Haceres subalternos
Por Pupita La Mocuda
Barrio, tradición, herencia, identidad, lucha, son palabras recurrentes en el universo de los agrupamientos de artistas de
carnaval denominados murgas. Sus prácticas, sus formas de expresión, sus representaciones, se vinculan desde siempre a sectores usualmente
invisibilizados en el contexto de una distribución compleja y estratificada de
los bienes culturales donde lo popular ocupa posiciones subalternas.
Lo esencial para la definición de la cultura popular
son las conexiones que la definen en tensión continua – relación, influencia,
antagonismo – con la cultura dominante. Cultura
es siempre historia, disputa, alteración. Debe estarse alerta en tanto su
“agradable invocación de consenso” pueda servir para distraer la atención de
las contradicciones, de las fracturas y de las oposiciones.
La tradición es un elemento vital de la cultura pero
tiene poco que ver con la mera persistencia de formas antiguas. Sí, tiene mucho
más que ver con la forma en que se han vinculado o articulado los elementos
unos con otros. En este sentido, no hay nada que sea fijo ni para siempre. El pasado,
a su vez, puede transformarse en un
activo configurador del presente.
Las murgas se apropian de haceres y de saberes que se
creían perdidos en la Ciudad de Buenos Aires a la vez que resignifican formas
culturales en el nuevo contexto urbano y
las reelaboran generando a través de su actividad cotidiana complejas lógicas
de identidad y pertenencia. En el conjunto de una sociedad, y en todas sus
actividades específicas, la tradición cultural puede verse como “una selección
y reselección continuas de ancestros”. Es harto sabido que dentro del campo murguero
argentino contemporáneo se entabla una tenaz lucha por la apropiación de tal
acervo y una disputa por el reconocimiento y la representatividad.
Uno de los
desafíos que se presenta cuando hablamos de las agrupaciones que hacen murga es
cómo estudiarlas atendiendo a su capacidad y potencia creadora. Las ciencias sociales
son conscientes de que las acciones en las que los sujetos hacen propio un
mensaje, un código, un objeto social no
son incondicionadas. La regulación de
estas apropiaciones depende tanto del juego inmediato de fuerzas en que los
sujetos se encuentran como así también de algo que se actualiza en ese
encuentro: las propiedades de un sedimento, histórico y contingente, pero
durable, que reinterpreta “la novedad”, un epicentro que debe hacerse visible y
que se conforma en relaciones de dominación. Los
focos subordinados y subalternos no dejan de ser realidades y tampoco se agotan
en tal subalternidad. Es necesario comprender sus perspectivas y parámetros
propios así como la manera en que han ganado espacio y autonomía.
Las identidades – pensadas como identificaciones – se
emparentan con cuestiones del uso de los recursos de la historia, el lenguaje y
la cultura en el proceso de devenir más que con el de ser. La identificación es
un proceso de articulación, de sutura, no una subsunción si no una sobre-determinación
o una falta. Pero nunca un encaje perfecto, una totalidad. Para consolidarla se
requiere aquello que es dejado fuera, una exterioridad constitutiva. Esta
manera de entender la identidad se aleja de las teorías que la piensan como una
cosa que un individuo tiene de una vez y para siempre y se propone en su lugar,
mirarlas como una construcción a través del tiempo, en constante
negociación en relación a los “otros” en
un proceso en el cual sus contornos son continuamente definidos y redefinidos.
Uno, y por supuesto no el único, de los rasgos más
fuertes de la murga que se practica en el barrio porteño de Saavedra es su
arraigo territorial. El espacio social es la materialización de la
existencia humana. Así comprendido pasa a conformar una dimensión de la
realidad encontrándose contenido en el lugar geográfico, creado originalmente
por la naturaleza y transformado continuamente por las relaciones sociales que
producen diversos otros tipos de dominios materiales e inmateriales como, por
ejemplo, políticos, culturales, económicos o ciberespaciales.
El territorio puede convertirse en área
de conflictividades, de vida y de muerte, de libertad y de resistencia dado que las relaciones sociales son predominantemente productoras de espacios fragmentados, divididos, singulares, dicotomizados. Pero aún así, el barrio puede resultar una
vía de formación de identidad cuando otros lazos de integración no son lo
suficientemente sólidos.
Lo local puede ser fuente de cohesión social y, por
ende, de poder ya que el territorio posee propiedades susceptibles de ser
tratadas como recurso. También puede ser
causa de definición, de pertenencia a un grupo, a un “nosotros” (para que esto
suceda debe convertirse en razón de prestigio y permitir la definición de un “estilo”) y ser
capaz de organizar normas comunes. Es
decir, los sujetos deben atribuir al barrio las cualidades específicas
adquiridas por los individuos por el mero hecho de habitar ahí. Lo local puede ser, por último, una vía de articulación, esto es, el barrio
puede constituirse en uno de los principales vínculos sociales para ciertos
grupos en ciertas coyunturas.
Hay una lucha
continua y necesariamente irregular y desigual, por parte de la cultura
dominante, cuyo propósito es desorganizar y reorganizar constantemente la
cultura popular: encerrar y confinar sus definiciones y formas dentro de una
gama más completa de formas dominantes. Hay puntos de fortaleza; hay también
momentos de inhibición. Ésta es la dialéctica de la confrontación cultural. En
nuestro tiempo esta lucha se libra continuamente, en las complejas líneas de
resistencia y aceptación, rechazo y capitulación, que hacen de la cultura un campo
de batalla constante donde no se obtienen victorias definitivas, pero donde
siempre hay posiciones estratégicas que se pierden y se conquistan.
Referencias bibliográficas
Gravano, Miguel (2009)
Grimson, Alejandro y Semán, Pablo
(2005)
Hall, Stuart (1996)
Mancano Fernandes, Bernardo (2005)
Merklen, Denis (2005)
Míguez, Daniel y Semán, Pablo (2006)
Semán, Pablo (2006)
Thompson, Edward Palmer (1995)
Williams, Raymond (2003)
"No hay otro barrio - en la galaxia - en el que se baile como en Saavedra y tampoco hay otro barrio - en la misma galaxia - en el que haya un sabor como en Saavedra."
Reportaje a Leonardo Iruzubieta
Por Pupita La Mocuda
Por Pupita La Mocuda
Barrio, tradición, herencia, identidad, lucha, son palabras recurrentes en el universo de los agrupamientos de artistas de
carnaval denominados murgas. Sus prácticas, sus formas de expresión, sus representaciones, se vinculan desde siempre a sectores usualmente
invisibilizados en el contexto de una distribución compleja y estratificada de
los bienes culturales donde lo popular ocupa posiciones subalternas.
Lo esencial para la definición de la cultura popular
son las conexiones que la definen en tensión continua – relación, influencia,
antagonismo – con la cultura dominante. Cultura
es siempre historia, disputa, alteración. Debe estarse alerta en tanto su
“agradable invocación de consenso” pueda servir para distraer la atención de
las contradicciones, de las fracturas y de las oposiciones.
La tradición es un elemento vital de la cultura pero
tiene poco que ver con la mera persistencia de formas antiguas. Sí, tiene mucho
más que ver con la forma en que se han vinculado o articulado los elementos
unos con otros. En este sentido, no hay nada que sea fijo ni para siempre. El pasado,
a su vez, puede transformarse en un
activo configurador del presente.
Las murgas se apropian de haceres y de saberes que se
creían perdidos en la Ciudad de Buenos Aires a la vez que resignifican formas
culturales en el nuevo contexto urbano y
las reelaboran generando a través de su actividad cotidiana complejas lógicas
de identidad y pertenencia. En el conjunto de una sociedad, y en todas sus
actividades específicas, la tradición cultural puede verse como “una selección
y reselección continuas de ancestros”. Es harto sabido que dentro del campo murguero
argentino contemporáneo se entabla una tenaz lucha por la apropiación de tal
acervo y una disputa por el reconocimiento y la representatividad.
Uno de los
desafíos que se presenta cuando hablamos de las agrupaciones que hacen murga es
cómo estudiarlas atendiendo a su capacidad y potencia creadora. Las ciencias sociales
son conscientes de que las acciones en las que los sujetos hacen propio un
mensaje, un código, un objeto social no
son incondicionadas. La regulación de
estas apropiaciones depende tanto del juego inmediato de fuerzas en que los
sujetos se encuentran como así también de algo que se actualiza en ese
encuentro: las propiedades de un sedimento, histórico y contingente, pero
durable, que reinterpreta “la novedad”, un epicentro que debe hacerse visible y
que se conforma en relaciones de dominación. Los
focos subordinados y subalternos no dejan de ser realidades y tampoco se agotan
en tal subalternidad. Es necesario comprender sus perspectivas y parámetros
propios así como la manera en que han ganado espacio y autonomía.
