ignacio formaron parte de esta murga. También, las imitaciones de El Negro Ariel y glosas de la mano de Tripa o Juan Carlos Muralla. Hoy en día los mellizos Cicero sobre el escenario tratan de seguir los pasos de sus antecesores. Cierran durante muchos años el corso de Avenida de Mayo o el mismo Teatro Nilo, donde la gente espera ansiosa su presentación, Dejan de salir por algunos años en la época de la dictadura y resurgen en la década del ochenta con gente que viaja desde Soldati y de otros barrios para integrar la murga. En clubes como Agronomía, Parque Chas, Islandia o California, en los que se presentan algunas murgas de la Capital Federal y otras de la Provincia de Buenos Aires, son de las que mantienen el carnaval latente,hasta que reaparecen en los últimos quince años los corsos dentro de la Ciudad. Formado por familias enteras del barrio que siguen aportando su semilla como los Corvalán, los Puppio, los Giannoti o los Cicero se han hecho un lugar en la historia del Carnaval Porteño. Ver: http://www.losviciososdealmagro.blogspot.com




(1) El Nilo, que perteneciera originalmente a la Empresa Gigliotti Hermanos, estaba ubicado en Avenida Boedo 1063, donde tuviera –antes de la construcción del cinematógrafo -, su Teatro de Verano el célebre comediógrafo y poeta José González Castillo hacia el año 1917, y previamente a ello, desde 1915, funcionara el Circo Politeama Doria. Este denominado Cine Teatro Nilo se inauguró el viernes 8 de marzo de 1929 en una “Función artística en honor y a total beneficio del Club Social Mariano Boedo”, con la actuación de la Banda Municipal y la proyección de dos películas. En la tercera sección, tenían lugar los Números Vivos. La lista incluía a “Carlos Américo, Cancionista Nacional acompañado por sus guitarristas; Dorita González (La Petit Maizani), precoz estilista de seis años; Carelli and Fátima, Excéntricos Musicales y Parodistas; Trío de los campos, Comedias, Parodias y Astrakanadas. El Skech a transformación: Gaviones de Conventillo; Senra- Sanda, Dúo cómico internacional y por último la Sra. Tania, la fiel intérprete de la canción criolla”. Fuente: http://buenos-aires.idoneos.com/



(2) "Este visionario, cantor, bombista, murguista de avanzada, creyó antes que nadie en la murga como género artístico", señala Coco Romero. Nito guardó las grabaciones durante veinte años y luego las ordenó y organizó. Todos sus protagonistas se conviertieron, hacia fines del siglo, en referentes a la hora de la recuperación de la murga. Romero, Coco: La murga porteña. Historia de un viaje colectivo, Buenos Aires, Atuel, 2006, pág. 194.



(3) Pedro Pardo. Dato tomado de Romero, Coco: La murga porteña. Historia de un viaje colectivo, Buenos Aires, Atuel, 2006.



(4) Rúben "El Bebe" Lamas, tal como era conocido Roberto Leguiza, nació en el barrio de Palermo en 1937. De niño integró el elenco de Los Ases, una comparsa de acróbatas. Su primera murga fue Los Bohemios de Palermo. Incursionó en el canto a los veinte años de edad en Los Pecosos de Almagro teniendo como consejero a Nito Chadrés. Participó en distintas murgas - entre ellas Los Viciosos de Almagro. Falleció en el año 2005. Romero, Coco: La murga porteña. Historia de un viaje colectivo, Buenos Aires, Atuel, 2006.




miércoles, agosto 25, 2010





El viaje a la semilla: Viciosos de antaño.



Por Pupita La Mocuda

Aún siguen poblando mis oídos los sonidos de un registro artístico e histórico - cultural de magnitud poco común: Viciosos de Antaño, un maravilloso disco compacto que generosa y gentilmente me ha sido enviado; que recopila glosas, recitados y canciones murgueras - entradas, críticas, retiradas con música de candombes y tangos - y que data de por lo menos cuatro décadas atrás. Al golpe del bombo con platillo, el del inolvidable Nito, ese que persiste hasta hoy, el del pulso atávico exacto hasta lo infinitesimal que empuja la sangre en el cuerpo.

Parece mentira pero allí están las míticas y sempiternas voces de Pirulo, Eduardo Thiano, Mingo, Armando, Ariel, pronunciando Buenos Aires en cada sílaba y en cada silencio; expresando una poética visceralmente porteña, profunda como una puñalada, que, aún sin desearlo, quizás sin siquiera imaginarlo, entran en diálogo fecundo con nuestra murguera contemporaneidad tensando hasta lo indecible el contenido, el concepto mismo, de tradición (esa herencia no acumulable radicalmente ambigua en su valor).

