jueves, julio 14, 2011



"Somos una murga que prioriza la entrega."

Ciberentrevista a Víctor Risso de Los Que Quedamos de Ituzaingó.

Por Pupita La Mocuda




 


¿Cómo nacen Los Que Quedamos de Ituzaingó, Víctor?

De un taller en la escuela primaria República de Venezuela que se llamaba Herencia Murguera; una maestra llamó a Sebastián para que le diera una mano. El estaba armando con gente de Malayunta, Chinaka Murguera… Al terminar el año lectivo, los chicos - que eran cuarenta de diferentes grados - querían seguir así que Sebastián propuso hacerlo frente a la misma escuela, en el Boulevard Fleming y León Bloy. De cuarenta pasaron ser ciento diez y nueve Ahí, otros pudieron incorporarse, como, por ejemplo, yo. Al volver las clases, la maestra, la cooperadora y los directivos no querían seguir en el barrio, si no sólo en la escuela… Pero todos los que nos habíamos agregado no teníamos lugar; era nada más que para chicos de la escuela. Así que decidimos seguir y en la rotonda (a unas tres cuadras) la mamá de una nena de la murga preguntó ¿por qué no nos ponemos Los Que Quedaron? Eso fue un 29 de febrero en el año 2000. Después de esa idea, entre diez más o menos que había, le dimos una vuelta de tuerca a lo gracioso de la situación y  se propuso ese nombre, Los Que Quedamos de esa separación pero también por tantos murgueros que han dado su vida en este género de carnaval, de aquella época de la dictadura. Los que seguimos esa lucha, le dimos un par de significados más importantes para la identidad del grupo.

Claro, siempre me pareció muy sugestiva la elección del nombre Yo me preguntaba, ¿Los que quedamos dónde y después de qué cosa?

Bueno, después de separarnos de la escuela, que, básicamente, se quedó con los bombos, el estandarte, banderas, redoblantes, teníamos que empezar de cero “los que quedamos”. El más grande del grupo era yo, con veintitrés años, aparte de los papás que acompañaban. La idea está tomada de aquellos que siguen después de que otros han mostrado el camino, por ejemplo, los desaparecidos. Venimos de sobremesas donde se charlaba mucho del tema: mi viejo, tíos eran militantes en su juventud y perdieron amigos… Aunque en este caso se trata de la murga argentina. De chicos, con Sebastián, mi hermano, jugábamos a la murga, tocábamos candombe en familia, con primos, amigos, jugábamos en el barrio con agua por la calle Lafayette en carnaval. Todos esos significados juntos es Los Que Quedamos. También está la búsqueda de un lugar donde encontrar protagonismo, expresión y desde ahí ser mejores personas con otros. Vimos, de chicos, murgas uruguayas, también comparsas en Ituzaingó y sin saber mucho... Buscábamos un lugar dónde hacer con otros.


¿Cuáles son los sueños inaugurales que conforman a Los Que Quedamos como murga?

Tocar, bailar y cantar como todos. Pero es verdad que después me impresiónó el hecho de que un grupo de personas de diferentes edades, cuando se organiza, es increíble cómo puede lograr objetivos: decir lo que pensamos, nuestras miradas de la realidad, hablar de las cosas cotidianas de nuestras vidas, la madre, el barrio, como nuestro primer mundo, donde uno empieza a caminar, la familia, el basural, empezar a andar en bici. La cosa era, valga la redundancia, hacer algo que nos hiciera bien hacer, que fuera digno, que creciéramos y lo pudiéramos mostrar.

¿Cómo se compone actualmente?

A la fecha somos cincuenta y cinco personas de uno a sesenta años. Tenemos un grupo de mascotas que hoy son nuestros hijos, alrededor de diez. Después están los chicos y chicas entre los ocho y quince años, que serán más o menos quince; después de los deiciseis a veinticuatro años , son diez y de veinticinco a treinta y cinco años, otros quince. De treinta y cinco a sesenta años habrá unos cinco integrantes. La murga sale con estandarte,  alrededor de  cinco fantasías, desfile de mascotas, desfile de los "medianos", banda rítmica – ahí seremos unos diez –, dos desfiles de chicas y uno de chicos. Tenemos papás que acompañan con el tema del agua, la percusión, etcétera.





¿Cómo describirías lo que hacen?

Somos una murga que prioriza la entrega. En lo artístico hay un gran esfuerzo en el baile, una percusión con muchos cortes, buenos trajes. Tenemos una propuesta de murga del Gran Buenos Aires, lo que cantamos siempre tiene un contenido "universal" de cosas donde cualquier puede reflejarse, entender, dejando lo estrictamente local o situaciones de Ituzaingó por esto de que la murga da vueltas por muchos lugares. En lo que hace a la producción del grupo, la estructura contiene una actuación en escenario que contiene una presentación y después un espectáculo con una historia o hilo conductor con personajes, críticas y homenajes; después cerramos con la "matanza", la canción de retirada y el desfile de despedida, donde dejamos todo. Los espectáculos que hicimos hasta el día de hoy son estos:

2000 - Empezando
2001 - Canciones Sueltas
2002 - Escuela de Carnaval
2003 – El Shopping del Pueblo
2004 – El Baúl de las Historias
2005 – El Basural
2006 – Rutas, Caminos y Señales
2007 - Barriomundo
2008 – De Fiesta en Fiesta
2009 - Marionetas
2010 – Diez Años Junto a Momo
2011 – Vuelta de Página


¿En general hay algo específico que defina a los integrantes de Los Que Quedamos de Ituzaingó?

Sí, repito, la entrega al presentarnos, donde sea. La idea es dejar todo porque siempre hay alguien que no nos vio o no vio a una murga y no hacemos lo que hacemos por nosotros sino por el género murguero.

¿Qué clase de inquietudes, anhelos, motivaciones colectivas los mueven, los impulsan hacia adelante?

La importancia del tiempo que invertimos de nuestras vidas en la murga, lo artístico, que esto tenga su lugar y que cada uno haga en la murga lo que le dé más placer.

¿Cómo describirías el estilo organizativo, la manera de tomar decisiones, en tu murga?

