Adolfo Bioy Casares
El Sueño
de los Héroes
A lo largo de tres días y de tres noches del carnaval de 1927 la vida de Emilio Gauna logró su primera y misteriosa culminación. Que alguien haya previsto el terrible término acordado y, desde lejos, haya alterado el fluir de los acontecimientos, es un punto difícil de resolver. Por cierto, una solución que señalara a un oscuro demiurgo como autor de los hechos que la pobre y presurosa inteligencia humana vagamente atribuye al destino, más que una luz nueva añadiría un problema nuevo. Lo que Gauna entrevió hacia el final de la tercera noche llegó a ser para él como un ansiado objeto mágico, obtenido y perdido en una prodigiosa aventura. Indagar esa experiencia, recuperarla, fue en los años inmediatos la conversada tarea que tanto lo desacreditó ante los amigos-
Los amigos se reunían todas las noches en el café Platense, en Iberá
y Avenida del Tejar, y, cuando no los acompañaba el doctor Valerga,
maestro y modelo de todos ellos, hablaban de fútbol. Sebastián Valerga,
hombre parco en palabras y propenso a la afonía, conversaba sobre el
turf -"sobre las palpitantes competencias de los circos de antaño"-, sobre
política y sobre coraje. Gauna, de vez en cuando, hubiera comentado
los Hudson y los Studebaker, las quinientas millas de Rafaela o el
Audax, de Córdoba, pero, como a los otros no les interesaba el tema,
debía callarse. Esto le confería una suerte de vida interior. El sábado o
el domingo veían jugar a Platense. Algunos domingos, si tenían tiempo,
pasaban por la casi marmórea confitería Los Argonautas, con el pretexto
de reírse un poco de las muchachas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario