sábado, noviembre 17, 2012

...SUENA UN TACHO...




FABIAN "GRINGO" OLIVERA
CENTRO MURGA LOS REYES DEL MOVIMIENTO DE SAAVEDRA

lunes, noviembre 05, 2012


Favio, pasión de multitudes

1938 - 2012 




    

viernes, octubre 26, 2012





CADÁVERES
a Flores
Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres

En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres

En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres

En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres

En las mangas acaloradas de la mujer del pasaporte que se arroja
         por la ventana del barquillo con un bebito a cuestas
En el barquillero que se obliga a hacer garrapiñada
En el garrapiñiero que se empana
En la pana, en la paja, ahí
Hay Cadáveres

Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa...
Hay Cadáveres

Empero, en la lingüita de ese zapato que se lía disimuladamente, al
         espejuelo, en la
correíta de esa hebilla que se corre, sin querer, en el techo, patas
arriba de ese monedero que se deshincha, como un buhón, y, sin
embargo, en esa c... que, cómo se escribía? c. .. de qué?, mas, Con
         Todo
Sobretodo
Hay Cadáveres

En el tepado de la que se despelmaza, febrilmente, en la
menea de la que se lagarta en esa yedra, inerme en el
despanzurrar de la que no se abriga, apenas, sino con un
saquito, y en potiche de saquitos, y figurines anteriores, modas
pasadas como mejas muertas de las que
Hay Cadáveres

Se ven, se los despanza divisantes flotando en el pantano:
en la colilla de los pantalones que se enchastran, símilmente;
en el ribete de la cola del tapado de seda de la novia, que no se casa
                           porque su novio ha
….........................!
Hay Cadáveres

En ese golpe bajo, en la bajez
de esa mofleta, en el disfraz
ambiguo de ese buitre, la zeta de
esas azaleas, encendidas, en esa obscuridad
Hay Cadáveres

Está lleno: en los frasquitos de leche de chancho con que las
         campesinas
agasajan sus fiolos, en los
fiordos de las portuarias y marítimas que se dejan amanecer, como a
         escondidas, con la bombacha llena; en la
humedad de esas bolsitas, bolas, que se apisonan al movimiento de
         los de
Hay Cadáveres

Parece remanido: en la manea
de esos gauchos, en el pelaje de
esa tropa alzada, en los cañaverales (paja brava), en el botijo
de ese guacho, el olor a matorra de ese juiz
Hay Cadáveres

Ay, en el quejido de esa corista que vendía "estrellas federales"
Uy, en el pateo de esa arpista que cogía pequeños perros invertidos,
Uau, en el peer de esa carrera cuando rumbea la cascada, con
una botella de whisky "Russo" llena de vidrio en los breteles, en ésos,
tan delgados,
Hay Cadáveres

En la finura de la modistilla que atara cintas do un buraco hubiere
En la delicadeza de las manos que la manicura que electriza
las uñas salitrosas, en las mismas
cutículas que ella abre, como en una toilette; en el tocador, tan
...indeciso..., que
clava preciosamente los alfiles, en las caderas de la Reina y
en los cuadernillos de la princesa, que en el sonido de una realeza
que se derrumba, oui
Hay Cadáveres

Yes, en el estuche de alcanfor del precho de esa
¡bonita profesora!
Ecco, en los tizones con que esa ¡bonita profesora! traza el rescoldo
de ese incienso;
Da, en la garganta de esa ajorca, o en lo mollejo de ese moretón
atravesado por un aro, enagua, en
Ya
Hay Cadáveres

En eso que empuja
lo que se atraganta,
En eso que traga
lo que emputarra,
En eso que amputa
lo que empala,
En eso que ¡puta!
Hay Cadáveres

Ya no se puede sostener: el mango
de la pala que clava en la tierra su rosario de musgos,
el rosario
de la cruz que empala en el muro la tierra de una clava,
la corriente
que sujeta a los juncos el pichido – tin, tin... – del son-
ajero, en el gargajo que se esputa...
Hay Cadáveres

En la mucosidad que se mamosa, además, en la gárgara; en la también
glacial amígdala; en el florete que no se succiona con fruición
porque guarda una orla de caca; en el escupitajo
que se estampa como sobre en un pijo,
en la saliva por donde penetra un elefante, en esos chistes de
         la hormiga,
Hay Cadáveres