Hay asados, que funcionan como reuniones generales, donde planteamos cuestiones a definir o proponer. El que quiere, se expresa y opina, reformula la cosa. Otra: al final de cada ensayo también en ronda se genera esa cuestión de definir cosas. Después hay unos diez integrantes de la murga que le ponen mucho más tiempo, se hacen cargo de varias cosas. Ese también es un espacio más chico de propuesta, de decisiones. Es una murga con referentes, con instancias donde todos tienen voz y voto, que en lo artístico, eventos, salidas, trabajo en red, se define por los que le pueden poner el cuerpo a las distintas áreas para que el grupo camine y crezca.

¿Hay alguna razón por la que se produce de esta manera?

Esto se da naturalmente, creo, en todo grupo en el que hay gente cuyas opiniones y propuestas, por historia, tienen mucho peso. Después está el hecho de cómo se le pone el cuerpo a esa construcción. Hay integrantes que son de febrero; otros, de todo el año. Los que van cuando pueden, los que tiran para atrás, los que quieren avanzar… La cosa es tener consenso, que todos y todas puedan tener voz y voto. El tema de la horizontalidad es importante pero la realidad demuestra que no existe. Cuesta mucho mirar más allá de las propias narices y reconocer en el otro las capacidades. Somos todos muy diferentes. Cuando alguien plantea una cuestión, es difícil mirar a trescientos sesenta grados, abarcando la realidad de los chiquitos, los adolescentes, los adultos o los más grandes dentro del grupo. No creemos en la figura del “director”, nadie tiene esa capacidad de omnipresencia. Tratamos de sumar capacidades, que cada uno haga dentro de la murga lo que lo hace feliz y de respetar el trabajo de los que están todo el año, como los que iniciaron la murga, por medio del consenso.

¿Qué inserción estético-artística les interesa explorar?

Es una lucha constante entre nosotros. La cosa es para algunos la masividad de lo estético-artístico; para otros resaltar en lo individual la cuestión artística (como baila este o aquel, canto solista o en coro, personajes). En lo estético, por ejemplo: “Che, salimos con zapatillas blancas, todos con guantes.” Es difícil, lo planteamos en cada reunión y siempre es dividido en cómo se cumple.

¿Con qué otras murgas de este momento histórico y con la tradición murguera te parece que dialoga tu murga tanto de nuestro país como a nivel más regional, por ejemplo, lo rioplatense?

¡Ni idea, Pupita! Nuestra propuesta es del Gran Buenos Aires. Queremos que esa propuesta dialogue con todas las murgas, pero la impronta es que sume al género.

¿Ustedes creen que lo social y lo político tienen relación estrecha con lo murguístico en tanto expresión artística de la cultura popular? ¿De qué manera se manifiesta esto en Los Que Quedamos?

Sí. De hecho se da. Lo que decimos, cómo bailamos, cómo organizamos los corsos, la decisión de ir a corsos de murgas que se generan autogestivamente o donde básicamente tengamos el tiempo para mostrar nuestro espectáculo. La propuesta organizativa del grupo es que sus integrantes sepan por qué hacen lo que hacen: las movidas por los derechos humanos, en contra del gatillo fácil, dar talleres en barrios para que el género crezca, ser parte del Movimiento Nacional de Murgas, del espacio de Murgas de Buenos Aires y de la Regional Oeste… Son todas cuestiones políticas. Para varios, la murga es un espacio de militancia. Para otros, no. Pero sí inculcamos, acercamos material, discutimos diferentes cuestiones extra-murgueras. 



¿Qué tipo de emplazamiento territorial tienen ustedes? Esto te lo pregunto pensado no sólo como cuestión geográfica sino  como ocupación de un espacio a nivel comunidad...

Los años nos dieron una determinada fortaleza con los vecinos ya que ellos saben de nuestros corsos y la propuesta familiar. Con las organizaciones e instituciones esto es parcial. Por ejemplo, las escuelas o jardines nos invitan pero otros que nosotros hemos convocado por ahora no vinieron a ser parte de los corsos.

¿Hay lazos con lo estrictamente barrial – por ejemplo a nivel de la denominada animación socio-cultural – que ustedes crean que se destaquen o se puede decir que tu murga tiene un configuración más itinerante que la relacionan con otros agrupamientos del arte popular?

Tenemos una buena relación con las otras murgas del territorio ituzainguense. No sólo con los demás grupos culturales. Pero creo que nuestra apuesta es a los dos: lo barrial o regional, dónde pretendemos tener más relación con instituciones y grupos culturales y lo itinerante,   a lo que nos hemos volcado mucho estos últimos ocho años, que es el laburo en murgas independientes de Buenos Aires y el Movimiento Nacional de Murgas

¿Cómo es este trabajo?

En lo local-barrial hemos hecho presentaciones en diferentes instituciones, invitado gente que hace skate por ejemplo, folclore, cumbia, brasilero, candombe. Por otro lado, hemos invitado a las organizaciones e instituciones a poner un stand en el corso. Sólo una respondió que no podía y las otras – más de veinte – no contestaron nada. Para afuera, con el Culebrón Timbal, circo, músicos, gente de afuera que invitamos al barrio; realizamos talleres de formación de grupos de murgas y en el espacio de Murgas Independientes de Buenos Aires, circuito de corsos, revistas, viaje a Encuentros Nacionales, campamentos, festi-murgas, marchas por los Feriados y Día del Murguero y demás cosas conjuntas. ¡Y seguiremos intentando pa´ adentro y pa´fuera!

Sé que hace poco les toco vivir un momento muy ingrato en el barrio. ¿Qué fue lo que pasó?

Bueno, hace unas semanas, gente de la policía bonaerense irrumpió durante uno de nuestros ensayos intentando intimidarnos para que dejáramos el lugar, de una manera realmente violenta que incluyó forcejeos, manotazos, incluso desenfundando armas, usando sus palos, hasta llegaron a meter a Sebastián, mi hermano y fundador de la murga, en el calabozo, quitándole sus cordones, y tratándonos a todos de “payasos”, “drogadictos”. Hicimos luego la denuncia en la fiscalía con fotos y videos de lo que pasó para que no se lo puedan hacer a nadie más ni en un ensayo, ni en una esquina, ni en ninguna acción colectiva, social o cultural que realicen un grupo de vecinos.

