Entrevista a Rubén "El Gallego" Espiño
Rubén Espiño, alias "el Gallego", es psicólogo, sonidista, serigrafista, bailarín de flamenco, boxeador. Pero, mejor, como él mismo se define: “Un artista dedicado a la murga”. Fundó su murga "Atrevidos por Costumbre" en 1995.
Verde, blanco y violeta. Esos son los colores de Atrevidos por Costumbre de Palermo. La murga nació en la esquina de Gurruchaga y Honduras, de la mano de su director Rubén Espiño, alias el Gallego. De Palermo de toda la vida, popular en el barrio, le baten que es pintón como Mel Gibson. Es psicólogo, sonidista, serigrafista, bailarín de flamenco, boxeador y “artista dedicado a la murga”, como el mismo se define.
La primera salida de Atrevidos por Costumbre de Palermo fue en noviembre de 1995. Actualmente ensayan en Darwin esquina Honduras. Ahí se preparan todo el año para salir en Carnaval. El Gallego es uno de los principales letristas de la murga. “Donaires de rebelión”, “el suelo vibra a su son”, “nostalgia de algún tambor” que logra con su “sabor” que las gentes “carboneen su piel danzando”, dicen algunas de sus letras. También las tiene políticas, estrofas enteras dedicadas “Para Clarín y Nación/Para Tinelli y Susana/El hambre de este país/Se arregla con picana/ Ya tenés tu policía/ Macri no abrás la boca/ Ya tenés puesto el bigote/ Ahora ponete las botas”. O también, “Al llegar las elecciones/ Los peores culebrones/ Empiezan a aparecer/ Todo el mundo en las promesas/En su pasta de cretino/ Los políticos argentinos/ Piquetean la TV”.
Espiño habla de una sociedad candombera, de peronismo y murga, de tango y danza afroamericana. La murga, dice, es un mosaico de todo eso. El Gallego afirma que Palermo es uno de los barrios más murgueros de la Ciudad y desliza una preocupación: “Se está perdiendo la dimensión cultural del barrio por el boom comercial e inmobiliario”.
–¿Cómo aparece la murga en tu vida?
–La primera vez que salí en una murga tenía cuatro años. La historia viene de antaño, vengo de familia murguera. Yo tenía una abuela hermosa, una abuela murguera, peronista y húngara. Estuvo con la murga del ’45 al ’50 y pico. Era una época en donde las mujeres no salían con las comparsas, no se podía. Pero entonces mi abuela estaba ahí como la patrona de la murga, prestaba su casa para los ensayos, ayudaba con los vestidos. Los Locos del Cuarto Piso se llamó la murga que fundó ella. Yo me crié en ese contexto. Hay más murgas que murgueros y en general las murgas añoran algo que no vivieron, no lo conocieron, porque no lo vibran desde su niñez. A mí no me da de comer, pero me hizo entender el mundo de otra manera.
–¿Qué relación hay entre peronismo y murga?
–El 95% de las murgas son peronistas. El famoso bombo peronista que tenemos en el corazón llega por la murga. Casi todos mis compañeros de murga son peronistas. En los años ’50, los carnavales fueron furor y el peronismo estaba en su esplendor. La murga le dio el bombo. ¡Que no es poca cosa! Por eso es que las murgas fueron perseguidas durante las distintas dictaduras, porque eran peronistas. Mi vida es murga y peronismo. La murga es mi forma de militar. Cuando murió Perón, a los dos o tres días yo lo fui a ver, lo pude tocar en el féretro. Yo tenía seis años.
–¿Es un karma representar a Palermo entre los murgueros?
–Es que en realidad Palermo es el barrio más murguero que existe. Yo soy de acá de toda la vida pero es cierto que no quedan vecinos. Esto es un shopping al aire libre, su identidad es el sobreprecio y lo más importante: la estética bisexual sin elección de objeto es primordial. Horrible. Acá en Palermo teníamos una dimensión cultural enorme, hoy se perdió y a nadie parece importarle. A mí sí. Y a muchos compañeros también. Entre los Atrevidos de Palermo, hay muchos que ya no viven acá, pero que siguen eligiendo venir a la murga porque es la manera de volver a la infancia, cuando esto sí era un barrio. Con vecinos. Con gente de verdad. No con modelitos de revista cool.
–¿Cuál es la relación que tienen con el Gobierno de la Ciudad?
–No hay relación. Macri siempre recortó el presupuesto de los carnavales, es un destructor de la cultura popular. La murga no puede acordar nada con él. Los carnavales convocan a más de un millón de espectadores por año. Qué se puede esperar de un tipo que atacó al Teatro Colón, cerró la orquesta académica, desfinanció los teatros oficiales y centros culturales, mató al circo. Qué le podemos pedir a un tipo así. Un cabeza de serie no puede ser macrista. ¿Y la Metropolitana? Es la policía de Cartoon Network.
–¿La murga puede ser una herramienta política?