Así como las personas somos tanto nuestro ser presente a la vez que todos aquellos que fuimos y que seremos, del mismo modo, la murga (porteña) es todas aquellas murgas que fue y que será en cada momento de su historia, que todavía no ha terminado porque "el pasado es sólo prólogo". Por eso, Viciosos de antaño nos interperla incluso desde las imágenes en papel que lo recubren: verdaderos fotogramas de una película que hemos visto en nuestras ensoñaciones más felices de un pasado que acuna, que arrulla y que, pese a todos los intentos por sofocarlo, persiste, cualquiera sea la manera en que decidamos recrearlo para seguir construyendo identidad, aquello que siempre está en el futuro pero que desesperadamente buscamos atrás porque ahí sostenemos empecinadamente que ha nacido.

Viciosos de antaño nos requiere sobre las rupturas, pero más aún, sobre las continuidades de la murga porteña como género artístico, exhortándonos a proseguir indagando en su conjunción de lenguajes, sus retóricas, sus temáticas y sus enunciaciones, su simbología y sus anclajes. Más aún, Viciosos de antaño nos reclama perseverar en la reconstitución de la historia no oficial, subalterna, silenciada; en las acciones, pensamientos, sentires y representaciones de los sujetos involucrados en su práctica, murgueros y murgueras, verdaderos artistas del pueblo, autores, instrumentistas, bailadores e intérpretes casi anónimos, injustamente olvidados, ninguneados, nunca pero nunca en la mira concreta de las llamadas políticas culturales, esos que tozudamente la arrastraron casi sin fuerzas pero de pie hasta el presente para devolverle un futuro. Y las de quienes hoy en día recogen esos susurros del tiempo y los hacen carne.

Y nos interroga, finalmente, Viciosos de antaño, sobre las maneras, a veces insospechadas, de recuperar, de recobrar, de visibilizar la cultura, la historia y el arte populares, siempre frágiles, siempre evanescentes, siempre en riesgo de perderse. Pero no del todo, afortunadamente, como demuestra arrancando estallidos al silencio, este valiosísimo y sorprendente emprendimiento de raíz almagrense de reconstrucción de la memoria colectiva. Gracias, Viciosos. ¡Felicidades y felicitaciones!





Fogwill, Quiquito

Por Horacio González para Página 12.

No va a ser fácil acostumbrarse a la ausencia de Fogwill, porque estaba en todos los puntos de tensión que pudieran imaginarse en torno de cualquier falla en la imaginación pública. El mismo era una falla y la representaba con un gasto doloroso y una risa de fauno corrosivo. Hasta que largaba algo inesperado, que venía masticando entre acres agresiones, y era una relación inesperada entre las cosas y el pensamiento. Siempre a la caza, esencialmente atrapaba relaciones de fuerza, oscuras pulsiones sueltas en la vida de todos, molestas revelaciones de las potencias sombrías que están en el lenguaje.

No va a ser fácil acostumbrarse, porque queda su obra, como siempre se dice, pero su obra es como él, es como él era, una frágil membrana de la realidad que se recreaba en cada una de sus actuaciones públicas, de su teatro y comedia del existir. Cuando uno muere, cuando se muere, nos dan el nombre verdadero, nos lo devuelven como regalo póstumo en un acto funerario. Se vuelve entonces a llamar Rodolfo Enrique Fogwill, vuelve a nacer en Quilmes hace 69 años, vuelve a ser estudiante de sociología y vuelve a escribir su obra, con su genealogía correcta y adecuada a una biografía, en la que durante muchos años le dijimos “Quique” hasta que le respetamos el sacramento de su “Fogwill”.

Pero más que una biografía, manejó publicitariamente su nombre y lo convirtió en un ícono sonoro, emblema visual de mercado y epistemología errante. Usó la expresión “experiencia sensible” para decir algo que nunca dijo literalmente: que sólo rescatando la experiencia sensible, que es la más radicalizada flema lírica y musical debajo de las palabras, podemos seguir existiendo. Y la experiencia sensible es un humanismo que Fogwill no declaró nunca como tal, o que incluso lo hizo, pero negándolo. “Publicitaba” aquello en lo que no creía, como todo gran publicitario. Al hechizo del mundo técnico, tema contra el cual compuso sus novelas, lo mostró proviniendo de una ceguera formidable, y la designó como el fin de esa experiencia sensible. Pero lo que hacía parecía lo contrario, un salmo a la teoría de la emancipación con que las grandes tecnologías gustan de verse a sí mismas.

Fue poeta lírico que buscó rehacer el lenguaje vivo en medio de un cultivo fetichista de los infinitos rezagos de las tecnologías, del marketing, del habla prefabricada de las profesiones y del pragmatismo positivista con el que solemos practicar nuestros lenguajes diarios. De ahí saca sus novelas y poesías. En los Pychicyegos la guerra es el lenguaje, las posiciones en las trincheras están en el habla. La guerra primero nos exige que conversemos como ella, en estado fisicoquímico de necesidad, aunque luego nos dejaría redimirnos como poetas liberados. Cito en la vaguedad de la memoria otros de sus escritos: en otro orden de cosas muestra hombres aprisionados en los tejidos metálicos del poder, pero el poder decide entretener a los intelectuales dejándoles la organización de vanas utopías humanísticas. También allí la red tecnológica –alerta Fogwill– nos captura. Pero su novela ofrece la cifra de una implícita redención, sin que nos demos cuenta. Nadie debía darse cuenta, ni él, porque la existencia no puede declarar sus fines (pienso que pensaba Fogwill).