En la conchita de las pendejas
En el pitín de un gladiador sureño, sueño
En el florín de un perdulario que se emparrala, en unas
brechas, en el sudario del cliente
que paga un precio desmesuradamente alto por el polvo,
en el polvo
Hay Cadáveres

En el desierto de los consultorios
En la polvareda de los divanes "inconcientes"
En lo incesante de ese trámite, de ese "proceso" en hospitales
donde el muerto circula, en los pasillos
donde las enfermeras hacen SHHH! con una aguja en los ovarios,
en los huecos
de los escaparates de cristal de orquesta donde los cirujanos
se travisten de ''hombre drapeado",
laz zarigueyaz de dezhechoz, donde tatúase, o tajéase (o paladea)
un paladar, en tornos
Hay Cadáveres


En las canastas de mamá que alternativamente se llenan o vacían de
esmeraldas, canutos, en las alforzas de ese
bies que ciñe – algo demás – esos corpiños, en el azul Iunado del cabe-
llo, gloriamar, en el chupazo de esa teta que se exprime, en el
reclinatorio, contra una mandolina, salamí, pleta de tersos caños...
Hay Cadáveres

En esas circunstancias, cuando la madre se
lava los platos, el hijo los pies, el padre el cinto, la
hermanita la mancha de pus, que, bajo el sobaco, que
va “creciente”, o
Hay Cadáveres

Ya no se puede enumerar: en la pequeña “riela” de ceniza
que deja mi caballo al fumar por los campos (campos, hum…),o por
los haras, eh, harás de cuenta de que no
Hay Cadáveres

Cuando el caballo pisa
los embonchados pólderes,
empenachado se hunde
en los forrajes;
cuando la golondrina, tera tera,
vola en circuitos, como un gallo, o cuando la bondiola
como una sierpe “leche de cobra” se
disipa,
los miradores llegan todos a la siguiente
conclusión:
Hay Cadáveres

Cuando los extranjeros, como crápulas, ("se les ha volado la
papisa, y la manotean a dos cuerpos"), cómplices,
arrodíllanse (de) bajo la estatua de una muerta,
y ella es devaluada!
Hay Cadáveres

Cuando el cansancio de una pistola, la flaccidez de un ano,
ya no pueden, el peso de un carajo, el pis de un
''palo borracho", la estirpe real de una azalea que ha florecido
roja, como un seibo, o un servio, cuando un paje
la troncha, calmamente, a dentelladas, cuando la va embutiendo
contra una parecita, y a horcajadas, chorrea, y
Hay Cadáveres

Cuando la entierra levemente, y entusiasmado por el su-
ceso de su pica, más
atornilla esa clava, cuando "mecha"
en el pistilo de esa carroña el peristilo de una carroza
chueca, cuando la va dándola vuelta
para que rase todos.. . los lunares, o
Sitios,
Hay Cadáveres

Verrufas, alforranas (de teflón), macarios muermos: cuando sin...
acribilla, acrisola, ángeles miriados' de peces espadas, mirtas
acneicas, o sólo adolescentes, doloridas del
dedo de un puntapié en las várices, torreja
de ubre, percal crispado, romo clít ...
Hay Cadáveres

En el país donde se yuga el molinero
En el estado donde el carnicero vende sus lomos, al contado,
y donde todas las Ocupaciones tienen nombre….
En las regiones donde una piruja voltèa su zorrito de banlon,
la huelen desde lejos, desde antaño
Hay Cadáveres

En la provincia donde no se dice la verdad
En los locales donde no se cuenta una mentira
–Esto no sale de acá–
En los meaderos de borrachos donde aparece una pústula roja en
      la bragueta del que orina-esto no va a parar aquí -, contra los
azulejos, en el vano, de la 14 o de la 15, Corrientes y
Esmeraldas,
Hay Cadáveres

Y se convierte inmediatamente en La Cautiva,
los caciques le hacen un enema,
le abren el c... para sacarle el chico,
el marido se queda con la nena,
pero ella consigue conservar un escapulario con una foto borroneada
         de un camarín donde...
Hay Cadáveres