¿Cómo está ahora la situación?

En principio, estamos muy reconfortados por el Festival que organizamos contra la represión que sufrimos. Ojala las murgas nunca más tengan que hacer algún tipo de evento porque la policía nos falte el respeto ni porque un municipio no reconoce el laburo y el lugar que tenemos en la vida artístico-cultural de la comunidad. Pero, bueno. lo que paso el domingo 3 de julio quedará en la retina, alma y corazón de este grupo de murgueros de Ituzaingó, por los colegas de muchos lados que se acercaron en el día mas frió del año. ¡Y qué frío! ¡De esos que carcomen! Las bandas que dieron más música a la tarde, la plaza Éxodo Jujeño del barrio Villa Ariza, los vecinos en familia que temprano estuvieron siendo parte con sus hijos, la Dirección de Derechos Humanos y Acción Social dando una mano… Para nosotros fue un paso muy importante para que estos policías que nos faltaron el respeto el 27 de mayo sepan que somos muchos, que se tienen que replantear su accionar y que nunca más van a intentar pisotear nuestra dignidad. ¡Y seguimos avanzando por todo lo que vendrá




A nivel más macro-murguístico como es la relación de Los Que Quedamos con otras agrupaciones “paraguas”, por ejemplo, el Movimiento Nacional de Murgas?


Bueno, mirá, el Movimiento Nacional de Murgas es algo en que todavía las murgas no creen, en general. El Encuentro Nacional (Sede Suardi) es armado por la murga Sin Caretas Sin Vergüenzas y un grupo de integrantes del espacio de murgas de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, con el fin de que se vayan discutiendo ciertos temas y encontrándonos para reconocernos en el vasto territorio argentino con nuestras maneras diferentes de hacer. Siempre teniendo en cuenta historia y características sociales en cada provincia. Es una relación de altos y bajos en la comunicación pero pensamos, proponemos y le ponemos un poco de contenido para que no pase sólo que sea encontrarnos a tocar y bailar; que eso sí o sí esté pero que no sea lo único ya que no tenemos más oportunidades de encontrarnos casi ciento cincuenta murgas de doce provincias distintas.

¿Cómo es la participación de Los Que Quedamos en ámbitos tales como la Marcha Carnavalera o el Encuentro Nacional de Suardi? ¿Qué tipos de afinidades encuentran en estos conglomerados más circunstanciales?

Varios compañeros le ponen el cuerpo a dar talleres, al Museo Murguero, llevamos sonido para las asambleas y también se participa mucho en distintas comisiones de trabajo. En la Marcha, en estos últimos años, no estuvimos en la organización, sí estuvo el espacio de Murgas Independientes de Buenos Aires. Nosotros vamos a marchar o tocar en los corsos de la marcha. Son estos espacios parte de la agenda anual del grupo; por ahí no participamos todos pero sí estamos presentes; son espacios de encuentro y construcción para adelante.


¿Cómo piensan desde ustedes y en este contexto la cuestión de la lucha por el Feriado de Carnaval?

Esta vuelta de los feriados – más allá de que es una reparación histórica – la vivimos con cuidado. Estamos contentos porque es un derecho que volvió al pueblo. Ahora hay que ponerle contenido para que no quede en lo turístico ni tampoco en el mega-evento, como se vio en diferentes municipios. Queremos cuidar y fortalecer los corsos barriales por sobre todo sin que se adueñen los punteros políticos de la fiesta de todos para pensarla solo como comercio. El dinero que se hace en un corso tiene que fortalecer a las murgas para su desarrollo.

¿Cómo compaginás lo personal con lo murguero, Víctor?

Desde chico pude disfrutar de comparsas, de la murga uruguaya y el candombe. Con los años mi pasión fue para el lado de la radio, la comunicación. Para 1999, yo, con 21 años, invitado por mi hermano Sebastian, entré a la murga. Con un grupo de ciento quince personas de diferentes edades y salimos un par a ver a Malayunta, Los Crotos, Pasión Quemera, Arrebatalágrimas, Matadores de Tristezas, Caídos del Puente de Rosario para aprender los primeros años. Las primeras salidas, oficiar de presentador y hablarles a cien o dos mil personas, la expresión, lo organizativo, el escribir canciones, los asados hablando de lo que íbamos hacer, los viajes, el conocer tanta gente, me fue enamorando cada vez más…


¿Qué es la murga para vos?

La murga, para mí, es una forma de vida. Yo voy orgulloso de pertenecer a esta raza callejera. Yo pretendo vivir y ser protagonista porque eso propone la murga: no, ser espectadores, consumidores… Con la murga desde un pibe hasta el adulto es protagonista. La murga es la voz del barrio, no hay límites a la hora de hacer en un grupo que va de los veinte a los ciento cincuenta integrantes. ¡Es supremo! En estos años de murguero, me dedique a fortalecer el género con un granito de arena. Tuve el privilegio de ser parte del armado y fortalecimiento de trece murgas, hacer dos Congresos Murgueros con cerca de trescientos cincuenta pibes en cada uno, donde dividimos a la murga en distintas áreas, canto, percusión, fantasía, maquillaje, galera, baile, prensa murguera, organización de corsos, organización interna; vengo aportando con ideas y el cuerpo en el espacio de Murgas Independientes de Buenos Aires y a la construcción de un Movimiento Nacional de Murgas.

También un libro, el famoso "Manual de Víctor"...

Exacto. Pero así es como le decís vos, ¿no? En realidad es un cuadernillo con un A B C, una mirada sobre cómo encarar un proyecto barrial; no es mío... Yo creo en la educación popular y ahí no hay un iluminado, si no que es una construcción de saberes entre los participantes de una experiencia murguera.

Sí, es verdad... Me gusta llamarlo de esa manera y me parece una obra muy contundente y valiosa. Lo atesoro desde que me lo consiguió Diego Robacio...