En La experiencia sensible, justamente, se propone aferrar el secreto nominalista de la materia, rebosante de amenazadoras energías, de longitudes oníricas, de átomos de excitación física, de impulsos sexuales que se trazan según automatizaciones desoladoras. Pero siempre está la sensación de la catástrofe inminente, pues el factor técnico y la administración de la materia no pueden gobernar la vida. Salvo con el terror. Fogwill logra traducir esas sensaciones salvadoras, las escribe como un cyber-alquimista en medio de cableados y probetas.

Sus poesías son el intento de encontrar, como en su héroe, Leónidas Lamborghini, el punto en donde el lenguaje se recobra en las tinieblas luego de sufrir el divino acoso de los poderes técnicos. Tituló Runa a uno sus poemarios porque solamente evocando una supuesta lengua originaria y distraída (debió pensar), se podría volver al mundo humano. Su propio nombre lo convirtió en una “runa”, en un signo burlón y profético, tomado a la chacota, pero escribiendo una de las literaturas más asombrosas del país contemporáneo. Los nombres verdaderos de las cosas debían surgir del trabajo burlón de un viejo filósofo cínico que condenaba la simulación y la practicaba a diario. Fue un filósofo del lenguaje, pero actuó como un entretenido semiólogo sesentista, mostrando que hablar era mover placas tectónicas, aunque se trataba del zumbido a veces insoportable que producía en las charlas de bar o en las conferencias que daba, con la estricta misión de anular el modo falaz con que en todo el mundo se producen esas convocatorias.

No va a ser fácil acostumbrarse a su ausencia, porque su presencia mantenía los hilos ocultos de lo que significaba una picaresca y un desértico balance del existir. Su personaje inquisidor, su socratismo doloroso, poseía un indicio de redención que sin embargo debía ser percibido –como en toda su poética-, en términos de una distracción y una humorada. Solo así podía surgir una “runa”, un signo que descifrara el presente y no generara ningún poder si eso pasara. Actuó simulando que si eso ocurriera, no debía importar, porque basta que se confesase un interés, cualquier interés, para que surgiera un problema de dominio, de hegemonías, de poderes. No solemos acostumbrarnos fácilmente a la desaparición de un gran comediante, porque pareciera que pone de inmediato en peligro su obra y la de los demás.

FOGWILL
AIRA Y FOGWILL
FOGWILL POR LINK

martes, julio 13, 2010


Al límite
Por Pupita La Mocuda

Desde las antiguas leyendas del dios Momo expulsado del Olimpo por sus burlas hacia lo establecido o desde los incontrolables festejos en la Edad Media y sus ataques a los monarcas, el carnaval tiene sus distintas versiones y tradiciones adaptadas a sus poblaciones tanto originarias como migrantes. En distintas partes del planeta también atraviesa diversas resignificaciones, algunas completamente contaminadas por el mercado y vaciadas de contenido, otras sólo parcialmente. En muchos lugares se sigue luchando por mantener o recuperar esta tradición de crítica y expresión popular. (1) 



Lo cierto es que uno de los tradicionales festejos universales más antiguos de la historia de la humanidad, con su potencia crítica, resistente, con su desorden tumultuoso y su borramiento pasajero de fronteras, persiste hoy a pesar de prohibiciones y ataques para recordarle a la sociedad el dinamismo inestable en que se funda y organiza y al poder político que nunca tiene garantizada ni su hegemonía ni su perdurabilidad. (2) Que su celebración en esta ribera del Río de la Plata ha recobrado protagonismo luego de décadas de decadencia de la mano de murgas que persistieron y sobrevivieron a la desdicha pero también de aquellas nacidas y criadas en estas dos últimas décadas es innegable. Aun cuando su participación no se circunscribe temporalmente a ella, las distintas agrupaciones convocan a la fiesta continua y constantemente proponiendo lecturas y sentidos novedosos.




Hija del carnaval, la murga porteña también ha sufrido los embates y rigores propios de su relación con la historia y la cultura a lo largo del tiempo. Su camino ha sido puntuado por niveles diversos de aceptación y de rechazos mas en estos últimos años ha sido blanco de políticas culturales en la Ciudad de Buenos Aires, fruto del esfuerzo de murgueras y murgueros que persistieron en su vocación y pasión de artistas populares pero que no se han universalizado todavía al resto del país.


Pero a su vez e inevitablemente, siguen produciéndose disputas en relación a qué se encontraría dentro y qué quedaría fuera del género tanto como a la aprobación o no de las mixturas y tejidos con otras tramas genéricas que van a sintonizar con las luchas y los conflictos que involucran sin ninguna duda lo expresivo pero que no dejan de lado lo ideológico y lo socio-organizativo al interior mismo del campo murguero contemporáneo (3) que sigue mientras tanto extendiéndose fértilmente y sin pausa por todo el territorio argentino.