Donde él la traicionó, donde la quiso convencer que ella
era una oveja hecha rabona, donde la perra
lo cagó, donde la puerca
dejó caer por la puntilla de boquilla almibarada unos pelillos
almizclados, lo sedujo,
Hay Cadáveres

Donde ella eyaculó, la bombachita toda blanda, como sobre
un bombachón de muñequera como en
un cáliz borboteante - los retazos
de argolla flotaban en la "Solución Humectante" (método agua por
         agua),
ella se lo tenía que contar
Hay Cadáveres

El feto, criándose en un arroyuelo ratonil,
La abuela, afeitándose en un bols de lavandina,
La suegra, jalándose unas pepitas de sarmiento,
La tía, volviéndose loca por unos peines encurvados
Hay Cadáveres

La familia, hurgándolo en los repliegues de las sábanas
La amiga, cosiendo sin parar el desgarrón de una "calada"
El gil, chupándose una yuta por unos papelitos desleídos
Un chongo, cuando intentaba introducirla por el caño de escape de
         una Kombi,
Hay Cadáveres

La despeinada, cuyo rodete se ha raído
por culpa de tanto "rayito de sol", tanto "clarito";
La martinera, cuyo corazón prefirió no saberlo;
La desposeída, que se enganchó los dientes al intentar huir de un taxi;
La que deseó, detrás de una mantilla untuosa, desdentarse
para no ver lo que veía:
Hay Cadáveres

La matrona casada, que le hizo el favor a la muchacho pasándole un
         buen punto;
la tejedora que no cánsase, que se cansó buscando el punto bien
discreto que no mostrara nada
– y al mismo tiempo diera a entender lo que pasase –;
la dueña de la fábrica, que vio las venas de sus obreras urdirse
         táctilmente en los telares-y daba esa textura acompasada...
                                    lila...
La lianera, que procuró enroscarse en los hilambres, las púas
Hay Cadáveres

La que hace años que no ve una pija
La que se la imagina, como aterciopelada, en una cuna (o cuña)
Beba, que se escapó con su marido, ya impotente, a una quinta
         donde los
vigilaban, con un naso, o con un martillito, en las rodillas, le
tomaron los pezones, con una tenacilla (Beba era tan bonita como una
         profesora…)
Hay Cadáveres

Era ver contra toda evidencia
Era callar contra todo silencio
Era manifestarse contra todo acto
Contra toda lambida era chupar
Hay Cadáveres

Era: "No le digas que lo viste conmigo porque capaz que se dan
         cuenta"
O: "No le vayas a contar que lo vimos porque a ver si se lo toma a
         pecho"
Acaso: "No te conviene que lo sepa porque te amputan una teta"
Aún: "Hoy asaltaron a una vaca"
"Cuando lo veas hacé de cuenta que no te diste cuenta de nada
...y listo"
Hay Cadáveres

Como una muletilla se le enchufaba en el pezcuello
Como una frase hecha le atornillaba los corsets, las fajas
Como un titilar olvidadizo, eran como resplandores de mangrullo, como
una corbata se avizora, pinche de plata, así
Hay Cadáveres

En        el campo
En el campo
En la casa
En la caza
Ahí
Hay Cadáveres

En el decaer de esta escritura
En el borroneo de esas inscripciones
En el difuminar de estas leyendas
En las conversaciones de lesbianas que se muestran la marca de la liga,
En ese puño elástico,
Hay Cadáveres

Decir "en" no es una maravilla?
Una pretensión de centramiento?
Un centramiento de lo céntrico, cuyo forward
muere al amanecer, y descompuesto de
El Túnel
Hay Cadáveres

Un área donde principales fosas?
Un loro donde aristas enjauladas?
Un pabellón de lolas pajareras?
Una pepa, trincada, en el cubismo
de superficie frívola...?