Las identidades – pensadas como identificaciones – se
emparentan con cuestiones del uso de los recursos de la historia, el lenguaje y
la cultura en el proceso de devenir más que con el de ser. La identificación es
un proceso de articulación, de sutura, no una subsunción si no una sobre-determinación
o una falta. Pero nunca un encaje perfecto, una totalidad. Para consolidarla se
requiere aquello que es dejado fuera, una exterioridad constitutiva. Esta
manera de entender la identidad se aleja de las teorías que la piensan como una
cosa que un individuo tiene de una vez y para siempre y se propone en su lugar,
mirarlas como una construcción a través del tiempo, en constante
negociación en relación a los “otros” en
un proceso en el cual sus contornos son continuamente definidos y redefinidos.
Uno, y por supuesto no el único, de los rasgos más
fuertes de la murga que se practica en el barrio porteño de Saavedra es su
arraigo territorial. El espacio social es la materialización de la
existencia humana. Así comprendido pasa a conformar una dimensión de la
realidad encontrándose contenido en el lugar geográfico, creado originalmente
por la naturaleza y transformado continuamente por las relaciones sociales que
producen diversos otros tipos de dominios materiales e inmateriales como, por
ejemplo, políticos, culturales, económicos o ciberespaciales.
El territorio puede convertirse en área
de conflictividades, de vida y de muerte, de libertad y de resistencia dado que las relaciones sociales son predominantemente productoras de espacios fragmentados, divididos, singulares, dicotomizados. Pero aún así, el barrio puede resultar una
vía de formación de identidad cuando otros lazos de integración no son lo
suficientemente sólidos.
Lo local puede ser fuente de cohesión social y, por ende, de poder ya que el territorio posee propiedades susceptibles de ser tratadas como recurso. También puede ser causa de definición, de pertenencia a un grupo, a un “nosotros” (para que esto suceda debe convertirse en razón de prestigio y permitir la definición de un “estilo”) y ser capaz de organizar normas comunes. Es decir, los sujetos deben atribuir al barrio las cualidades específicas adquiridas por los individuos por el mero hecho de habitar ahí. Lo local puede ser, por último, una vía de articulación, esto es, el barrio puede constituirse en uno de los principales vínculos sociales para ciertos grupos en ciertas coyunturas.
Lo local puede ser fuente de cohesión social y, por ende, de poder ya que el territorio posee propiedades susceptibles de ser tratadas como recurso. También puede ser causa de definición, de pertenencia a un grupo, a un “nosotros” (para que esto suceda debe convertirse en razón de prestigio y permitir la definición de un “estilo”) y ser capaz de organizar normas comunes. Es decir, los sujetos deben atribuir al barrio las cualidades específicas adquiridas por los individuos por el mero hecho de habitar ahí. Lo local puede ser, por último, una vía de articulación, esto es, el barrio puede constituirse en uno de los principales vínculos sociales para ciertos grupos en ciertas coyunturas.
Hay una lucha
continua y necesariamente irregular y desigual, por parte de la cultura
dominante, cuyo propósito es desorganizar y reorganizar constantemente la
cultura popular: encerrar y confinar sus definiciones y formas dentro de una
gama más completa de formas dominantes. Hay puntos de fortaleza; hay también
momentos de inhibición. Ésta es la dialéctica de la confrontación cultural. En
nuestro tiempo esta lucha se libra continuamente, en las complejas líneas de
resistencia y aceptación, rechazo y capitulación, que hacen de la cultura un campo
de batalla constante donde no se obtienen victorias definitivas, pero donde
siempre hay posiciones estratégicas que se pierden y se conquistan.
Referencias bibliográficas
Gravano, Miguel (2009)
Grimson, Alejandro y Semán, Pablo
(2005)
Hall, Stuart (1996)
Mancano Fernandes, Bernardo (2005)
Merklen, Denis (2005)
Míguez, Daniel y Semán, Pablo (2006)
Semán, Pablo (2006)
Thompson, Edward Palmer (1995)
Williams, Raymond (2003)
Reportaje a Leonardo Iruzubieta
Por Pupita La Mocuda
Fotografía gentileza Centro Murga Los Magos de Saavedra
Sí, nací en el barrio porteño de Saavedra en marzo de 1980. Siempre viví
en Ramallo y Superí, en la casa que construyeron mis antepasados cuando
vinieron de Italia, allá por el año
veintipico.
¿Tenés
recuerdos de los carnavales de tu
infancia?
Mirá, de muy pero muy chico, mis
viejos me llevaban a los clubes a ver las murgas con mis hermanos. Obviamente de eso
no recuerdo nada pero sé que me llevaban al Islandia, al California y al
Juventud de Saavedra. Aún no había terminado la dictadura y no se hacían corsos
por esta zona pero, por ejemplo, en Villa Adelina, dónde tengo parientes, sí hacían corsos grandes. De
los corsos en Saavedra me acuerdo que el que había, lo fueron moviendo varias veces de uno y otro
lado de la barrera. A esta altura yo ya tenía unos seis o siete años.
Tu
familia es de larga data en la zona entonces. Pero, ¿nada de murga?
Mi
familia oriunda de Saavedra nunca salió en la murga. Mi viejo, que era del
barrio del Hospital Tornú, Villa
Ortúzar, terminó confesando a las
cansadas que de pibe salía en la murga, iban a tirar la manga. De ese barrio era el famoso
bombista Espinosa, pero lamentablemente
desconozco si era la misma murga.
¿Te
acordás de alguna murga que hayas visto en esa época que te haya quedado en la
memoria?
De Saavedra estaban Los Elegantes, un murgón con todas las letras.
Después salieron los Dandys, de celeste
y bordó. Luego Los Magos y después los Reyes. A Los Calamares los recuerdo muy
vagamente. En carnaval, las murgas
venían a tirar la manga a la vuelta de mi casa, frente al sanatorio de la UOM –
en Freire y Correa – y nosotros nos
quedábamos escuchando el viento a ver de qué lado venían los bombos.
Porque a veces la murga salía por
Melián, en frente del Barrio Mitre, otras en la UOM y ya mucho después
salían en la esquina de la casa de Geraldine.
¡Geraldine! Una presencia icónica en el imaginario
saavedrense… Recuerdo la glosa que recita Pantera: “Para vos, Geraldine…”
Geraldine era una chica que violaron y mataron allá por los noventa. Fue
un caso muy sonado. Yo no la conocí
personalmente – ella tenía cinco o seis años más que yo. El asunto es
que ella paraba en la plaza Mackenna y
los que la mataron eran los que paraban con ella. La asesinaron en su casa. Y por eso – a manera de homenaje
– la murga salía en la esquina de su
casa, en el Club All Boys de la calle
Pinto.
Saavedra
es por excelencia un barrio murguero…
Sí, en la UOM, por ejemplo, vi por única vez a la murga del Alemán Apper, Los Estrellados de Saavedra. Después, más adelante, volvieron a sacar a
los legendarios Curdelas, de azul y rojo, y también a Los Dandys, pero de azul
y blanco. Cuando éramos chicos, íbamos con mi hermano al corso y veíamos todas
las murgas. Tratábamos de copiar los ritmos de cada una. Me acuerdo
todavía el ritmo de los redoblantes de Los Fantoches de San Martín, algo parecido al ritmo de los primeros
Dandys, cosa que nunca pude constatar como cierta…
¿Veías
diferencias?
La gran diferencia que veía entre las murgas de mi barrio y las otras –
sobre todo las que salían del lado de Provincia – era un cierto aire marcial
que traían, parecían batallones yendo al frente. La murga de Saavedra – quizás
porque estaban acá – era algo más
“amable” si se quiere. No sé… Era una
sensación muy diferente. No me acuerdo en qué murga que venía siempre al corso,
había un rengo tirafuego que nos asustaba con la llama de la antorcha. Nada que
ver con Cobacho, por ejemplo,que era elegante. El otro era simplemente tétrico. Parecía sacado de una película italiana de posguerra. Mucho antes de salir en la murga, yo ya estaba un
poco pillado de que las murgas de Saavedra eran las mejores… Había murgas-comparsas que venían con un montón
de gente muy bien empilchada, bien organizada, una ponchada de bombos,
travestis, disfrazados, trompetas y tutti li fiocchi. Pero lo nuestro siempre me gustó más.
Ya
de muy chico, entonces, te atraía la murga ¿En qué momento tenés más conciencia de esto?