En realidad es un trabajo de recopilación, con el aporte también de algunos colegas, en el 2009 y se llama “La Murga en la Comunidad”, editado por el Culebrón Timbal, organización en la que milito y trabajo desde hace nueve años. Pretendo ser un aporte y un nexo para que el género crezca en lo interno y lo externo, sin que nunca se convierta en un bien de mercado ni un producto meramente turístico. Creo en la no competencia ya que una manifestación del pueblo como esta, de tanta riqueza no puede ser evaluada. No hay mejor ni peores, sólo tenemos que hacer que cada vez más vecinos y vecinas, más familia se enamore de lo que amamos.




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martes, julio 12, 2011

El Culebrón Timbal, modelo de productora cultural comunitaria
http://www.lapulseada.com.ar/


Empezaron hace más de una década capacitando en comunicación comunitaria y lograron montar un pulpo mediático participativo. Ellos lo llaman “plurimedio regional” y hoy cuenta con una radio, un diario, una agencia de noticias y hasta un canal de TV a punto de lanzar una telenovela barrial. Integran un inmenso proyecto artístico, social y político inspirado en la alquimia cultural, estética y comunicacional de los barrios del Gran Buenos Aires, que se expresa en un torrente de lenguajes, géneros, formatos y propuestas. Apuntan a generar circuitos de producción y distribución genuinos y participativos. Y cuentan con una escuela de arte y comunicación popular para niños y jóvenes. Un pantallazo de esta aventura de ebullición y audacia.



Por Pablo Antonini y Josefina López Mac Kenzie


¿Qué tipo de cultura y de comunicación vale la pena hacer? La pregunta, hilo conductor de muchas experiencias comunitarias, vertebró también al Culebrón Timbal. Eduardo Balán, músico, cantor, maestro, dibujante, coordinador y miembro fundador de esta compleja organización que promueve actividades artísticas, sociales y políticas en el conurbano bonaerense, recuerda que no empezaron con lo estrictamente comunicacional sino con una actividad artística: un grupo de rock, “El Culebrón Timbal”, que en 1996 produjo su primer CD acompañado de una historieta, un policial ambientado en el Gran Buenos Aires. “Al intentar hacer circular esta producción y estos recitales de manera alternativa, y como algunos de la banda teníamos militancia barrial y social, encaramos la idea de intentar generar un circuito solidario barrial para esa obra, y eso nos fue llevando a ver de qué manera podíamos instalar ese laburo entre las organizaciones sociales de base territorial. Y una de las primeras cosas que vimos que podíamos hacer fueron unos cursos de comunicación comunitaria, en 1998 en la zona noreste del Conurbano”, cuenta.



Así comenzaron a tejer una red de organizaciones y a pensar qué comunicación hacer. Mucho después, el Culebrón pudo tener su sede (en la localidad Cuartel V del partido de Moreno, en la frontera con José C. Paz, el municipio más pobre del Conurbano), una escuela de arte y sus plataformas de comunicación comunitaria, junto a otras organizaciones.



Mientras, como lo artístico siempre pesó mucho en el proyecto, continuaron con producciones que combinan lenguajes y ellos llaman “guisos de rock, cómic y teatro”. Algunos fueron El Culebrón Timbal (1996: sobre un relato fundacional sobre Bs. As.) y Territorios (1999: sobre luchas de poder en el siglo XXI). A esa altura, ya tenían su “carromato” (con el que recorrieron Latinoamérica), un escenario inmenso y un centro cultural en Capital, cerca de la cancha de All Boys (esta etapa se cierra con la producción “2163”). Y después produjeron El Cuenco de las ciudades mestizas (2008; la última realización audiovisual, musical y de historietas).



El predio La Huella, en Moreno, donde funcionan el “plurimedio” y la escuela de arte, es una mezcla de campo y ciudad, y un hervidero de gente todo el día. Unos 250 jóvenes y adultos pasan por año por los equipos de trabajo y talleres que brindan: teatro, economía social, periodismo, animación de redes barriales y un sinfín de propuestas que burlan el deber sintético del periodismo.





El plurimedio

César Baldoni coordina el Plurimedio La Posta Regional, que reúne la radio, el canal de TV, la agencia de noticias y distintas publicaciones gráficas. Llegó al Culebrón en 2007, convocado por Eduardo Balán. Para zambullirse en este proyecto de vida cruzó el Conurbano: venía de militar en una biblioteca popular de Berazategui. “Cuando entré, básicamente redactaba los contenidos de La Posta en la gráfica y la agencia. Después con Diego Jamies coordinamos la idea del Plurimedio, para darle una estética y otro formato al sitio web; organizar equipos de trabajo y estrategias de formación con los jóvenes del barrio para producir contenidos”, resume Baldoni.



La radio se funda en 2004 en un ranchito de adobe que se fue mejorando, y en un clima de ebullición. Por un lado, la organización no dejaba de generar “movidas” culturales en el Conurbano y por otro, la radio empalmaba con la pata más política, que es la difusión de la democracia participativa en la zona (ver aparte). “Así que no era sólo organizar hacia adentro sino pensar para afuera todo el tiempo −recuerda Baldoni- Es que hubo que trabajar mucho en armar un equipo, gestionar recursos y objetivos hacia la comunidad: “el laburo con vecinos y vecinas es la fuente que alimenta este tipo de medios en estos contextos alejados de las zonas céntricas de las ciudades. Hubo momentos donde pudimos realizar un montón de consultas y otros más complicados, pero siempre con ese objetivo y con el rol de formar jóvenes en nuestra radio y con otras. El laburo nuestro es gestionar y llevar adelante cotidianamente estos equipos de trabajo”.

Este año la meta es poner la energía en el canal de TV, pues la radio ya tiene un piso de producción diaria. Transmiten de 8 a 22 (no las 24 horas porque los cortes de electricidad son frecuentes y se puede arruinar el transmisor). A la mañana pasan folclore latinoamericano y nacional, por el resultado de una encuesta que hicieron en el barrio, y ofrecen “El bondi informativo”, que arrancó en 2009 como un micro de tres veces por semana, similar al informativo Farco (Foro Argentino de Radios Comunitarias) y hoy es un noticiero diario sobre Cuartel V, Moreno y el escenario provincial, con hincapié en las actividades de organizaciones sociales. A la tarde una vecina y fundadora de la radio hace un programa semanal de chamamé, hay producciones de vecinos y trabajan en completar la franja con un perfil joven.