(1) Consignado en Rama (2009): El carnaval un festejo prohibido . El autor plantea un recorrido que historiza la celebración carnavalesca en la Argentina focalizando en la actividad y desarrollo de los distintos nucleamientos murgueros contemporáneos.
(2) Según Romeo, César (2005): El carnaval de Buenos Aires (1770 – 1850). El bastión sitiado.

(3) En cuanto a la definición de género seguimos a Bajtin mientras que para el concepto de campo nos remitimos a lo expuesto por Bourdieu.





"...En Espíritu Cascabelero veo la constante búsqueda de que se instale de nuevo la fiesta del carnaval..."


Ciber-entrevista a Kaki Kaskabelero





























¿Cómo y en qué momento te aproximás a la murga o cómo llega ella a tu vida, Kaki? ¿Tenías alguna otra inserción o vivencia personal o familiar murguera o carnavalera anterior a Espíritu Cascabelero?



En agosto de 1997 arrancó en un taller de murga en Pedro Echagüe y Solís en el barrio de Constitución. A fin de año, ese taller se paso a llamar Los Crotos de Constitución. Ahí, mi primera murga, mi lugar… Pude vivir toda esa construcción de desde muchos lados. Igualmente la murga fue algo que ya de chico sentí de cerca... Mi abuelo me llevaba a los corsos cercanos a mi barrio, en esa época Balvanera, es decir, Once. De ahí mi enfermedad por el carnaval.

¿Qué recordás de esos carnavales de tu infancia?

Los camiones que pasaban llenos de disfrazados; iban empapando a la gente. ¡Eso! ¡La participación de la gente!

¿Te acordás de alguna murga que hayas visto por ese entonces?



Los Cometas seguro y alguna otra de Balvanera, cuyo nombre no recuerdo. También, ví murgas pasar con la famosa carreta de copas y trofeos… ¡Uh! De a poco se me vienen imágenes... Contrabatan a las estrellas del momento y las llevaban como reinas del camión. La Tetamanti…



¿¡Viste como hay que tenerle paciencia a la memoria a veces para encontrar esos recuerdos!? Están allí pero muy sumergidos…



En la escuela primaria salí Rey del Carnaval y mi vieja me hizo una corona inmensa. Ese es otro recuerdo lindo que tengo.

¿Por qué es importante en esto la figura de tu abuelo?



Es muy importante mi abuelo por lo fiel que me hizo a esta fiesta… Por llevarme de chiquito, comprarme un pomo o un Bombero Loco, careta y empaparnos… Yo esperaba ansioso todo eso; todavía atesoro dos de esas máscaras. Y fiel una vez que mi abuelo se fue con Momo cuando encaraba al corso de la Avenida de Mayo con los amigos del barrio, cosa que antes de ser murguero empezaba a decaer y que luego fui estudiando desde lo antropológico y desde la historia para saber bien donde quería estar parado. Y ahí el carnaval me abrió mil lugares a explorar.

¿Vos naciste en la Ciudad de Buenos Aires, en qué barrio?

Nací en Once, Bartolomé Mitre y Pasteur.



¿Qué quiere decir que lo fuiste estudiando el carnaval desde lo antropológico y la historia? ¿Te dedicás a alguna de esas dos cosas?

Soy docente de plástica – Maestro Nacional de Bellas Artes – y aunque no es mi locura, me gusta saber lo que estoy haciendo, diciendo y expresando ya que creo que la murga más que una tradición es espacio de múltiples expresiones, donde el canto, la pintura, el baile, las excentricidades – y podría seguir – se valoran y salen a la luz... No sólo la murga, el mismo carnaval es así

¿Qué hay de todo esto que veías de chico en tu murga Espíritu Cascabelero y de su participación hoy en el carnaval?



En Espíritu Cascabelero veo la constante búsqueda de que se instale de nuevo esa fiesta... Cambió mucho pero mucho sigue también intacto. Estar dentro es distinto que estar afuera y la participación nuestra creo que es activa – yo mejor te diría HIPERACTIVA. Creemos que todo se recupera desde el hacer saber y hacer recordar.



¿Cómo nace Espíritu? ¿Vos sos parte del grupo inicial?



Bueno, yo dejo Los Crotos en 1999, a fines de febrero, y ya teniendo las herramientas me tiro a la pileta a ver qué pasa en Lanús. (Ahí tenía muchos conocidos que también integraban Los Crotos.) De paso me pongo a ver qué se sabía del carnaval por allí y lo primero que me dicen es que AL CARNAVAL EN LANUS QUINDIMIL LO PROHIBIO por una gresca entre corseros punteros, a ver quien se quedaba con más ganancia. Ahí me gustó aún más la idea de armar algo en Lanús. Una murga donde no hay carnaval... Un desafío hermoso pero al que a la vez había que ponerle mucho el cuerpo. Y así fue que el 14 de marzo de 1999 nace Espíritu. En realidad era la primera vez que una murga pisaba la plaza donde hoy ensayamos y hacemos nuestros corsos, la plaza Sarmiento. Era duro pero ¡el barrio ayudo! La plaza mejoró; la gente se volvía a acercar.