Hay Cadáveres
Yo no te lo quería comentar, Fernando, pero esa vez que me mandaste
         a la oficina, a hacer los trámites, cuando yo
curzaba la calle, una viejita se cayó, por una biela, y los
carruajes que pasaban, con esos crepés tan anticuados (ya preciso,
te dije, de otro pantalón blanco), vos creés que se iban a
dedetener, Fernando? Imaginá…
Hay Cadáveres

Estamos hartas de esta reiteración, y llenas
de esta reiteración estamos.
Las damiselas italianas
pierden la tapita del Luis XV en La Boca!
Las ''modelos" –del partido polaco–
no encuentran los botones (el escote cerraba por atrás) en La Matanza!
Cholas baratas y envidiosas – cuya catinga no compite – en Quilmes!
Monas muy guapas en los corsos de Avellaneda!
Barracas!
Hay Cadáveres

Ay, no le digas nada a doña Marta, ella le cuenta al nieto que es
         colimba!
Y si se entera Misia Amalia, que tiene un novio federal!
Y la que paya, si callase!
La que bordona, arpona!
Ni a la vitrolera, que es botona!
Ni al lustrabotas, cachafaz!
Ni a la que hace el género "volante"!
NI
Hay Cadáveres

Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocillos metonímicos!
Ex-plícito !
Hay Cadáveres

Ejercicios
Campañas
Consorcios
Condominios
Contractus
Hay Cadáveres

Yermos o Luengos
Pozzis o Westerleys
Rouges o Sombras
Tablas o Pliegues
Hay Cadáveres

– Todo esto no viene así nomás
– Por qué no?
– No me digas que los vas a contar
– No te parece?
– Cuándo te recibiste?
– Militaba?
– Hay Cadáveres?

Saliste Sola
Con el Fresquito de la Noche
Cuando te Sorprendieron los Relámpagos
No Llevaste un Saquito
Y
Hay Cadáveres

Se entiende?
Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres

Yo soy aquél que ayer nomás...
Ella es la que…
Veíase el arpa...
En alfombrada sala...
Villegas o
Hay Cadáveres

..............................................
..............................................
..............................................
..............................................

No hay nadie?, pregunta la mujer del Paraguay.
Respuesta: No hay cadáveres.

sábado, septiembre 29, 2012


Rara y bella...




"El Muertito" (Lunáticos del Arrabal)

...Reencarno en un bombo y platillo...

jueves, septiembre 06, 2012

 Dano & Emelvi - Bienvenido a Buenos Aires III
(feat. Edac Selectah)




Bienvenido a Buenos Aires... hay tangos tristes
para que los bailes... Aquí el idioma es
intuir tus naipes, no es el único truco,
lo que hoy ganaron unos, otros perdieron antes...
Consejos del hierofante,
escapa del fierro, man, se trata de ser constante...
Son planes que aquí no salen;
los pibes conviven con la muerte y lo saben.
Cortes de "luces" a todas horas,
paradas de autobuses que son farolas;
busca los números. Las niñas provocan sueños
húmedos... los niños robaron tu reloj.
Cemento en el horizonte...
no se puede escapar de tu condición de
argentino que es hijo de polizontes...
o aquel indio que el gringo dejó sin nombre... ¿Dónde?

He venido para encontrarte...

Tu abuelo hace el asado en cuero; cuarenta grados,
los niños a una mesa aparte, pa' no aguantarlos...
Celebras noche vieja afuera, porque es verano;
fuegos artificiales, todo está iluminado.
Críos descalzos jugando en calles de tierra,
coches de los setenta, algunos abandonados...
Esos pendejos subidos a aquella moto,
la del espejo roto, ¿dónde la habrán robado?
Pibes pequeños te piden una moneda...
pero a la vuelta hay un viejo que se las queda...
En las afueras el tiempo pasa despacio,
en la ciudad te cobran el aire y te falta espacio,
en la pared el nombre de un niño que en paz descansó
¡y el logo de una banda de rock de hace treinta años!
Comer es caro pero drogarse es barato,
por eso mis amigos del barrio vuelan tan alto...

He venido para encontrarte...



©2012 WMG / Ziontifik Music
Produced by Emelvi & Dano
Scratches by Edac Selectah
Shot by Dano & Johanna D'Aquino
Edited by Dano for Ziontifik Films

sábado, agosto 11, 2012

TETE AGUIRRE









sábado, marzo 24, 2012

Cumbia, la música que escuchan los "negros"

Cumbia, nación, etnia y género en América latina (Editorial Gorla) busca comprender el papel de un género musical que suele recibir un valor entre ínfimo y negativo tanto en el campo académico como en la vida social, en relación con identificaciones de clase, nacionales, étnicas y raciales. El objetivo de los diferentes trabajos aquí recopilados es dilucidar el poder performativo de la música en los diferentes procesos sociales.