“Hay mucha demanda de programas, gente acostumbrada a compartir sus discos de lo folclórico o tropical, o de bandas de rock de amigos… es algo muy común no sólo en nuestra radio sino en la forma de hacer radio en ese lugar −contextualiza Baldoni−. Para buscarle una vuelta de tuerca empezamos a hacer, además de las reuniones de trabajo, una reunión cada tres semanas o un mes con toda la gente que participa de alguna manera de la radio, para conformar un espacio más colectivo y no que la gente haga su programa y se vaya”.



El desembarco en la TV

Hace tres años, el vicedirector de una escuela media cercana a la sede del Culebrón les contó que tenía un equipo de transmisión de televisión, que había intentado en algún momento generar un pequeño canal comunitario en la zona de San Miguel y que Cuartel V, con El Culebrón, le parecía que era el mejor lugar para retomar ese proyecto. “No muy frecuentemente se te da algo así. Nos pareció una señal −dice Eduardo Balán y agrega−: Lo mismo nos había pasado con la radio, que fue propuesta por otro vecino que había sido operador de una radio local y conseguía un equipo prestado para transmitir aunque fuera a corto alcance. Las dos cosas nacieron de la audacia de vecinos de la zona”.



Empezaron en 2007 con los problemas que implica manejar otra tecnología, sufrir cortes de transmisión y escasez de recursos: “Una persona puede hacer un muy buen programa de radio. En TV, con un técnico, un cámara y un conductor puede salir muy mal programa −compara Baldoni−. Ya empezás a pensar en otra escala de producción, la estética es más compleja, la gente está acostumbrada a la imagen de los canales de aire comerciales… y si bien el Culebrón tiene todo un desarrollo de la estética, por sus producciones, la tele nos está empezando a exigir pensar estéticas de todos los días”.



Los primeros años, repetían documentales o producciones infantiles que les llegaban y, eventualmente, armaban algún noticiero comunitario. El primer programa fue Carta Popular TV, un magazine producido por organizaciones sociales. Hoy transmiten a diario por el Canal 3 de Cuartel V y José C. Paz de de 16 a 22. Tienen fijo el semanario informativo “Desde los barrios”, que sale también por la señal de tele-red de San Miguel y José C. Paz. Y con vecinos ayudan a sostener la transmisión generando contenidos de 10 o 15 minutos que van pasando entre materiales enlatados. “Empieza a haber producción local sobre la idea de: La Posta te mira / mirá La Posta, entrando con la cámara a las casa de la familia. La gente del barrio empieza a verse en el canal, lo protagoniza. Y no un periodista que viene de afuera a contarles qué pasa. Vamos, por ejemplo, a los comedores y filmamos las recetas, y los ingredientes de un guiso son: veinte kilos de pollo, treinta de batata… porque cocinan para cien personas”, grafica Baldoni.



Además, producen documentales y apuestan a estrenar en junio una telenovela con capítulos de 15 minutos sobre problemas barriales encarados con humor. “El elenco estable está conformado por un grupo de teatro de la zona que se llama ‘Esperanza joven’. Es un grupo que todos los años en Semana Santa escenifica el Vía Crucis en una canchita del barrio y hace obras infantiles para el Día del Niño −cuenta Balán−. Y ahora estamos haciendo una convocatoria a todo el barrio para que los vecinos que se animen vengan a hacer un personaje. Vamos a hacer un proceso de entrenamiento, cosa de que todo el mundo pueda actuar”.



Otros brazos

La tarea de capacitación (desde el área de formación del Foro Argentino de Radios Comunitarias Farco y otra propia) constituye otra de las líneas de producción del infatigable pulpo del Culebrón Timbal y se materializa en contenidos para manuales de educación popular y talleres de comunicación comunitaria y de promoción de derechos de la niñez, entre otros. “Estamos en un momento de mucho crecimiento, creo que tiene que ver con el contexto que estamos viviendo, donde se van abriendo muchas puertas y escenarios que antes no teníamos en mente”, opina Baldoni.



Y es cierto. El año pasado, además, se presentaron a dos concursos. Uno en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales para producir contenidos como señal comunitaria asociados a productores independientes, y ganaron para realizar una ficción sobre la Unidad Penal 9 cuyo rodaje arrancó el mes pasado, y una serie documental sobre experiencias de economía social. Y otro concurso para coproducir con la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica una serie documental sobre el proceso de construcción de la Ley de Medios e historias de radios comunitarias. “El desafío es mantener un modo de producción comunitaria, una estética propia, pero que también pueda interpelar a otros sectores de la sociedad”, resume Baldoni.



“No somos un medio en sí mismo, nos consideramos parte de un proyecto más abarcador que es la productora cultural comunitaria. Para que exista el medio necesitamos partir de que la comunidad donde estamos ya produce un montón de contenidos. Nosotros le damos una forma organizativa y un sentido político a eso, lo que necesita de la formación de un lenguaje y cuadros que lo lleven adelante”, plantea Baldoni. De ahí que tengan una escuela de arte popular que forma en cuestiones artísticas y técnicas, por ejemplo.



Entonces: ¿qué tipo de cultura y de comunicación vale la pena hacer? “Necesitamos generar nuestros propios circuitos de producción y distribución además de disputar lo que existen en el mercado. Trabajamos mucho con el mestizaje del Gran Buenos Aires, y en ese sentido necesitamos que la comunidad gestione sus medios de comunicación y lo haga de modo multimedia −radio, televisión, gráfica o web−, porque el pueblo se expresa de modos diversos, y tener presencia territorial: filmar en las calles, hacer radios abiertas, son partes esenciales de lo que hay que hacer en comunicación. No solamente quedarnos en oficinas produciendo”, redondea Baldoni.