Con mi hermano memorizábamos los ritmos que nos gustaban y veníamos cantándolos desde la estación hasta casa. Y al día
siguiente los sacábamos con un bombo que teníamos hecho con un bidón y una lata
clavada a manera de platillo de base. Como mi vieja dormía la siesta y yo hacía
barullo, me mandaba a tocar al jardín… Y resulta que en frente de casa vivía
una señora que se llamaba Olga. Al revés de todo el mundo, a ella le encantaba
que yo tocara el bombo a la hora de la siesta.
¡Y además me pagaba! Me acuerdo que la primera vez me dio diez australes, que
en esa época y para un nene, era un montón de plata… Me acuerdo cuando Los Reyes trajeron ese
ritmo nuevo con los cencerros y el surdo.
¡Fue un despelote! ¡Nunca se había
escuchado algo con tanto sabor!
Años después tuve la suerte enorme de compartir filas con uno (con varios en
realidad, pero este es un caso muy especial) de los mentores de este ritmo
nuevo: Eduardo Escobar, alias Cachito Timbaleta o Cacho Fusible. El fue el creador de los ritmos diferenciales
de surdo y cencerro que le dieron la grandísima diferencia al ritmo de los
Reyes y lo hicieron único entre todas la murgas del planeta. Mucho se arrogan
el derecho de la invención del ritmo de los Reyes pero la verdad es esa. El
ritmo es de Cacho. También me acuerdo de Panchi de los Conde llevando el
abanico, una locura. En esa época era común que las murgas llevaran abanicos,
era natural verlos. A nadie se le ocurriría que llevar un abanico requiriera
una gran destreza. Cuando agarré uno, casi me rompo una mano, no es
para cualquiera. También me acuerdo de algunos bailarines pero nunca supe cómo
se llamaban, y de otros que después conocí personalmente. Les poníamos
sobrenombres para ubicarlos, ja ja ja ja ja.
A Esteban Maidana le decíamos Michael Jackson por como bailaba.
¿Y
bombistas?
De los bombistas me
acuerdo de Esteban porque era gigante y lo conocía de la chatarrería. Tenía un
bombo con un calco de la UCR y para mí era un dios mitológico, más o menos.
¿Cómo es eso? ¿Qué
chatarrería?
La chatarrería de Marcos, el Cordobés, quedaba a dos cuadras de casa, en Ramallo y
Melián. Ahí íbamos a vender diarios,
fierro, botellas y vidrio para hacer unos mangos y comprar boludeces, cohetes,
¡qué se yo! Cosa de pibes. Me acuerdo que al principio no sabíamos qué botellas
servían y cuales no. Vos tenés las de sidra (sin sellar), ananá fizz, las lisas
de vino blanco y las lisas de tres cuarto. Bueno, esas eran las que servían y
se vendían enteras. Las otras… Las otras
eran "vidrio muerto". Te las pesaban y después las rompían contra la pared en un cajón de
chapas. No le sacábamos mucha plata pero las llevábamos para verlo a Esteban
estrellarlas contra la pared. Era todo un espectáculo, ja ja ja. Por decirlo de
alguna manera, fue mi primer trabajo… También me acuerdo de Fito, que
tenía un cañón en la garganta. A él lo
conocía de la peluquería, me hacía el "corte colectivero” ja ja ja…
¿De
Fito qué te acordás?
Fito… ¿Cómo decirte? Fito era como nosotros ahora, un enfermo de la murga. No hablaba de otra cosa. En la peluquería tenía fotos de sus hijas, las mellizas, en la murga. No existe un murguero así, de esa talla, con doble personalidad. No se puede, es bipolar. Imaginátelo a Pantera hablando de otra cosa que no sea la murga y Alfonsín, ¿podés? ¡Es imposible! Fito era así también, por lo menos lo que yo recuerdo. Ojo que hay que tener en cuenta que yo era muy chico en comparación. No tenía mucho tema de conversación en común con él. Pero lo que es cierto es que la murga siempre estaba presente. Mi vieja le sacaba ese tema y el entraba a sacar fotos y a contar anécdotas. Con él trabajaba Julito, un peluquero que había salido de travesti en la legendaria Petit Carrousel. El siguió cortándole el pelo a mi vieja. Venía a casa y nos contaba historias de eso también. Pero Julito (creo yo) era en la única comparsa en que había salido.
Fito… ¿Cómo decirte? Fito era como nosotros ahora, un enfermo de la murga. No hablaba de otra cosa. En la peluquería tenía fotos de sus hijas, las mellizas, en la murga. No existe un murguero así, de esa talla, con doble personalidad. No se puede, es bipolar. Imaginátelo a Pantera hablando de otra cosa que no sea la murga y Alfonsín, ¿podés? ¡Es imposible! Fito era así también, por lo menos lo que yo recuerdo. Ojo que hay que tener en cuenta que yo era muy chico en comparación. No tenía mucho tema de conversación en común con él. Pero lo que es cierto es que la murga siempre estaba presente. Mi vieja le sacaba ese tema y el entraba a sacar fotos y a contar anécdotas. Con él trabajaba Julito, un peluquero que había salido de travesti en la legendaria Petit Carrousel. El siguió cortándole el pelo a mi vieja. Venía a casa y nos contaba historias de eso también. Pero Julito (creo yo) era en la única comparsa en que había salido.
¿Petit
Carrousel?
La sacaba el Japonés. ¡Sí!
El mismo que fue intendente de Vicente
López, después. En la zona Saavedra – Martelli.
¿Era, podríamos decir,
una
comparsa trans?
No sé si tanto… Tenía vedettes,
trompetas, bailarines, fantasía (y todo lo que eso implica en lenguaje de la
murga y la comparsa) y travestis con trajes temáticos, como por ejemplo el de
dama antigua, que usaba Julito. Con mi mamá hicimos cuentas y su época de
gloria habría sido la década del
sesenta. Julito le contaba que los vestidos eran tan grandes, complejos y
lujosos que se los ponían con una roldana que bajaba desde arriba del micro. El hecho es que se habla de la
Petit Carrousel como de una fábula mitológica.
La Petit Carrousel no
aparece ni siquiera en los textos más eruditos de la murga en Buenos Aires.
¿Te parece raro? Eso te da la pauta
de que los eruditos también discriminan en un hecho cultural espontáneo como es
el carnaval. Sí, y como te darás cuenta,
Pupita, la murga ocupaba un lugar importante en nuestras vidas y nuestro
imaginario. Tengo por ahí un dibujo del colegio (esos dibujos libres que te
dejan hacer de vez en cuando) en el que hice un murguero y el estandarte de
Los Magos. El asunto es que no nos dejaban salir en la murga, y tampoco
conocíamos a nadie que saliera en ninguna. Además, la murga no era tan
abierta como lo es hoy en día. Era un ambiente más cerrado.
Además del bombo ¿tocás
algún otro instrumento?
Toco la guitarra
desde los ocho años y estudie violín alrededor de dos años. También toco la gaita
gallega y alguna que otra cosita de percusión, pero no mucho.
¿Y cómo se produjo ese
encuentro con la murga finalmente?
Empecé a salir formalmente
en la murga siendo ya más grande. A los dieciocho años arranqué para el Discepolín, donde, en ese entonces, Pantera Reyes daba un
taller de murga allí los miércoles a la noche. Podría haber salido ese mismo
carnaval ¡pero no conocía a nadie! Así que me fui a los ensayos al Centro
Cultural durante todo el año. Para que te des una idea (de entrada yo dije que
quería tocar) estuve yendo casi cuatro meses hasta que me dieron un
bombo. ¡Cómo para demostrar que sabía! La verdad es que mucho no sabía pero me
las arreglaba bastante bien. Entonces no se preocuparon. Después tuve un par de salidas solo. Recuerdo
una del Día del Niño que me dejó
las manos a la miseria.
Fotografía gentileza Néstor Molinaro
¿Cómo fue ese proceso?
Me fui ganando la confianza
poco a poco. Con el Gringo, el Director de Bombos en ese momento, iba a todos lados, nos entendíamos muy bien
para tocar. Con él aprendí a formar la murga, a arreglar las canciones y muchas
cosas más. Al Tolita, otro bombista de esa época, traté de copiarle algunas cosas que hacía en
la rumba. Básicamente, lo que trataba de hacer era aprender de cada uno algo
que me gustaba en particular. El Flaco Sánchez fue el que me dio la
titularidad. Cuando se retiró del bombo me dio su maza y su platillo (que
todavía conservo, obviamente). Además me
enseñó a repicar el platillo, cosa que no se hacía por ese entonces en Los
Reyes. Por eso lo considero mi maestro. El otro que hace un repique (que
incluso hoy en día no puedo sacar del
todo) es el Chiquitín de los Conde. Saqué algo parecido, pero igual, imposible.