¿Con cuántos integrantes comienza Espíritu? ¿Siguen siendo esa misma cantidad ahora? ¿De qué edades?

Este momento somos pocos los del grupo inicial: yo, Beto, Fabio, Darío, los López, zarpados murgueros de sangre… Al principio éramos veinte con toda la fuerza. Muchas mascotas que ahora son enormes. La verdad es que pasó mucha gente por Espíritu. Hoy somos de setenta a ochenta personas en carnaval y cincuenta durante el año. En cuanto a edades, de catorce en adelante, la mayoría adolescentes. Pocos pequeños que no se incorporan por cuestiones de los padres, que no los traen, por ejemplo.



¿Cómo es la conformación de Espíritu hoy por hoy en cuanto a integrantes de escenario, banda de percusión, bailarines, “backstage”? ¿Es fija la cantidad o puede variar?

Espíritu no tiene director; se maneja de forma horizontal. Es un espacio donde todos opinan y proponen. La cantidad de integrantes varía constantemente tanto en baile como en percusión. En el escenario está todo un poco más afilado ya que eso lleva más ensayo y sólo suben los que ensayan o los que se quieren sumar... También, para sostener un grupo tan grande, Espíritu se maneja por comisiones de trabajo, por ejemplo, organización de corsos y eventos, las fantasías y la decoración, el maquillaje y el vestuario, el sonido y la percusión, las luces y la electricidad, los aguateros… O sea, cada persona que entra a Espíritu no sólo entra a aprender del carnaval y la murga si no que se incorpora a un lugar de trabajo para sostener al monstruo.


¿Es decir que lo artistico también se decide de manera grupal? Acá entraríamos de lleno en un tema referido a Espiritu que a mí personalmente me apasiona, esto es, su apuesta estética, su discurso escénico. Desde que los vi por primera vez, estoy buscando una palabra para definirla. Dark? No estoy segura...  Las que mejor le cuadran son, en mi opinion, iconoclasta y algo así como murgopunk, de permitírseme la expresión, pero no sé si estarás de acuerdo, Kaki…



A ver… El punk es un género que revolucionó y lo iconoclasta también le va. Creo que Espíritu, con el tiempo, buscó salir del lugar típico de crítica murguera, el de animarse a decir lo que la gente no se anima, pero ya pasando a lo irónico, lo sarcástico. Nos gusta mucho cantar de frente a la gente y ¡demostrar que no estamos jodiendo! Está bueno crear otras tendencias, elaborarlas.



Lo que a mí me parece es que toman la murga tradicional para ponerla patas para arriba. ¿Espíritu se reconoce como heredera de la murga porteña como género o busca inserciones más amplias? ¿Les preocupan las rupturas y las discontinuidades sufridas por este género a lo largo de su historia?



Lo que queremos es dar una vuelta de rosca al tema y, en especial, hacer que la gente se lleve el mensaje, que se vaya pensando, cagándose de risa e impactada. A lo artístico lo evaluamos y lo decidimos entre todos; hay una fecha en el año en la que todos pueden traer su idea para el próximo carnaval donde se seleccionan canciones, puesta en escena y demás.

¿Con qué otras murgas de este momento histórico y con la tradición murguera te parece que dialoga tanto de nuestro país como a nivel más regional, por ejemplo, lo rioplatense en sentido amplio? ¿O Espíritu más que nada entra en diálogo con otros géneros musicales, el rock, por ejemplo?

Puede ser… Nos gusta ser filosos. Si te ponés a pensar, la murga en sí es así… ¡Todas! Espíritu es heredera de la murga porteña pero no lo es a la vez. Nosotros somos una murga a la que como conjunto no nos engloba un género determinado. Sí, la cualidad del buscar lo distinto sin salir de lo que el carnaval nos legó. Ponele, el tango es irónico y cada cantor lo hace más doliente o no... ¡Sólo depende de cómo lo cante! El rock, en realidad, la música toda, hace la mezcla ideal en Espíritu: punks, stones, metaleros. Todos pueden sentir la murga a su forma pero, por supuesto, eso no quita que seamos murga.

Me atrae pensar en esa paradoja que expresaste: ser heredera de la murga porteña pero no serlo a la vez. Es una descripción que le sienta bien. Al seguir paso a paso una actuación de Espíritu Cascabelero siento que estoy ante una torsión dislocada de la llamada murga tradicional.



Lo que yo te podría decir, Pupita, es que buscamos o generamos un estilo propio tratando de salir de lo que se ve habitualmente



Ahora más puntualmente, me gustaría que contaras sobre las actuaciones. ¿Tienen los componentes habituales del género tales como entrada, crítica y retirada? ¿Hay un orden determinado, por ejemplo, para niños y adultos como lo hay en un Centro Murga ¿Arman coreografías? ¿Le dedican tiempo al baile individual en sus actuaciones?