La ley de medios y la ley de cultura

Para Eduardo Balán, la ley de medios “es un marco que nos da mucha tranquilidad para intentar todas las audacias que intentamos; la radio y el canal los iniciamos, como todos, en un marco de ilegalidad muy preocupante, aunque no impidió que lo hiciéramos. En ese sentido, es muy importante. Pero también sentimos que la verdadera espada de Damocles para los medios comunitarios no es la cuestión legal sino que no existe una dinámica de sostenimiento económico que permita que esos proyectos duren en el tiempo. Entonces estamos también peleando por una ley de apoyo a la cultura comunitaria que permita que todos los años los medios que desarrollan un trabajo comunitario y público reciban apoyo del Estado, porque si no realmente lo que se gana en el terreno de la ley después se pierde en el sostenimiento de todos los días”.



El Culebrón impulsa, junto a muchas otras organizaciones como Farco y la Red de Centros, una Ley de Puntos de Cultura. La iniciativa se inspira en un “presupuesto participativo de la cultura” vigente en Brasil, que distribuye los recursos todos los años en distintos “puntos” (organizaciones culturales) a partir de proyectos presentados por éstas. Para lograrlo, se conformó una “coalición” por la cultura, con un formato similar a la que impulsó la Ley de Medios argentina. Más información, en el espacio Pueblo Hace Cultura.



Comunicar con democracia participativaLa cultura de la participación subyace en el espíritu del Culebrón. De hecho, por ejemplo, el consejo editorial del plurimedio La Posta Regional agrupa a unas 35 entidades de la zona y la primera transmisión de La Posta TV fue en el marco de un Encuentro de Cultura y Democracia Participativa y una asamblea de más de 40 organizaciones definió las primeras líneas de trabajo.



“El modelo que intentamos poner en funcionamiento es el de una productora cultural comunitaria que, específicamente, en el caso nuestro se expresa en una radio, un canal y otras cosas que hacemos, pero que en cada lado puede tener un formato distinto. Nos parece esencial que una productora cultural comunitaria tenga un mecanismo sistemático de participación domiciliaria vecinal en la definición de los contenidos, los sentidos, los mensajes y las problemática que se abordan, y los formatos que se elijan. Aunque la productora se dedicara a teatro, por ejemplo, lo que tratamos de hacer es un mecanismo de consulta sistemática”, explica Eduardo Balán.



La figura de la consulta vecinal mensual es uno de los mecanismos centrales. “Ese día la organización para todo su laburo y sale al barrio a recabar información, charlar y tomar mate con los vecinos −describe Balán−. La idea es que de cada ronda se puedan generar reuniones vecinales por distintos temas y se vayan incorporando esas visiones a la planificación de la programación de la radio, el canal, y a la realización de eventos barriales y comunitarios según los temas que la gente tire”.



“Para nosotros, la democracia participativa es el escenario donde la comunicación comunitaria cumple y despliega su potencial −redondea el coordinador del Culebrón−: Si la democracia que vivimos sigue siendo exclusivamente representativa e institucionalista, la comunicación comunitaria muchas veces se queda en el plano de lo testimonial. Para que puedan ser efectivamente transformadoras, las expresiones de comunicación y cultura popular tienen que asumir la pelea por una democracia participativa, no sólo para democratizar el Estado y la industria cultural sino también para democratizar su propio trabajo en el arco de la actividad en la que están. Si no, somos un sector más disputando condiciones para nuestro desarrollo”.


Dónde encontrarlos



■El Culebrón Timbal / Plurimedio La Posta Regional

■Localidad: Gran Buenos Aires

■Inicios: Radio FM La Posta, 96.5: 2004. La Posta TV Canal 3: 2007

■En internet: www.lapostaregional.com.ar


jueves, mayo 05, 2011

Mujeres en la murga porteña
Pupita La Mocuda

Una cuestión central en la historia de las murgas de raíces porteñas, es la que se relaciona con la participación de las mujeres.  En Buenos Aires, son estos grupos artísticos junto con las  comparsas,  las sociedades corales y las agrupaciones humorísticas, algunos de los conjuntos de aficionados que desde siempre han celebrado el carnaval. Ellos se corresponden ya  entrado el siglo XX con el tejido de redes informales de socialización de varones vigentes en la ciudad – la barra del café, la parada, la esquina, la hinchada del equipo de fútbol – que dan lugar a todo un ciclo de bohemia masculina. (Martín, 1997) Aún así, la participación femenina se verifica con fuerza en la celebración del carnaval, por ejemplo, en los juegos con agua, bailes, recorridos callejeros.  


Es posible definir el género como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias que se perciben entre los sexos. (Scott, 1986) Queda, asimismo, el juego de visibilidad e invisibilidad de ciertas identidades que, a lo largo de la historia, ha resultado en un relato construido y narrado desde el punto de vista androcéntrico.

Más allá de que la historia registrara la presencia notable de las mujeres en todos los ámbitos, persistió una visión según la cual los datos sobre ellas no pesaban en la interpretación histórica llevando a una "ignorancia" de su existencia. (Una historia no sesgada debe expresar necesariamente todas las identidades genéricas.) (Scott, 1989)


Es bajo esta luz que debería examinarse el rol que la mujer ha cumplido a lo largo del tiempo en la murga porteña. Es importante destacar que  hasta bien avanzado el siglo la función femenina  remitía por lo general  a actividades de soporte de la actuación tales como hechura y refacción de trajes y estandartes, decoración de fantasías, galeras y demás implementos o incluso préstamo de maquillaje para ojos y mejillas así como de bijouterie a los murgueros varones. (Era relativamente común, sí, la presencia de muchachos transvestidos.)  eventualmente su presencia en desfiles, escenarios  fue haciéndose cada vez más notoria  hasta tornarse masiva hoy en día y hasta mayoritaria en algunas agrupaciones. Actualmente no causa sorpresa alguna verla incursionando en las bandas rítmicas, bastión sagrado de la masculinidad por excelencia durante décadas.



"Si la murga no hace sentir bien

a la gente, no sirve."
 Reportaje a Ana Gerez, Directora
General del Centro Murga Eléctricos
de Agronomía.

Por Pupita La Mocuda








¿Cómo llega la murga a tu vida, Ana?