Es como si te dijera que con el Gringo aprendí el oficio pero el Flaco me abrió
la puerta hacia otro lugar...
Osvaldo
Sánchez y Chiquitín, ¡dos glorias del
bombo saavedrense!
Sí, el Flaco me dió a conocer otra cara del bombo, otros recursos que yo
consideraba impropios del género. Cuando él me mostró eso yo pensé: "Ah,
¿esto se podía hacer?" Porque no veía a nadie que lo hiciera. Como lo que hace
Chiquitín. Entonces empecé a explorar variaciones
en ese sentido. Además, Sánchez me explicó
muchos aspectos que se le dicen técnicos del bombo, como ser la confección de
mazas, la factura y curado de parches de cuero y, finalmente, fue el que me tiró una punta para
saber cómo se hacían los platillos. A partir de eso, empecé a hacer mi camino
pero basado en esos conocimientos. A
decir verdad, él fue el único que me tiró una data cierta y que no hablaba por boca de ganso. Porque como
siempre digo, el que no sabe, miente, y
el que sabe, se lo calla. Sánchez, como
excepción a la regla que es, no hizo ni una cosa ni la otra. Por eso hablo de
su maestría. Maestro es aquel que te ayuda a desarrollar tu propia manera de
hacer las cosas y no aquel que te fuerza a que lo copies. Son dos concepciones
muy diferentes y, sin embargo, suelen
confundirse...
¿Cuánto estuviste en
Los Reyes?
Con Los Reyes salí cinco años. Después me fui a un desmembramiento de
esa murga: Enviciados por Saavedra. Ahí también salí cinco años y después pasé a Los Magos.
En Enviciados conocí a mucha gente de Los Magos, lo cual facilitó el pase.
Hay quienes hablan de la murga en Saavedra, como un
barrio más en Buenos Aires, uno del montón. Y quienes
directamente hacen una ligazón más profunda, hablan de la murga de Saavedra. Personalmente
creo que murga de Saavedra responde a lo
que considero un estilo distintivo dentro de la murga
porteña. ¿Estás de acuerdo?
Yo
siempre hablo de murga de Saavedra: La murga de Saavedra es diferente a todo.
Los orígenes son prácticamente legendarios. Lo que es cierto es esto: no hay
otro barrio (en la galaxia) en el que se baile como en Saavedra y tampoco hay
otro barrio (en la misma galaxia) en el que haya un sabor como en Saavedra.
Dicho esto, me declaro a favor de la exploración intergaláctica, a ver si en
otra galaxia desconocida encuentran algo parecido... Fuera de joda, hoy en día
hay barrios que reproducen, gracias a la labor pedagógica, cuasi proselitista
de Pantera, la forma de bailar y el
ritmo de Saavedra pero el origen esta
acá. Cuando me dicen que la rumba vino de Martelli, yo pienso: “¿dónde están
esas murgas que crearon este ritmo que fue de ellas?" Porque el hecho es
que nunca vi nada parecido a lo que hacemos en Saavedra. ¿Se entiende? Y eso
teniendo en cuenta que me gusta rastrear los orígenes de las cosas... Por lo
cual he llegado a una conclusión, absurda quizás, pero bueno, mía. La
famosa rumba importada de Martelli, puede ser que haya sido un invento de los
bombistas de Saavedra o una copia distorsionada o personalizada de algún ritmo
de Martelli, y al cual (para "legalizar" su origen) se haya
denominado oriunda de aquel lugar.
Imágenes gentileza Gustavo Portela
¿Cuál sería el fundamento? Yo siempre pensé que
mucho de la estética actual de la murga
de Saavedra, provenía de la relación estrecha con Villa Martelli. Por ejemplo,
la vestimenta, las casacas claramente tienen su inspiración en Zona Norte, donde actualmente hay una
mixtura rara de murga y comparsa…
¿En qué me baso para formular semejante hipótesis descabellada? ¡Ja ja
ja! Bueno, sabido es que somos gente conservadora (los murgueros) y más en
aquella época. También es sabido que los argentinos tenemos cierta devoción por
lo importado. En algunos casos, decir que algo es importado es casi una garantía
de calidad. Si a esto le sumamos que en Saavedra para esa época no había murgas y que "las murgas" eran las murgas de Martelli, decir que un ritmo nuevo provenía de
Martelli, equivalía a decir que era un ritmo bueno. Más teniendo en cuenta que
ese ritmo, era "realmente" bueno... Pero esto es una especulación personal, nada
tiene que ver con lo fidedignamente histórico que – como como ya dije – es cuasi legendario y se resume a un lacónico
"la rumba vino de Martelli". Sin embargo resulta misterioso que en
Martelli no quede ni el olor de ese ritmo tan sabroso y particular. No hay
rastros del ritmo ni tampoco del baile que lo acompaña, ¿no es raro? Esa fue exactamente toda la información
que recabé acerca del origen de este ritmo único. La verdad es que como dato resulta
bastante parco. Pero precisamente por la parquedad de las referencias me
resulta algo dogmático y engañoso. No nos olvidemos de que escuela proviene
nuestros informantes y de que escuela provenimos nosotros mismos. Como te dije alguna vez omnis homo mendax, todos los hombres mienten.
Es
una especulación muy interesante ¿Sería un modo
de legitimación?
Tal cual. En definitiva lo que se logra es "legalizar" un
punto de vista diciendo que así es la tradición, que así se hacía antes. ¿Quién te va a contradecir? ¿Quién puede hacerlo con
real autoridad? De esa manera se instituyen conceptos establecidos que muchas
veces no son del todo fehacientes. Sin ir más
lejos, como hablar del origen supuestamente afro de la murga. Cuando
nació el fenómeno de la murga propiamente dicha – pasada la etapa amorfa de la comparsa – los negros no existían como etnia apreciable
cuantitativamente hablando en Buenos Aires. Ya antes del 1900, Lucio V. Mansilla dice en
un relato "lástima que ya no existan (refiriéndose al país) los negros como
Juan Patiño". ¡Y estamos hablando de cuarenta o cincuenta años antes de que se conforme lo que podríamos llamar
"murga moderna”! No sólo lo pienso,
lo afirmo.
Vos considerás a Cachito como “mentor” de un
quiebre, alguien que hace un aporte fundamental a la rítmica saavedrense. El ritmo de Saavedra de antaño (el de Los
Curdelas, por ejemplo) era solamente bombo con platillo. ¿Vos tenés registro de
esa diferencia? Las veces que escuché (poquísimas) a Los Reyes sólo con bombo y
platillo sentí una energía distinta, onírica, bella, sí, sin duda, pero sin esa
característica que te hace pensar: “Uy, ahí vienen Los Reyes”. De ahí lo de
“única en el planeta” que vos decís, ¿no?
¡En la galaxia, ja ja ja! Durante muchos años Cachito fue el encargado
de ponerle el sabor al ritmo de Los Reyes. Qué nadie lo tome en cuenta ni que
lo diga no quita que sea cierto. Te voy a contar una curiosidad. Muchas veces,
hablando, uno terminaba diciendo cosas que no sabía que sabía. Esto es, que uno
sabe cosas de las cuales no tiene registro consciente. Por ejemplo, no sé si te
acordás aquella vez en el San Jorge, en otra conversación que tuvimos, Hernán
Soldavini contó algo muy interesante.
Sí, sí lo recuerdo…
Soldavini, después de haber
afirmado rotundamente el origen afro de la murga porteña, dice algo acerca de
su abuelo italiano, a la sazón, bombista de murga. ¿Qué había dicho él? Que el abuelo no
tocaba la murga como es ahora. Se tocaban tangos, valses y tarantellas. Cosas de
gringos. Y, sin embargo, era una murga. Y pregunto yo: ¿dónde entran los negros
en todo esto? A eso me refiero con lo de
decir lo que uno no sabe que sabe. Cachito es hijo de santiagueños. Y el famoso
ritmo de surdo de los Reyes (cuando hacen lo que le decimos "parche",
a lo que en otros barrios le dicen
rumba) no es más que un ritmo de vidala... Claro está que Cachito no lo sabe, conscientemente.
Si vos le preguntas a él, te va a decir que ese ritmo lo trajeron cuando fueron
a Gualeguaychú (así me lo contó a mí).
Ahora, mostrame una grabación de un ritmo siquiera similar a ese que hagan las
comparsas de Gualeguaychú. ¡No existe!