Espíritu tiene entrada, críticas, sátira, homenajes, retirada y, desde ya, glosas y recitados. Las canciones de crítica se destacan por el uso de la ironía y también con lo directo, pero muy retorcidamente. Tratamos de que las sátiras sean pegadizas y burlonas; los homenajes son lo que más tomamos de lo porteño. Hay canciones propias con melodías propias aunque algunas no las tienen. Viola para el escenario; en cuanto a la percusión, los bombos con platillos son el corazón; también surdos y redos. Y desde hace dos años ¡trompetas! Hacemos desfiles de entrada y retirada y tenemos cuerpo de baile de mujeres y varones, desfiles grupales, coreografías para los finales y las canciones, representaciones…
  
          

Es una de las características más notables, el baile, las coreografías…

Mucho tiempo dedicado al baile. ¡Creo que nos apasiona demasiado! Nos enfermamos por el baile, lo bruto y lo grotesco. En cuanto a las denominadas mascotas, ahora hay pocas. Y van encabezando el desfile, como en los Centros Murga. Es decir, primero niños, luego las mujeres, la percusión, los varones y las fantasías.

¡Claro! ¡El grotesco! ¿Qué y a qué le cantan y qué expresa Espiritu a través de la palabra? ¿A qué le dan mayor importancia? ¿Cómo se escriben esas canciones?



A qué le apuntamos, diría yo… Nos encanta la entrada festiva e impactante para que no caiga; la crítica dura es un fuerte nuestro, en la que buscamos hacer y decir lo que la gente a veces deja pasar o prefiere olvidar. Nos agarramos de las miserias humanas y ahí atacamos. Una canción hecha al papa dice:

Papa, ¡qué papanatas!

Papa, ¡qué papelón!

Pueden pasar mil años

Pero el hambre se quedó.

Lo humorístico va de la mano con la actualidad. Ponele:



¡Dale, quemalo! ¡Ya fue!



Total nadie va a saber

Eso fue por las quemas del campo del año pasado; el humo tapaba todo. O la del año pasado contra las fobias que se impusieron con la gripe. Dice:

Te digo asma.



¡Son cosas que pasan!



¿Tomado el pechito?



Que le vamo’ a hacer...



Tengo treinta y nueve;



Capaz que no la cuento.



¡La murga te enferma



Y te cura a la vez!

En cuanto a cómo se escriben, no sé… Es muy individual. Por ejemplo, el tema nuestro que abre el CD Carnaval Porteño Volumen III lo escribí en un viaje en bondi. Y creo que sólo la cantamos seis o siete veces; más, no… ¡Y mirá donde fue a parar!


¿Cómo se configura Espíritu en cuanto a cantidad de mujeres y varones y al lugar de residencia de los murgueros? ¿Son toda gente de Lanús actualmente?

Hay más chicas que chicos. Yo diría que la relación es cincuenta a treinta. No son todos del barrio pero sí la mayoría. Hay gente que viaja desde Villa Urquiza, Devoto, Floresta, San Fernando, Florencio Varela, José Mármol… ¡Gente fanática que admiro!




¿Espíritu es únicamente lo que suele denominarse un producto artístico? ¿Cómo entran – si es que lo hacen – a jugar dos aspectos que suelen ser constitutivos en cierta concepción contemporánea de la murga, como lo son lo social y lo político?

Espíritu labura mucho en el barrio, en realidad algunos murgueros lo hacen ya que creemos que la murga debe cumplir esa función: involucrarse con lo social sin dejar de lado lo “artístico”. Yo, ponele, soy alfabetizador y estoy en el proyecto Educadores de la Calle que trabaja con los pibes que andan por la estación. Buscamos generar que no se sientan como la porquería del barrio. Porque hay gente que así los trata. Y no te faltan a un corso; y juegan… Y nos gusta eso, que no pierdan el espacio lúdico. Se puede usar la murga como una forma de jugar y acercarte.

En cuanto a lo político como lo entiendo – a lo que me refiero es a la ocupación del espacio público, a la irrupción, la visibilidad – ¿ustedes se plantean esa cuestión?



Tratamos de priorizar salidas en villas, por ejemplo. Para ir a ver a Patito Feo te matan a ciento cincuenta pesos por pibe... ¡Imaginate una familia de cuatro chicos! Imposible. Entonces la murga debe generar esos lugares. Y la pertenencia es importante también: Espíritu este año iba a hacer dos teatros a beneficio con entrada "agua potable". ¿Podés creer que en Lanús hay lugares con agua turbia todavía? No lo pudimos hacer por la gripe. Un temón. En Espíritu todos opinan y proponen. Y así nos enteramos de tantas situaciones similares que buscamos, no digo remediar, pero sobre las que sí generar una conciencia.



En cuanto a la organización, vos describís a Espíritu como un espacio horizontal ¿Las decisiones son por consenso o se vota lo que se propone?



Claro, el ensayo de Espíritu dura cuatro horas; dos horas de práctica y dos de charla organizativa. Eso está recontra instalado, el saber escucharse. Se propone y se vota.