Abordar los devenires de la cumbia presume superar un tráfico irreflexivo de juicios entre el campo académico y la vida social que determina un valor entre ínfimo y negativo para este género musical. Las descripciones en negativo abundan en diversas dimensiones y ponerlas en cuestión reconociendo sus condiciones, como es el objetivo de este apartado, supone, al mismo tiempo, situar el valor de nuestro objeto y proponer un horizonte de superación en su interpretación.
En primer lugar, la cumbia, como muchos otros géneros musicales, ocupa un lugar menor en las jerarquías estéticas de ciertos grupos sociales –entre ellos los académicos y universitarios– que, en diversas disputas, muchas veces tienen la posibilidad de establecer el valor social de los géneros. En este sentido, no se diferencia de la historia de otros géneros musicales populares que la antecedieron, los cuales debieron “luchar” por su inclusión en el panteón consagrado por la crítica académica. Debemos aquí recordar que el folclore provinciano de los cuarenta y cincuenta y el rock nacional sólo lograron ser reconocidos como objetos legítimos de investigación social a principios de los años ochenta, muchos años después de su nacimiento y triunfo en el reconocimiento popular.
Lo que diferencia a la cumbia del rock nacional (a la vez que la emparenta al folclore a la Tormo), es que es comúnmente entendida como música de pobres y considerada como estéticamente pobre. La cumbia no ha tenido hasta ahora el estatus de música nacional, popular o folclórica, que la torne un sujeto “digno” o “interesante” para el folclore, la etnomusicología o, incluso, para cualquier tentativa de interpelación política de un colectivo socialmente activo y movilizante.
Como acontecía con el folclore provinciano de los cuarenta y el rock nacional de los sesenta y setenta, los usos de la cumbia se encuentran en el campo del ocio, la recreación, la diversión; entendidas, muchas veces, negativamente, como dispersión, como salida de los mundos serios del trabajo, la educación, la política o la familia. Pero, a diferencia de lo que aconteció en su momento con el folclore y el rock nacional, la cumbia no sería importante sociológicamente si no fuera porque, justamente, gracias a esa localización en el mundo de la recreación y el ocio, resulta socialmente incidente (ya veremos en que sentido). El espacio creciente del ocio en las sociedades contemporáneas que, más allá de estar pauperizadas, no están centradas en el trabajo, muchas veces se articula prioritariamente con el consumo de música. En el caso particular de la Argentina, esto es lo que acontece en torno de la cumbia, cuyo uso social se incrementa porque el espacio del ocio y las organizaciones que lo atienden se amplia, y porque la vida social es, como afirma Yúdice, cada vez más aural. La cumbia moviliza el esfuerzo de músicos, técnicos de grabación, productores de discos, organizaciones de difusión, locales bailables, y públicos amplios, heterogéneos en inserción nacional, subnacional, sociocultural y en su composición etaria. En una sociedad cada vez más secularizada, cada vez más despojada de un sentido de trascendencia depositado en dioses, naciones, ideologías, entidades estatales o partidarias, la influencia de este tipo de fenómenos masivos no debería despreciarse. En muchos casos, la atención debida se dirigió a ella para subrayar y explicar los que son vistos, fuera de contexto, como sus rasgos bizarros. Pero el marco de una renovada sensibilidad de las ciencias sociales en relación a sujetos y temas a los que se atiende, por su novedosa irrupción (y porque son el indicio de cambios de la estructura social y cultural), obligó a tomarse en serio el fenómeno. Esto se entronca con el cambio en los estudios sociales de la música que mencionáramos más arriba y de los cuales nuestras investigaciones sobre tango, folclore y rock forman parte. Este es el contexto de surgimiento relativamente reciente de una bibliografía de cuño sociológico y antropológico de cuyos puntos sobresalientes ofrecemos una breve compilación. En ese panorama, y especialmente entre los textos que componen este volumen, nos interesa subrayar algunos elementos transversales a los mismos que ayudan a caracterizar a la cumbia y su funcionamiento social.