Es el mismo mecanismo del que te hablaba antes. El ritmo es de él, pero
para legalizarlo, es de otro. Ahora bien, si en su origen la murga es o no afro, de
aquella murga primigenia, hoy ya no queda nada; como nada queda de la murga
"gringa" del Buenos Aires pre-peronista, esto es, antes de la
corriente inmigratoria interna masiva de los años cincuenta. Esa misma
corriente que asimiló el género y lo transformó hasta lo que nosotros SI
llegamos a conocer pero de lo que hoy, prácticamente no queda nada. Todo se
transforma.
Son dispositivos frecuentes en las culturas populares.
Tal cual, es un mecanismo recurrente en la historia de la música… Te doy
otro ejemplo. Hay un ritmo, la rumba gallega, que supuestamente fue llevado
desde Cuba a España luego de la Guerra de Cuba. La rumba flamenca también tiene
el mismo origen. Ahora: los rumberos cubanos afirman que la rumba cubana está
tomada de la forma de las coplas y la música españolas, (y es más, las coplas
antiguas son españolas netamente). Sólo que ellos las han reformado a su estilo. Hasta
ahí vamos bien. Ahora, los españoles dicen que ellos traen la rumba de Cuba.
¿Me seguís? ¿Donde nació la rumba? ¿En
Cuba y luego fue a España o nació en España y luego fue a Cuba? Lo cierto es
que ambas maneras de tocar la rumba son muuuuuy diferentes: una es de clarísima
influencia afroamericana, y la otra es de evidente raíz hispano-arabiga. Parece
que tenemos un problemita a la hora de reconocer nuestros verdaderos orígenes,
más allá de lo que quisiéramos ser...
En Saavedra, lo cierto es que se percibe un vuelco,
por lo menos en una de las vertientes murgueras. Los Calamares llevaban levita y no usaban
surdo. Antes de eso, tampoco Los Curdelas.
En cuando incorporan su fantástica batería, la rítmica de Cachito. Antes de eso
las murgas de Saavedra no tenían todo ese colorido. La ropa de los reyes se
inspira en la de los Ambiciosos de Villa
Cerini, luego Ambiciosos de Villa
Martelli.
Hay una canción de Los Reyes, que es de Néstor Molinaro, “Inquebrantable”, en la que
ellos se describen a sí mismos como “madres
paridoras de otras murgas”. Jorgito
Sanjurgo, cantor y letrista de origen saavedrense actualmente Director de Escenario de Los Renegados de Villa Pueyrredón, me hizo notar el otro día que eso no se refiere solamente a los distintos
desgajamientos que sufrieron Los Reyes con los años si no que también hace
referencia a murgas que nacieron de pibes y pibas que salieron en su momento en Los Reyes. Pero hay otra vertiente,
con otros protagonistas. Nico Poggi, Director
de Los Magos, tiene estampado en su traje “el Barrio de Los Tachos” si bien tiene cruces y préstamos estilísticos con Los Reyes y su prole, se distingue por características propias.
Como todos sabemos en Saavedra
hay varios barrios o sub-barrios bien
delimitados, a saber: Villa Cerini, Barrio Mitre, Barrio de los Tachos, La Loma o Las Lomas
(que es donde vivo yo, cercanías del Parque Saavedra),Villa Cerini, Barrio Perón
(en la zona del Museo Saavedra), la pequeña franja de casas que está por Galván,
que aparece en los mapas como Barrio 1° de marzo y lo que vendría a ser el
barrio de la estación para el lado de Urquiza.
Comúnmente, a los murgueros que viven en esa área se les dice los pibes del Apolo o El Viento Norte, que
son los clubes donde paran. Son la gente que nucleó el Negro Murúa, de Los
Elegidos del Dios Momo. A eso tenés que sumarle los pibes de la Siberia, que
son de Platense, que también tienen relación con Los Elegidos. Cada barrio
tiene su murga insignia, el Mitre tiene a Los Reyes. Y también
a Los Goyeneches, ahora, pero por mucho tiempo el monopolio del barrio
lo tuvo Pantera con breves irrupciones de Los Curdelas de Ezequiel, Los Dandys de
Rico y Los Fantasmas de Andrés. La murga emblemática de Las Lomas, primero que
nada es Los Curdelas. Luego de muchos años, de La Loma, salen Los Elegantes, ¡otro
murgón de la hostia! Del barrio de Los Tachos, es, fue y será El Centro Murga Los
Magos de Saavedra. La única murga que pudo nuclear a las bandas fue Los Calamares:
llevaban un micro para cada una. La gente de la Mackenna, los de Manzanares, los
del Barrio Mitre, etcétera. El asunto es que si te equivocabas de micro, cobrabas.
Entonces, por lo que contás, uno
de los aspectos de Los Calamares es
que a todas luces lograban entre sus
integrantes algo muy difícil, una convivencia a partir de
lo artístico… ¿Ves diferencias estéticas entre una murga como Los Reyes y
otra como Los Magos? ¿O no hay diferencias?
Bueno, por ejemplo, la mixtura entre el ritmo de Los Reyes y el ritmo Mago es de mi autoría.
Cuando me tiraron por la cabeza la batuta de Director, me encontré con un ritmo
muy normalizado, muy de Urquiza, como le diríamos nosotros. Cuadrado cien por
ciento. Yo venía acostumbrado al ritmo de Los Reyes y todo su color y sabor,
por un lado. Y por el otro a la
fanfarria de Enviciados.
¿Fanfarria?
Fanfarria se le llama a la orquesta o banda de vientos característica
de las corridas de toros, como para que te des una idea. Por extensión, a todo
aquello que tenga trompetas y haga mucho quilombo, ja ja ja ja.
¡Aaaaah!
¡Ahora sí!
Cuando me encontré con esto, fue como despertarse con resaca... Hay
diferencias muy mínimas, pero significativas, que obviamente derivan del hecho
de que estás diez cuadras más allá. Por ejemplo, en Los Magos, después de los tres saltos (a
lo que se le llama erróneamente "matanza") se toca algo muy similar a
los Reyes, con una mínima diferencia. La célula rítmica es más larga. Enviciados la tocan igual que los Reyes. A la rumba, prácticamente la
reintroduje yo porque lo que hacían los
Magos hasta ese momento no era como lo
que hacían los Reyes, más completo y complejo. Así que en ese desarrollo, yo
tendría algo que ver. Se practicaba más
lo que en los Reyes se denomina "parche", que es la rumba de bombo. Y
no, la rumba - rumba, que es con aro,
que es la que nos diferencia a los saavedrenses del resto de la creación.
Es
algo que fluye, una identidad que perdura pero que a la vez se desliza…
Bueno, Los Elegantes contemporáneos tienen un ritmo que los emparenta con el Los Magos de Pablo Manzi porque la gente
que los conforma hizo su formación
musical en esos Magos. Lo de Los
Goyeneches es un caso único, una murga de Saavedra que para diferenciarse del
resto de las murgas de Saavedra adoptó un ritmo distinto. Como decisión
política (el hecho de tener identidad propia), comparto; como resultado
estético, disiento.
¿Qué te convocó o qué estabas buscando que te hizo
recalar en Los Magos?
Yo salí desde el 2010 hasta el
2016 en Los Magos, nos mudamos desde Enviciados con El Moli (mi compañero inseparable de correrías,
Nicolás Molina). ¿Qué me atrajo? La buena onda. Yo estaba
acostumbrado a sentirme un "sapo de otro pozo" en la murga.
¿Cómo
es eso?
Es que así te hacian sentir, un
gaijin, un extranjero. En Los Magos me recibieron con los brazos abiertos
sin conocerme. En esa época, Los Magos era LA murga cachivache de Saavedra. Mirá que bien que me recibieron que me importó tres pitos el ritmo, el
cartel y toda la bosta... Con El Moli estábamos barajando la posibilidad de
irnos a Boedo ¡imaginate, Pupita! Pero por intermedio de una amiga, un día me llevan
a la casa del Pollo justo cuando hacían el asado de la murga. Yo no estaba acostumbrado a tanta buena onda.
Me recibieron con una silla, morfi y chupi, con esto te digo todo. Ahí me dije:
"yo me quedo acá; me robaron el corazón. Ja ja ja ja jaaaa.” Además yo conocía bastante gente que en ese momento estaba en Los Magos pero
que había salido en Enviciados en
su primer año. Además, teniendo en cuenta que hice la primaria en el Barrio de los Tachos, no había mucho que
decir. Al día siguiente, ni bien me desperté, lo llamé al Moli y le dije:
- Moli, ya encontré murga.”
- ¿Si? ¿Cual?
- Los Magos
- ¿Los Magos? ¿Estás seguro?
- Moli, yo sé lo que te digo.
Y así comenzó formalmente nuestra
estadía en Los Magos. Todo por un chori y una birra adjudicados en el momento
oportuno.