–Mi forma de militar es la alegría. Mi identidad se forjó en la murga. Mi compromiso político también. A mí me gusta hablar de la valentía erótica que me dio la murga. Gracias a la murga hice muchas cosas, como bailar flamenco, componer canciones, estudiar y hasta boxear. Y si me hablás de política, sólo basta con mirar nuestros trajes. En las mayoría de las murgas abundan las manos en V, Perón, Evita y la presidenta Cristina Fernández.
Crítica
Letra: Rubén Espiño
A veces me pregunto, ¿por qué mienten tanto?
A veces me pregunto, ¿por qué son así?
A veces me pregunto, ¿por qué el morbo es tanto?
Parece que matarnos los hace feliz
A paso bien redoblado
Nuestra patria financiera
Cuando reprime va al grano
Y se hace patria sojera
Distribuir la riqueza
Algo que tienen vedado
Y con aumentos de precios
Te hacen los golpes de Estado.
Esto es el colmo del morbo
El súmun de lo ordinario
Que baile todo un país
El sueño de un millonario.
Si no pagan retenciones
No salimos de plebeyos
Ellos en cuatro por cuatro
Todos con la soga al cuello.
En un palacio muy fino
Donde fabrican primicias
Tengan la inseguridad
Reprimen con las noticias.
Y con su red de espionaje
Los medios hacen los piquetes
No lo tienen a James Bond
Tienen a James Ciro Siete.
Después de tantas traiciones
Que le hicieron a la gente
Regresan los muertos muertos
Se hacen llamar disidentes
Un tuneado peronismo
Que operan como villanos
A la cabeza va Duhalde
Y en el culito, Manzano.
Y a los cobardes morales
Que no se hagan los vivos
Si cuando hay que ponerlas
Su voto no es positivo.
No terminan un gobierno
Se van antes porque arrugan
Y no se olviden que Cobos
Es un clon de De La Rúa.
Fuente: Clarín Espectáculos 1998
El clásico del Río de la Plata
Uno es el líder de Falta y Resto, la prestigiosa murga montevideana. El otro, de los
porteños Atrevidos por Costumbre. Juntos reflexionan sobre las diferencias de las
agrupaciones carnavaleras del Plata.
NORA SANCHEZ
Aunque Raúl Castro y Rubén “Gallego” Espiño no se conocen, tienen mucho en común: crecieron respirando murga. El primero, uruguayo y de Peñarol, es letrista de la oriental Falta y Resto y habitual colaborador de Jaime Roos. Espiño, nacido en Palermo e hincha incondicional de Huracán, dirige y le da letra a la porteña Atrevidos por costumbre.
A fin de mes, Castro va a presentar junto a Falta y Resto su espectáculo Cien años de murga en La Trastienda. Mientras, Espiño organiza a los Atrevidos... y sueña con escribir la primera ópera murga.
-¿La murga sigue reflejando la realidad?
Espiño: Para mí sí. Aparte, creo que para reflejarla el murguero tiene que vivir en forma común y tener un trabajo común.
Castro: El murguista siempre debe estar con los pies en la realidad. La murga uruguaya tiene como obligación reflejar los sucesos del año desde el punto de vista popular, agregándoles sátira, crítica y, en la despedida, un poco de editorial y emoción.
-¿Tiene función social la murga?
Castro: Para mucha gente, es una puerta de entrada para el arte, porque reúne varias disciplinas: poesía, canto y baile. Además, es gregaria, no es el arte de uno solo. Importa la murga, no el personaje. Te ponés una camiseta y defendés un cuadro. Para nosotros, la murga es la vida.
-¿Se compara con la pasión por el fútbol?
Castro: Sí, es una cosa loquísima que no pasa con otras manifestaciones. Vos te hacés hincha de una murga y si está mal la defendés igual.
-Con la restitución de la democracia en las dos orillas, ¿la murga conservó su
esencia contestataria?
Espiño: La murga principalmente hace reír y no hay hecho más contestatario que la alegría, y más combinada con poesía.
-¿A veces no abusa de la nostalgia?
Castro: Siempre derrama un lagrimón. Nuestras murgas siempre se van prometiendo volver. No sé por qué, pero los rioplatenses somos como escépticos de la alegría. Parece que estás al pedo si no tenés una pena.
-¿Cómo ven a la murga en la Argentina?
Espiño: Me parece que hay más murgas que murgueros. Acá las murgas añoran algo que no extrañan y hablan de algo que no conocieron, porque la hace gente que no la vibró desde su niñez.
Castro: Me parece que la murga argentina tradicionalmente es más para desfilar, incluso por su cantidad de integrantes, que llegan a ser hasta 70, cuando en Uruguay son alrededor de 15. La uruguaya es más una exposición teatral sobre un escenario.
-¿La murga conserva su amateurismo original?
Castro: Sí, en Uruguay la gran mayoría de los murguistas vive de otra cosa. Yo, por ejemplo, vivo de la publicidad.
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