Cumbia, “raza” y nación. Tomarse en serio la cumbia significa revertir el camino o el desierto que la sitúa en el lugar de fenómeno menor en relación con las realidades “importantes”, las dimensiones tradicionalmente relevantes de la vida social a los ojos de la ciencia social en términos de “raza”, nación, clase, género y edad. Y revertirlo en el sentido de mostrar cómo la cumbia se articula con estas dimensiones en un complejo entramado en donde la música, al mismo tiempo, crea y refleja fenómenos raciales, étnicos, nacionales, de clase, de género y etarios. De ahí que la cumbia, como muchos otros fenómenos musicales contemporáneos, “ayudan” en la construcción de sujetos que se reconocen en sus dimensiones raciales, étnicos, de clase, de género y etarias a partir de la manera en que la cumbia los interpela.

Cumbia y “raza”. Es preciso entender hasta qué punto hay una verdad social –la del desprecio– cuando se observa que en Argentina la cumbia es considerada música de “negros”, y hasta dónde hay una mistificación social cuando se esencializan los orígenes negros de la cumbia. Pero en los dos casos es necesario desmontar y analizar el papel de esencialismos racializantes que la cumbia, sus adherentes y sus contrincantes ponen en juego.
En el caso argentino, si todos los reproches a la cumbia se originan en y refuerzan su carácter de “música de negros”, es porque la forma de concebir a los pobres se reconoce en una connotación que recoge sedimentos de diversas épocas y determinaciones. De un lado, la comprensión racializada de las nuevas poblaciones urbanas que se hicieron visibles con el peronismo (y que proyectaba sobre éstas los mismos valores que sobre las poblaciones afro e indígena volcaban las élites tradicionales). Luego, la concepción que concibe como “negro”, en un sentido social (pobre), racial y simbólica (oscuro), el modo de vida de los trabajadores, desempleados y subempleados urbanos, se suma a la anterior. Esta última inventa una cultura pobre a la que demoniza, y construye a sus portadores análogamente a lo que algunos verían como una “raza”. De ahí que, en un proceso histórico que todavía debe ser bien dilucidado, el rótulo “negro” adquiere carácter polisémico y, sin dejar de referirse a la población de origen afro, también pasa a referirse a la población de origen mestizo que se asienta en los cordones industriales de las principales ciudades del país; sobre todo Buenos Aires.
El proceso por el cual la cumbia pasó a ser considerada “música de negros” no fue unidireccional: a fines de los cincuenta, y comienzo de los sesenta, cuando la cumbia colombiana comienza a ser popular en Argentina, lo es en ámbitos sociales diversos que van de confiterías de clase media a lugares bailables de sectores populares. Sólo con el paso del tiempo, y en un proceso que alguna vez merecerá una investigación académica adecuada, la cumbia gana el perfil exclusivo de “música de negros”; muy probablemente, y esto es una conjetura, dada su hibridación con otras músicas de negros: el chamamé, el chamamé tropical –uno de cuyos conjuntos emblemáticos fueron Los Caú.
En el caso colombiano, Wade también muestra que, en el ámbito discursivo, hay una continuidad generada por jerarquías raciales, de clase y género, dentro de las que se reclaman y atribuyen identidades sobre lo negro y lo blanco. La variedad de estilos de músicas asociadas a lo negro han sido también vistas en Colombia como “primitivas”. Ello se deriva tanto de las continuidades musicales básicas, algunas de ellas de raíces africanas que subyacen a las “modernas” formas musicales emergentes, como al hecho de que, independientemente de su origen, su asociación a lo negro, la clasifica como “primitiva” y aún “excitante” para los no negros. Estos dos procesos están entrelazados y son muy difíciles de separar. Es un caso arquetípico en el que la continuidad cultural aparece como un modo de “cambio”. Esto, de alguna manera, es el intento por parte de una población de conservar para sí misma (y se podría agregar, para otros) la continuidad de una diferencia cultural ya que, conservando esa diferencia –que es, fundamentalmente, un sentido de la diferencia–, se afirma y redefine en un contexto social. Este particular caso de continuidad/cambio cultural es ilustrado por Wade con la descripción de la manera en que la música costeña en general, la cumbia en particular y, más recientemente, el rap, han figurado centralmente en los debates sobre los “negros” y “Africa” en la historia de Colombia.