¡Ja ja ja! Contame
un poco sobre tu rol en esa murga, qué significó ser Director de Bombos.
Ser Director de Bombos es ser un poco el papá de los bombistas. Sos
el ejemplo, tenés que ser el primero en ponerte el bombo y el último en sacártelo;
no podés aflojarle nunca (te están mirando ¡y no hay nada más contagioso que el
ejemplo!). Necesitás tener disciplina y flexibilidad al mismo tiempo, ser su maestro. Pero tenés que saber reconocer tus faltas también. Imponer autoridad no
significa ser despótico. Hay que mantener unido al grupo, hacerlo participar y
que se sienta parte de la dinámica creativa del ritmo. Hay directores que
bajan una línea y no le dan bola a las propuestas de los otros. Esto es
contraproducente porque la gente se siente forzada. Yo trato de enseñarles mi forma de hacer las cosas y ayudarlos a que descubran cual es la
suya. Los resultados son exponenciales porque el ritmo nunca se estanca, como
observo en otras murgas. Además de todo esto soy de a ratos el consejero
sentimental, psicólogo birrístico, albacea, motivador, fomentador de
actividades en común para reforzar los vínculos (léase asado) y un largo etcétera.
Aparte de esto, el director es el que forma la fila, da los pies para los
cortes y arregla las canciones.
El proceso creativo derivaba siempre,
según mi escucha, en un ultra característico big bang
sonoro. A mí me gusta llamarlo trip.
El trip que vos decís, es producto de esa coparticipación, el dejar fluir el ritmo de cada uno, depurarlo, organizarlo, enacauzarlo y darle la morfología adecuada para que sea recordable (pegadizo) y efectivo a la vez. Y el resto es pura magia...
El trip que vos decís, es producto de esa coparticipación, el dejar fluir el ritmo de cada uno, depurarlo, organizarlo, enacauzarlo y darle la morfología adecuada para que sea recordable (pegadizo) y efectivo a la vez. Y el resto es pura magia...
Los ensayos de la murga, ¿siempre comenzaban con lo instrumental? ¿Cómo
y en qué momento se ensamblaba esto con el resto de los componentes de la performance?
Había varios tipos de ensayo: de bombos, de bombos y baile individual, ensayo (sin
bombos), escenario con bombos en una sala ad
hoc. Y los de ensamble. ¡Todo esto para que después nos mandaran a la
"C", ja ja ja!
No todos
iguales entonces…
Me hacés
reir, Pupita. La mecánica de los ensayos
siempre, pero siempre, varía en función
de la gente que concurre. Y sabemos que no siempre van
los convocados, porque ¡es una murga! El ensamble de todo se iba haciendo más
que nada (y realmente) sobre la marcha. Ibamos probando qué es lo que quedaba,
lo que salía bien. Y al mismo tiempo, entrenando a la tropa en la reacción,
esto es, en saber captar al momento lo que se le indica porque si no lo que pasa
es que la murga se automatiza. Y los corsos, vos sabés que no son todos iguales, ni lo son todas las presentaciones. Por eso es importante
que la gente esté atenta a las señales que les damos sus correspondientes
directores. Vos habrás visto performances perfectas de murgas en las cuales no
falla nada. Una actuación preparada para un escenario tal o cual, con un un número
determinado de gente.
Sí, sí,
tal cual lo decís…
Bueno, en Los Magos eso no lo teníamos, la gente
nunca era la misma, las cosas variaban y los jugadores tenían que estar despiertos
para cambiar el asunto a último momento si la circunstancia lo requería. Esa
era nuestra manera de hacer las cosas: tener algo preparado pero estar listos
para lo inesperado.
La
dinámica de lo impensado, adaptando el concepto de Dante Panzeri… ¿Cuál era en ese momento la propuesta estética de Los Magos? ¿Qué
sentís que había en cuento a tradición y a innovación o ampliación del género?
En cuanto a propuesta artística, bueno,
para eso te puedo citar una respuesta genial que le dio el Pollo a Ana Gerez. Resulta
que, en un tema, nosotros hacíamos una
clave de tres – dos como la de candombe y Ana no va que le plantea al Pollo que eso era uruguayo,
a lo cual el Pollo, muy salomónicamente,
zanja la cuestión de esta manera: “Todo lo que hacemos nosotros es murga, porque lo
hacemos nosotros.” Me parece lo más
claro que escuché al respecto. No quiere decir que si hacés música electrónica
y decís que es murga, sea murga. No, no somos Tonolec. Lo que se hace en Saavedra es murga, indiscutiblemente. Si alguien nos quiere contar las
costillas acerca de lo que es y lo que no es la murga, que venga a hablar
conmigo, que lo vamos a charlar con mucho gusto.
¿Cómo entraría a jugar entonces
la cuestión de la tradición? Volvemos siempre a lo mismo…
La tradición es dinámica, es todo lo contrario
de lo que se entiende generalmente. Lo tradicional es el cambio pero ¡ojo! El
cambio se genera desde adentro. Si no, es un cambio artificial. Hay cambios como
los que operan los difusores masivos, como ser las radios, bandas de rock y
grupos de folclore. Esos aportes al género
son de afuera hacia dentro de una manera lógica, como se ha venido operando en la
mecánica tradicional de la murga. De ese modo, las murgas pasaron de cantar
milongas de Piana y Manzi, a cantar temas de Palito Ortega o de Los Olimareños.
Acá se mezcla todo. El asunto es quién lo hace y cómo lo hace. En el producto
final se nota y se nota mucho quién lo hace. Es lo mismo que le pidas a un
yanqui que te haga un asado. Va a ser carne de vaca, asada a la parrilla, con
el mismo carbón y la misma sal... Pero no va a ser un asado. Con la ampliación
del género pasa lo mismo, valga la comparación. Si un día un asador criollo se
le ocurre ponerle jengibre o cilantro al chimichurri, no va a dejar de ser un
asador criollo ni va a dejar de ser un chimichurri. Pero si aparece un sueco que te dice que el
asado se hace con un soplete y el chimi lleva hongos de Varsovia, el asunto
cambia, ¿no? Y peor que peor, si aparece un estúpido porteño, basándose en la
receta del sueco, embanderándose con ese asado, ¿qué podemos decir al respecto?
¿Yo le voy a enseñar a los chinos a hacer el arroz? Dejémonos de joder… En cuanto a la innovación, yo creo que vale
todo. Todo lo que suene bien. Tampoco
querer meter un cuadrado adentro de un círculo ¿no? Yo veo mucho murguero de
hace cinco minutos queriendo llevar la tradición para su molino, hablando
pavadas y la verdad es que prefiero ignorarlos, prefiero dedicarme a lo mío. A
lo que me gusta. Ahora,si vos me querés convencer
de que la historia es otra, de que lo que me decís es verdad y todo lo que yo
vi y viví no es cierto ¡andá a freir churros, que querés que te diga!
¿Y en el caso de la poética, las
letras de los cantos, las glosas?
La canción y el recitado de las murgas dependen en gran medida de la línea
de la dirección. Vamos al caso arquetípico: el estilo de Los Reyes se definió por las
canciones de evocación (esas que le cantan a la misma murga) y por las
combativas. Pero no siempre fue así. Pantera
tiene un ideal de murguero militante y eso logro plasmarlo no sólo en su murga si
no en todo el movimiento que generó a partir de su espíritu pionero – docente. Que
un murguero de Santiago o Bahía Blanca cante enardecido "Vamos a trabajar
para que el carnaval no se pierda en los años" es un logro de Pantera. El
encontró una necesidad de identidad en toda esa gente y la llenó con su mensaje
combativo. Si uno lo mira objetivamente, suena tan ridículo como si yo me
emocionase cantando las canciones de la Guerra Civil Española. Y, sin embargo,
es el mismo fenómeno.
A
veces el director o los que gerencian o tienen algún tipo de poder de decisión
en la murga no son los que escriben. Muchas veces ni siquiera el que canta es
el letrista…
La línea poética depende del que escribe y de su hegemonía en la murga. Las épocas
cambian y cambian las líneas estéticas generales y las modas. Y aunque parezca
extravagante, las ideas también son moda. Sólo escapan a esa frágil
temporalidad aquellas personas (directores, poetas, etcétera) que tienen un
universo propio y logran hacerlo común a todos. Esa es la cualidad que ha
tornado inmortales a los poetas a lo largo de toda la historia: la
universalidad de sus conflictos – ideas y
la manera de plasmarlos y hacer que eso se convierta en un sentimiento popular.
Dicho de esta manera, suena un poco pretencioso al referirnos a un género menor
como lo es la murga. Pero este es nuestro pequeño cielo y estas son nuestras pequeñas estrellas.