De chica me llevaban a los corsos y a mí me deslumbraba el movimiento. Siempre íbamos atrás de las murgas. Veíamos los bombos y los últimos bailarines.

¿Dónde te llevaban?

A los corsos que teníamos más cerca, Villa del Parque, Devoto. Vivíamos en Agronomía. Y de más chica, aún, seguro que también pero no recuerdo. En Tapiales, habré visto algún ensayo… Pero después más de grande, conocí un pibe – Julito Locatelli – que salía con Coco Romero y con Los Quitapenas. Fui a ver un espectáculo de ellos, vi que había mucha música, mucho baile de murga y mucho colorido. Cosas que me parecieron muy buenas y que yo veía que podía hacer en la escuela. Pensé que través de la murga los chicos iban a poder aprender música y cosas de la cultura nuestra. Entonces empecé a ir al Rojas a uno de los talleres de Coco Romero y aprendí un montón. Ese año salió de ahí mismo, la murga Traficantes de Matracas.

¿De quienes te acordás que estuvieran con vos?

Estaban Daniel Laham, que después fue director; Fabiana Vidal, Valeria, Marcelo López (el Topo), Mariano, Ethel Batista…

¿Vos que hacías?

Yo tocaba el bombo, bailaba, cantaba… Lo que hiciera falta.

¿Cuál era la formación musical que traías?

En ese momento yo ya era Maestra Nacional de Música y estaba terminando el Profesorado de Música.

¿Y qué fue lo que más te gusto hacer en la murga al principio?

Y, en la murga… ¡Todo! De chiquita hice danzas clásicas cuatro años, subía al escenario todos los años. Y me quedó la cuenta pendiente de eso, de la ilusión de poder volar… Porque tuve que dejar para dedicarme a estudiar música. Entonces, todo ese tema de la danza, esa necesidad del baile que yo traía, se juntó con mi historia musical.

La murga junta todo eso…

Sí, desde la alegría. Y esa conjunción fue lo que más satisfacción me dio durante todos estos años de murga.

¿Qué tipo de relación tiene tu familia con la música, con el arte?

Siempre amaron la música, toda mi familia. Mi abuela era Profesora de Música y Profesora de Violín, a diferencia de sus hermanas que estudiaron piano. O sea, era rebelde… Pero, claro, como todas las señoras de la época, que se casaban y dejaban… Llegó a los ciento cuatro años alegre. Mi abuelo cantaba y tocaba la guitarra en el entorno familiar. Mi mamá aprendió a escondidas… Mi papá silbaba muy afinadamente y tocaba en un cajoncito de madera que tenía los ritmos del bombo legüero. En casa se escuchaba mucho folklore, tango y música clásica. Esas fueron las tres cosas que a mí me marcaron, me impulsaron y formaron siempre parte de mi vida. Desde la panza de mi mamá yo escuchaba Tchaicovsky, era lo normal en mi casa. Mis dos hermanos aman la música, tocan la guitarra, cantan.

Traficantes de Matracas, ¿genera alguna marca especial?

Bueno, fue NUESTRA murga. Era propia. El grupo era de nosotros. Daniel, Ethel y yo éramos los que la llevábamos adelante, aunque los demás trabajaban y colaboraban también. Era necesario un coordinador para algunas decisiones. Y ese rol lo tomó Daniel. Nos financiábamos con lo que sacábamos en algunos – poquitos – corsos. También fiestas particulares, escuelas…

¿Y el estilo? ¿Siempre fue murga porteña?

Murga tradicional. Con bombo, platillos y silbato. Eso era lo que prevalecía y sobre ese ritmo se hacía todo.

¿Cuánto dura la experiencia?

Cuatro años de 1994 a 1998.

¿Y qué rescatás de ella?

¡Todo! La base del amor a la murga y los recorridos que hicimos. Pasaba que como éramos una murga chica y no teníamos mucha experiencia, no había posibilidad de ir a corsos grandes. De esa manera nos acercábamos a participar en los ensayos o salidas de murgas más grandes. Como, por ejemplo, en su momento fue con Los Herederos de Palermo y Los Reyes del Movimiento de Saavedra. Así estuvimos dos años varios de nosotros. Compartíamos lo que hacían, obviamente con el permiso de los directores. No era que nos estábamos cambiando de murga.

¿Sentían que se enriquecían de esa manera?

¡Pero muchísimo! Para mí fue una manera de crecer abismalmente. En el sentimiento por la murga, cómo tocar, cómo bailar... Tener la experiencia de lo que es una murga de barrio fue una de las patas más importantes que a nosotros nos faltaba. Estar adentro de una murga donde no te conoce nadie, donde sos “el nuevo”, donde quizás te miran como diciendo “Y vos, ¿a qué viniste?”. La gente de la murga tradicional, la murga de barrio, no estaba acostumbrada a que le digan: “Hola, vengo a aprender de vos.” Ese murguero no estaba acostumbrado a que el que sabe es EL y que puede dar algo a los demás. Se sentían incómodos, sorprendidos. Hasta que por ahí, alguno se aflojaba y te pasaba un ritmo… Lo que pasaba es que teníamos necesidad de salir en carnaval y sabíamos que esas eran murgas grandes, con mucha historia, lugares donde podíamos aprender. Nosotros estábamos sedientos de murga. Y ahí íbamos, hasta donde nos dejaran. Si era para ver, para ver. Si era para sumarnos a bailar, a bailar…

¿Cuando ustedes planteaban esto a los directores de esas murgas, ellos eran receptivos?

Bueno, nosotros tratábamos de explicar lo que queríamos. Ibamos felices de poder estar. Coco también nos alentaba desde su lugar. La verdad que en Los Reyes, por ejemplo, Pantera en seguida nos dijo que si queríamos integrarnos, lo mejor era ponernos a participar, a bailar, más que ver el ensayo. Y aprendimos un montón. Después cada uno siguió su rumbo.

¿Y vos que hacías? ¿Solamente bailabas en ese momento?

Bailaba y también toqué el bombo. En Los Reyes en ese momento estaba Darío, que, con mucha paciencia, me enseñó los ritmos.