¿La figura de director se opondría a lo que ustedes llaman referente? Este suele ser un tema alrededor del cual hay mucha controversia…

Exacto. El director es una imagen que puede resultar como puede no hacerlo. Creemos que una murga puede tener director y le puede ir de diez como no… Hemos visto malos tratos y manejos despectivos que nos llevan a funcionar sin director, de forma grupal. Tomar decisiones y construir. Incitar al diálogo y a la constante contrucción del espacio. La murga y la tradición dejaron legados; uno los toma o los deja. Es algo que no nos jode en lo más mínimo. Hay gente que está cómoda así y me parece bien.

¿Qué diferencia hay para vos entre las dos figuras concretamente?



Referente puede ser el más viejo o también el que más labura…

Pero no necesariamente quien tome las decisiones ya que me decís que son grupales en Espíritu…

Son dos cosas distintas. El director es sí o sí una sola persona. Hace y decide.


 ¿Entonces en el caso de tu murga horizontalidad tiene que ver con decisiones grupales? ¿Qué pensás que le aporta esto a la murga, quiero decir, el hecho de que no sea uno solo el que tome decisiones?

En Espíritu pensamos como una gran cabeza nucleada por ochenta cerebritos.



Es decir, una conciencia ampliada…

Al sentir tan propio lo que hacemos, todos podemos sentir esa piña o esa palmada en el hombro en las buenas y las malas.

Con respecto a agrupamientos más generales, Espíritu - vos concretamente – ha participado de la creación del espacio de Murgas Independiente. ¿Me equivoco?



No, no te equivocás. Fuimos una de las primeras murgas junto con Cachengue y Sudor, Herederos de la Locura, Los Guardianes de Mugica. Fuimos una de qué más participó y que tambén dejó de hacerlo para pensar en otras cosas. Pero, sí, estamos muy activos en eso.

Dejaron un tiempo pero después volvieron, ¿no es así?

Exacto.

¿Qué fue lo que se plantearon en el origen del espacio murguero llamado independiente? ¿Con qué objetivos le dieron para adelante?

En esa época pasaba que era necesario alguna red donde se nuclearan todos los corsos "no oficiales" ya que el reglamento de la Ciudad de Buenos Aires nos dejaba fuera de los carnavales de Capital Federal por no estar de acuerdo con algunas cosas, en contra de los jurados, el destino del presupuesto y otras cuestiones que fueron generándose con el tiempo. Los objetivos más claros eran recuperar el Feriado de Carnaval a nivel nacional y que las murgas pudieran autogestionarse sin represiones. Esto igual tiene que ver con ese momento. Ahora hay muchas charlas de por medio, mucho más encuentro con algunas murgas que incluso pertenecen a la Agrupación M.U.R.G.A.S.

Pero hay quienes dicen que el género se ha superado a sí mismo con la implementación del pago a las actuaciones y a los jurados evaluadores…

La mejora de lo artístico creemos que no es sólo tiene que ver un lindo traje. Sí con el saber decir las cosas, en dejar un mensaje, por ejemplo. ¡Y eso no lo hace el dinero! Y el jurado o la evaluación vemos que deja fuera a las murgas que son nuevas o de barrios pobres. ¿Cómo hacés para comprar zapatillas blancas para todos? Pensamos que no hace falta evaluar a las murgas.

¿Fueron cambiando esos objetivos del principio en el espacio independiente?

No, no cambiaron los objetivos. Sólo que nos vamos poniendo de acuerdo y está bueno eso. Por ponerte un ejemplo, la idea de una sola marcha por los feriados estaría buenísima.

¿Te parece que ese espacio está todavía en crecimiento o ha llegado a un tope? ¿Cómo y por qué se produjo la división en zonas?

No se estancó. Creo que se atolondró en algún momento por la cantidad de murgas que aparecían y a la vez falta de charlas... Las zonas sirven para laburar en conjunto y a la vez en cercanía.



Lo que pasa es que ha crecido de manera fenomenal, geométrica.

Si, sí… Y eso está bueno.



Y es hasta, digamos, natural que se den algunas transformaciones. Es simplemente algo que tiene que ver con el transcurso del tiempo y como van lo van transitando ¿Qué es el Movimiento Nacional de Murgas y cómo participa Espíritu Cascabelero en este agrupamiento?



Tal cual. ¡Uy, el Movimiento Nacional de Murgas! Espíritu participa mucho desde lo logístico hasta desde los talleres y labores... Esto, como sabrás, nace en Suardi. De ahí la idea de armar esa red de murgas a nivel país. Espíritu este año generó un corso en el pueblo pobre de Suardi en conjunto con Los Que Quedamos de Ituzaingó. Las dos murgas cuentan con sonido propio, ¡Y fue una gran experiencia armar un corso a 750 km. de casa! ¡Hermoso! Y conocés a personajes del resto del territorio y te das cuenta de que tu locura no es única, ja ja…



¿Pensás que el Movimiento Nacional de Murgas tiene una proyección más amplia que el espacio independiente? ¿O son cosas tan distintas que no pueden compararse?