Anteriormente mencionaste a Osvaldo Sánchez cómo alguien que te pasó información valiosa y
veraz para agarrarle la vuelta a la fabricación de platillos. A mí me parece
una genialidad esto de retomar un arte
prácticamente olvidado… Yo cuando empecé a tocar el bombo, muy a principio de
los noventa, me recorrí prácticamente
todo Villa Urquiza y Saavedra buscando infructuosamente a la única persona que supuestamente todavía los hacía por esta zona. Recorrí herrerías,
fundiciones, talleres, zinguerías, bares… No lo encontré… Muchos años después, tuve la suerte de participar en un Encuentro
Murguero en Bahía Blanca cuando Los Magos
organizaron un taller…
¡Sí! Son una cosa de locos esas imágenes…
Fue una idea que tuvimos con mi
hermano más que nada para que los pibes de los bombos se vieran identificados
con el trabajo que estábamos haciendo. Quizás parezca innecesario pero todos
necesitamos algún reconocimiento. Parece tonto pero no alcanza con tener en la
mano un platillo que fabricaste vos mismo, necesitás de alguna manera que el
otro lo vea, ¿me explico? Es una necesidad si se quiere narcisista. Y a mí no
me importa nada más que el objetivo. Si
quieren canelones, serán canelones y si quieren choripanes, serán choripanes. El
asunto es que la tropa camine orgullosa, alegre y contenta. Creo que el objetivo
fue ampliamente alcanzado y creo que hasta se nos fue un poquito la mano. ¡Me tienen podrido preguntándome precios de
los platillos! Vos decís arte, Pupita, pero es discutible. Esta técnica que desarrollé en
solitario, nunca se practicó acá para fabricar platillos. Llamativa y
gratamente, descubrí hurgando por YouTube que esta misma técnica es la que se
utiliza para realizar cuencos tibetanos, gongs, gamelan y platillos en Asia, Arabia,
India e Indonesia, lo cual sí me llenó de orgullo, porque a mí nadie me lo
enseñó. Acá siempre se hicieron torneados o con prensas y si los métodos son
diferentes, lo más natural es que los resultados también lo sean, ¿no?
¿Cómo se dio?
La idea de hacer un taller en el
Encuentro de Bahía Blanca fue del Director General de Los Magos. Ese año habíamos hecho platillos para nosotros y los hice laburar a todos como enanos.
De esa manera, con ese trabajo, empecé a consolidar el grupo de los bombistas. Así
empezamos a tener una identidad común y lazos más fuertes entre todos nosotros.
El la cazó en el aire y dijo: "esto hay que
mostrarlo" porque realmente, cuando lo haces de noche, todo el asunto del fuego le da un aire muy
espectacular al asunto. Hicimos
platillos para otra murga, ¡ni me hagas acordar! Un pelotudo me terminó diciendo
que mis platillos "no tenían la cavidad acústica necesaria y que por eso
no sonaban como ellos lo requerían". Para colmo me lo dijo por un mensaje
vía Facebook. Me lo quería comer crudo.
¡Ja ja ja! Cómo si te estuviera viendo…
Vos podes decir cualquier cosa de mis platillos: que son feos, que están
mal cortados, que están quemados y una larga lista de etcéteras, que son
ciertas, dependiendo del celo que le
ponga al confeccionarlos. Lo que nunca, de ninguna manera, jamás voy a
tolerar es que me digan que no suenan. Porque para eso están hechos y sé
positivamente que SI suenan porque los toco. No soy un tornero que hace
platillos que no usa. ¡No! Soy un bombista que hace platillos y los hago para
cubrir mis necesidades porque los platillos convencionales de murga no las
cubren. Así que me enojé mucho con el
tarado este que ni siquiera fue capaz de dar la cara y lo único que logré es
que los pibes me sigan cargando hasta el día de hoy con la dichosa
"cavidad acústica". Ya te digo, básicamente, la importancia de hacer los platillos nosotros
mismos, además de ahorrarnos la guita del tornero y de hacer un producto que
satisfaga nuestras necesidades como bombistas fue la de consolidar una
identidad grupal: una murga en la que los bombistas se fabrican sus propios
platos. Y esto no lo hace nadie. Los
tener que ver a los negros lustrando esa chapa, aunque ni siquiera hayan ido a
buscar una birra mientras hacíamos el fuego. No importa. Cumplimos el objetivo: nuestros
bombistas y murgueros estuvieron orgullosos de pertenecer a un grupo selecto
entre todas las murgas del planeta. Y no es poco, ¿no?
No es sencillo afianzar la identidad de un grupo tan lábil como el que componen los bombistas dentro de una murga, que ya de por sí es de una fluidez y una variabilidad impresionante...
No es sencillo afianzar la identidad de un grupo tan lábil como el que componen los bombistas dentro de una murga, que ya de por sí es de una fluidez y una variabilidad impresionante...
Sí, en nuestro caso, los bombos
dejaron de ser para unos pocos elegidos que tenían "facilidad" para
tocar. Y nos llevamos algunas sorpresitas, gratas sorpresitas. Y grandes
satisfacciones, como ver que un tipo que llevaba una bandera porque creía
incluso él mismo ser un completo inútil
para otras cosas, se transforma en un
buen bombista. Igualmente me gusta
también interactuar con bombistas de otras murgas y nutrirnos recíprocamente. A
veces está bueno trabajar con un tipo
que ya sabe tocar y que toca bien y pasarle algunos truquitos bobos para
mejorar su performance y así enriquecer el género como hicieron conmigo a su
debido tiempo. También a mí me resulta beneficioso este intercambio ya que
cuando enseñás algo, el otro nunca lo hace exactamente igual y eso es lo
interesante porque ahí ya tenemos dos formas diferentes y yo puedo aprender de
ese "ritmo de vuelta". Y así
infinitamente... Es una satisfacción enorme "fabricar"
murgueros. Así como en su momento a mí me prestigiaba haber salido en Los Reyes, me
gustaría que en unos años haya pibes que sean conscientes de la escuela que les
pudimos dar en Los Magos más allá de que lo digan o no y de la murga en la que
salgan: lo que importa es el ritmo. Cuando yo empecé a hacer platillos (y hoy
todavía) me decían cosas como "el secreto no tiene que salir de
Saavedra". Ja ja ja ja. Claro. ¿Y se muere conmigo, no? ¡Así es como se pierde el
saber!
Fotografía gentileza Centro Murga Los Magos de Saavedra
Fotografía gentileza Centro Murga Los Magos de Saavedra
¿Pensás
que la murga debe ser sólo un producto artístico?
Actualmente hay muchas corrientes ideológico-prácticas referentes a lo
que es o debería ser una murga. Ser o no ser, esta es la cuestión ¿no? Estamos
en una época de apertura del género y hay muchísimas facetas y matices. Y todas
dicen ser la verdadera. Y de alguna manera lo son, a mi modo de ver. Está la acepción de la murga – militante – politizada,
con un fuerte contenido partidario más que nada. Tanto sea oficialista como
opositor. También están las murgas que siguen funcionando como hinchadas de
futbol, con una fuerte identidad en ese
sentido.
¿Y eso cómo lo ves?
Yo creo que en tanto y en cuanto la identidad de la murga siga
dependiendo de los colores de un equipo o de una bandera política, la murga
como ente cultural nunca va a lograr una total autonomía. Considero que si en
algún momento las murgas dependieron casi exclusivamente de este tipo de
organizaciones, ya no debería ser así,
si realmente se está luchando para obtener un reconocimiento
social-gubernamental, como lo estamos haciendo. Mientras la murga siga estigmatizada
por el componente político-futbolero (que básicamente es casi lo mismo) vamos a
seguir quedando pegados en cada revés que tenga políticamente el benefactor de
turno. Creo que para poder construir una identidad independiente hay que volar
del nido o, en este caso, terminar de separar las aguas en un futuro. Pero sin renegar del pasado, obviamente. Los orígenes son los orígenes y son
innegables. El problema radica en aquellos que pretenden realizar este cambio
"desde afuera", ¿me explico? Hay
murgueros con cinco minutos de carnaval
y cero tradición murguera, que pontifican acerca de lo que es y lo que debería
ser la murga... Y no es así la cosa. Yo peleo personalmente para tratar de
desligarme cada vez más de ese tipo de mecanismos coactivos que tienen tanto la
política como el fútbol con respecto a la murga. Estoy hablando de murgas que
tienen una historia y han pasado o están pasando por este proceso. Las murgas
que se forman fuera de este ámbito, generalmente no tienen estos problemas. Lo
que tampoco suelen tener este tipo de murgas es tradición murguera. Sin juicios
valorativos, pretendo ser lo más objetivo posible. ¿Hay una problemática en
este sentido? Sí, la hay. ¿Hay alguien que sea dueño de la verdad absoluta? No,
no lo hay. Entonces será cuestión de crear una identidad común entre todos, sin
mesianismos ni divismos porque esto no
suma para nada.
¿Qué sentís cuando ves
la gran medida en que los murgueros de Bahía Blanca tienen tan compenetrada la
murga porteña, especialmente la de Saavedra?
Lo que me pasa con la murga de Bahía es contradictorio. Por un lado me
gusta que sea TAN de Saavedra y por el otro me entristece un poco que sean TAN
de Saavedra. La primera vez que fui (creo que fue en el 2002 o 2003) allá había
dos murgas: Via Libre y Los Mocosos de la Villa, ambas con una fuerte identidad
saavedrense, si se quiere. Hoy en día
hay alrededor de veinte murgas. Esto habla a las claras de una necesidad cultural
que vino a llenar la murga: los bahienses necesitaban murga. Ahora, las nuevas
murgas de Bahía ya no son tan parecidas a la murga de Saavedra, en parte, para
diferenciarse de una murga – madre bahiense como Vía Libre y, en parte, para
definir su propia identidad. Es lo que yo veo. Puedo equivocarme, claro. Para
mí todas las expresiones son válidas y no hay una más legítima que la otra. Hay
algunas que me gustan más que otras y esto es enteramente subjetivo. ¡A mí me
gustan las murgas de Saavedra!
¿Es
el único encuentro de tipo nacional o regional al que fuiste? ¿Qué opinión te
merecen estas reuniones?
Solamente fui a Bahía Blanca y a
otro encuentro en Junín. Ahí descubrí una
cosa: si bien en Bahía, por el solo hecho de ser de Saavedra, uno es casi
referente, en los otros encuentros no existís, sos uno más. Y en algunos casos
ni eso, ja ja ja. Hay toda una fauna de murgueros de encuentros de murgas que
si bien hacen murga porteña, tienen
referentes distintos a nosotros. Ya sabemos que Saavedra es una especie
de mundo aparte en la murga pero en Bahía ese mundo aparte garpa y en otros
lados ni aparece en el mapa. Veo muchas murgas del interior que hacen la suya y
beben de otras fuentes, lo cual me parece perfecto pero no deja de darme la
sensación de que no tenemos nada que hacer ahí. Es otro flash el que se
comieron; es otra murga a la que rinden culto. Y salir en un lugar donde a la
gente no le gusta lo que hacés o no comparte tu enfoque estético es como ir a
esos corsos hostiles donde vas a molestar no más, a sabiendas de que no les
gusta tu murga. Lo cual no deja de ser divertido, claro.
¿Sirven
estos encuentros?
¡Claro que sirven estos encuentros! Sirven para consolidar la identidad,
para aceptar la diversidad, para conocer, intercambiar, para muchísimas cosas
sirven los encuentros de murgas.
Ahí
se cruza también la problemática de la
identidad y la de la herencia…
Casualmente – si es que existen las casualidades – te iba a mencionar una reflexión que me suscitó
el Encuentro de Suardi, a través de
Facebook. Me enteré por comentarios de murgueros de Bahía Blanca, y de otros
lugares, como, por ejemplo, San Juan, a quienes tengo agregados entre mis amistades.
Me produjo una impresión rara toda esa gente llamándose murguera, “luchando por
el género”, “bancando al movimiento” y otras apreciaciones. Acto seguido me sentí
un fósil, ni siquiera un dinosaurio, un fósil. Como esos que decían que lo que
nosotros tocábamos no era murga. Porque a decir verdad, en mi tosco cráneo no
entraba la verdadera noción de que ELLOS fueran murgueros. "Murgueros
somos nosotros, esos no saben nada". Eso,
además de un montón de cosas buenas que te he comentado y que vos ya
sabés, es algo que me han inculcado y forma parte de la construcción de mi
identidad como murguero. Por suerte me doy cuenta antes de abrir mi inmensa
bocaza y sentenciar nada. Porque el género no le pertenece a nadie. Quizás en
algún momento a ellos les suceda lo mismo que a mí, llegado el caso. Espero que
lleguen a una conclusión similar o mejor – sería terrible que no
evolucionásemos nada. Nosotros
consideramos real y legítimo sólo aquello que forma parte de nuestro pasado (obviamente
versionado, no hace ninguna falta que sea rigurosamente cierto) y lo que forma
parte de nuestro presente, legitimado por ese supuesto pasado. Generalmente
cuando se construye la identidad, se hace a grandes rasgos de dos maneras: por
afinidad o por oposición. El clásico ejemplo es el de los rasgos y conductas
familiares: "yo soy igual a mi viejo" o "yo soy totalmente lo
opuesto a mi viejo". Suena un poquito esquemático pero no olvidemos que
estamos tratando de entender y para eso hay que simplificar.
Y en cuanto a la murga, ¿cómo sería esta
cuestión?
Cuando hablamos de la murga, siempre
empezamos diciendo que se trata de un género marginal, y esto es absolutamente
cierto. Ahora, estos "marginales", ¿con quién preferirán
identificarse? ¿Con los cajetillas y dandys o con los negros? Sabido es que las
sociedades africanas gustaron tanto a los porteños que todos los señoritos
salían pintados de negro en carnaval. A raíz de esto, los negros dejaron de salir
por vergüenza y, paradójicamente, las sociedades africanas que
perpetuaron la tradición de lo que mucho más tarde sería la murga no estaban
conformadas por negros reales si no por "pintados. Echemos un vistazo al
presente y podemos decir que es un mecanismo perfectamente lógico, ¿no? Máxime
teniendo en cuenta lo que te acabo de decir con respecto a Suardi. Ahora, situémonos
en los años sesenta, setenta, ochenta, de
los cuales provienen la mayoría de nuestros informantes vivos. ¿Con qué grupo
etnológico se identificaría toda esta masa de inmigrantes internos. ¿Con los
negros libertos o con los tanos carboneros? De esa manera se construye (creo
yo) el discurso y la "identidad" (si no ficticia, al menos incompleta)
del murguero de los años ochenta y noventa. Ahora el tratamiento de la
identidad está virando porque están cambiando los componentes sociales de los
que se nutre la murga y, obviamente, uno
no deja de ser la misma persona por más que cambie de dieta. Pero que el asunto
cambia; cambia. Lo que planteo fundamentalmente es que si bien el origen de las
comparsas pueden llegar a ser las sociedades africanas (cosa que puede ser
probable como no) el origen del ritmo de murga de afro no tiene nada, nada, nada.
Y si alguien tiene algo para decir al respecto, que lo diga con pruebas y no
con palabras de otro. Un poquito talibán lo mío, ¿no? Ja ja ja. Fijate que
funciona también como un mecanismo de oposición al discurso normalmente
aceptado. Mi objetivo personal no es tener razón absoluta si no que de la confontación
de ideas, nazca una identidad real, sin negaciones ni afirmaciones innecesarias.
Excelente entrevista!! Sí bien no comparto ciertas ideas, gente como Leonardo mantiene vivo el carnaval porteño, el cual, a mi entender debe refundarse urgehte.Excelente de verdad. Abrazo a pupita y felicitaciones.
ResponderBorrarSigo aprendiendo de la extraordinaria gente comun. Los Magos. Un murgón, con mucha identidad.
ResponderBorrarGracias amigos por los comentarios. Un abrazo sincero y VIVA LA CULTURA POPULAR
ResponderBorrarPupita la verdad EXCEPCIONAL esta nota. Asi como pudieron muchos apreciar en el relato, la forma de expresarse del "Pela" denota tanto la inmensidad de su ego y orgullo, como el tamaño ilimitado de su "universo consciente". Una persona que me enseño no solo a hacer los platillos forjados (robe un poco de camara, soy el rubio flaquito jaja), o las mazas con "contrapeso"; sino tambien a conocerme a mi mismo. A entender que lo que el me enseñaba no era la pura verdad, sino que el dia que aprenda a buscar mi propia verdad, lo haga con la vehemencia con la cual el me estaba enseñando, lo que hasta ahora habia aprendido.
ResponderBorrarPersona rebuscada y simple a la maxima exponencia.
Y de calidad de tipo ni hablemos. Como hace mencion en la nota, yo fui un privilegiado de esas charlas birreras. Soy un bombista hijo de su estilo, y soy una persona encontrada por mi, mucho en parte por culpa de sus enseñanzas de vida. Muchas gracias Pelado. El verdadero "Asesino del Bombo".
PD: En cualquier momento lo sacamos de sus vacaciones, para el deleite de todo el mundo murguero!