Es más amplio y la organización va a llevar su tiempo.



Pero hay ciertas líneas de confluencia entre las distintas vertientes murgueras actualmente…



Sí, hay más diálogo. La mayoría de las murgas que integran el Movimiento Nacional de Murgas son las que van al Encuentro de Suardi y se encuentran en otro planeta. Ven veinte mil colores mezclados, bailando, charlando, debatiendo. ¡Y eso no pasa tan seguido!



¿Cómo ha sido la participación de tu murga en Suardi? ¿Cómo ven este encuentro nacional a futuro?



Hace cinco años que vamos y nuestra participación fue de mayor a menor... Con el tiempo nos fuimos desganando un poco ya que te quema mucho el hecho de ir pensando en construir y encontrarte con murgueros que ni bola le dan a lo que hacés, que toma Suardi como una fiesta de tres días para ir a quebrar... No podemos obligar a la gente a pensar o a hacer las cosas a nuestro modo. Es un tema muy largo. Este año pensamos ir a Neuquén. Y luego apostar a otros lugares también, otra gente…



Sé que estuvieron en el encuentro Eduardo Guíñez. ¿Cómo fue esa experiencia?



Increible. Fui yo solo de Espíritu con amigos de Zarabanda Arrabalera de Parque Patricios. ¡Fue espectacular! Taller de baile y de percusión colmados…

¿Te parece que la murga porteña está ampliando su radio de alcance?

Estaría bueno que llegue la murga a otros lados como historieta y como dijimos allá: nosotros no tenemos la posta. Ustedes son los que tienen que generar murga de Neuquén, con su propio estilo.


¿Cómo piensan ustedes que puede impactar el hecho de que se esté pensando en restituir el Feriado de Carnaval desde la esfera del turismo?

Esto es algo para hablar largo y tendido pero te digo que está muy charlado en la murga. Creemos que el Feriado se debe recuperar desde la gente. Los artistas debemos informarle precisamente a la gente de lo que nos falta. La lucha está muy dividida todavía por falta de charlas, de encuentros y de debates. Nosotros creemos en esos espacios pero hay pocos que lo hacen y ante la falta de esto se siguen manteniendo dos marchas, la del espacio independiente y la que organiza la Agrupación M.U.R.G.A.S.

Ya para la última vez fueron dos separadas aunque sí hubo un poco más de diálogo me parece…



De a poco ojalá se vaya dando la articulación ya que es una misma lucha para todo. Hay más diálogo pero todavía hay trabas que hacen a la desunión. Por ejemplo, lo complicado que es para una murga independiente de Capital Federal obtener un permiso para hacer ALGO.



¿Qué recordás de esos primeros momentos “épicos” del movimiento independiente?



Los primeros corsos. Bah, en realidad la alegría de tener corsos todos los fin de semana y construidos por algunas pocas murgas. La construcción desde la autogestión, el apoyo mutuo. Se sentía raro pero había que encarar. Tarde o temprano se veía venir.

Una pregunta muy puntual: ¿cuántas actuaciones tiene una murga independiente cada carnaval, cuántas salidas? Lo pregunto porque este también es un tema controvertido, se supone que el circuito porteño debería generar una cantidad relativamente alta para las murgas que participan pero quizás las independientes tienen una cantidad similar o incluso mayor en algunos casos. Lo que quizás sí haya es mayor amplitud geográfica.



Depende. Espíritu tiene entre enero y marzo alrededor de treinta salidas, a razón de tres o cuatro corsos por noche. Desde hace tres años salimos viernes, sábados y domingos. Pero para otras murgas esto depende de lo que cueste el micro o de los corsos que hagan. Te pongo un ejemplo, este viernes tenemos dos corsos y de ahí salimos a Mar del Plata y volvemos el domingo.

¿Cómo se financian ustedes?

¡La vieja y querida autogestión, Pupita!



¿Cómo fueron estos carnavales en Lanús?



Acá en Lanús hicimos corso este año. Trescientas personas e barrio. ¡Corso! Imaginate, ¡donde estaba prohibido el carnaval! Con amigos como Zarabanda Arrabalera, Rescatalegría… La idea era probar y buscar instalarlo.

Aquí entra también la posibilidad de trabajar desde la legislación con la declaración de la murga como patrimonio cultural, ¿no es así?

Exacto. ¡Se podrían hacer tantas cosas! Ahora estamos declarados “de interés municipal” y tendríamos con esto que pelear la otra etapa que es la del Consejo Deliberante pero es algo áspero y por momentos tan delicado…



¿Qué proyectos tiene Espíritu para el futuro próximo?

Queremos hacer un documental. Y planeamos dejar registro de lo hace Espíritu en el barrio. ¡Hasta un disco! ¡Y más! Ojalá se dé a corto plazo pero, bueno, todo lleva su tiempo. También pensamos grabar el audio de los corsos para dejar registro del vivo de las murgas. Muchas cosas…