De las primeras mujeres bombistas de las que se tienen noticias…

Bueno, ni bien llegué al Rojas lo primero que quise fue tocar el bombo. Estamos hablando del año 1994. El que es músico en seguida quiere agarrar el instrumento.

Pero cuando llegaste a las murgas más tradicionales, ¿no hubo ningún cuestionamiento en cuanto cómo podía ser que quisieras tocar el bombo siendo mujer?

Eh… En Los Herederos no hubo posibilidad de elección. Era bailar o bailar. Pero en Los Reyes, sí. No me acuerdo el día exacto pero había que salir y… Capaz que era porque no había ropa de bailarín… Me acuerdo de estar aprendiendo los ritmos antes de una función, en un camarín.

¿Y por qué vos tenías tu propio bombo? ¿Por qué te compraste bombo?

El primero me lo compré para Traficantes. Después me compré otros más. Por una cuestión de independencia. Soy una persona que trata de no depender de si el otro lleva el bombo o no. Si yo tengo que tocar, quiero tener mi propio sonido.

Esto podría ser visto como una cuestión que involucra al género, al ser mujer, específicamente pero puede que no haya tenido que ver con esto…

En mi caso puntual tiene que ver con tener un instrumento, como hace cualquier persona que estudia música. Si vos tenés tu propio instrumento vas a tocar mejor que si no lo tenés. Es un tema de desarrollo musical. En Los Reyes tocar el bombo no era algo habitual para las mujeres. “¡Mirá, toca el bombo!” ¿Dónde se coloca a una mujer que toca el bombo? ¡En el medio de todos los bombos! Como figurita rara, decorativa o como “¡Mirá lo que tengo! ¡Tengo una bombista mujer! ¡Tengo lo que no tiene ninguna murga!” Y además estás cuidada. Porque la persona que va en el medio va mejor protegida que el resto. Cuando se iba un lugar considerado “peligroso”, ahí los varones iban en los bordes de las filas en el desfile, y las chicas en el medio. Algo parecido. Ahora no es tan así, me parece.

Sí, bueno, pasaron 15 años… El momento histórico no es el mismo. Los lugares donde salían las murgas tampoco son los mismos: corsos largos, poca iluminación, en general en la Provincia de Buenos Aires, sin vallas… ¿Qué te deja tu paso por los Reyes, entonces?

Fue un momento muy intenso. Me deja el respeto y el amor incondicional al barrio como generador de todo. Por el barrio se trabaja, por el barrio se baila, por el barrio, todo. La gente que salía en la murga era de Saavedra y escucharlos cantar a todos “Saavedra, barrio querido…” era muy fuerte. Es su identidad, su cuna. Eso le da motivo a toda la construcción de la murga, a ir a ensayar, a cantar, a dejar de hacer cosas por estar. Chicos que por ahí ese día no comieron y fueron a salir con la murga cinco horas. Es muy poderoso ese aprendizaje. Después de disuelta Traficantes, el único objetivo que yo tenía era algún día formar, sacar una murga de mi barrio porque todo ese aprendizaje de lo barrial fue muy importante para mí. Siempre tuve esa ilusión pero sabía que eso llevaba mucho esfuerzo.

¿Cuándo llega esa oportunidad?

Recién en el 2005, con Los Eléctricos. Antes hice otras cosas. Pasé, por ejemplo, por Los Pitucos (un carnaval solo) porque ahí había muchos chicos que había sido alumnos míos, como Pachu, que asistía a la escuelita donde yo daba clases de música y a la vez incursionaba en murga. Ahí habíamos formado Los Salpicantes de Alegría en La Escuela Número 11 Congreso de Tucumán del Distrito 16. Estuvimos en el homenaje que se le hizo a Ñamuña en Saavedra. El integrante más grande tenía doce años. Di orientación para formar la primera murga salida del ámbito hospitalario en la Argentina, a través de un taller del Programa de Salud Mental Barrial con vecinos y pacientes, la murguita del Pirovano. Se llamaron Los Audaces de Coghlan



¿Cómo fue esa experiencia en el espacio escolar?

Donde veía que había posibilidad, yo iba para adelante con la murga. Estuve en un Jardín de Infantes con cuatro salas de chiquitos de tres años armando una murguita; también en la Escuela Raggio. Los Malaprendidos del Raggio se llamó ahí la murga. Salimos en Dándole Vida a Saavedra, evento que organizaron Los Reyes del Movimiento, mostrando cómo la murga también puede surgir en otros ámbitos, por ejemplo el escolar. Eso era de una novedad absoluta. Incluso estaba mal visto. Las directoras decían: ¡No, olvidate! Pero al ser una maestra de la institución generaba confianza. Igualente, siempre después del horario escolar, con el aval de las madres ahí cuidando. Por otro lado, di talleres en el CEPA con Angel Batista, también de Traficantes de Matracas, que se llamaron “La Murga en la Escuela”. Durante cinco años, pasaron por ahí entre doscientos y trescientos maestros de Capital Federal aprendiendo qué es una murga. Y ellos, a su vez, fueron amplificadores de sus experiencias. Se armaban murgas, aprendían a bailar, a tocar, a componer, a hacerse el traje, a decorarlo, la historia de la murga… El curso se aprobaba con un trabajo escrito y una presentación con público de murga. Todo, hasta el estandarte tenían que hacer.

¿Y paralelamente a tu actividad murguera?

Bueno, yo tocaba folklore también. Me acompañaba con el piano o algún guitarrista. Y fui organista y coreuta de un coro de música Regina durante siete años.

¿Bien Frappé viene detrás de esto?

Sí, fue un grupo instrumental de tango que integré un poco después. Hice seis giras a Europa como pianista y arregladora: Alemania, Suiza, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Austria, Holanda, Italia… Tenemos un CD. Duró cinco años la experiencia.

En definitiva, ¿qué instrumentos sabés tocar?

Piano, guitarra, clarinete, bombo legüero, bombo con platillos, redoblante, flauta, quena…

¿Y todo esto como se complementa o se opone a la murga? ¿Qué cosas se conectan? ¿Lo profesional y lo murguero confluyen?

Todo es música y todo es importante. Si no, yo no lo estaría haciendo.

¿No hay diferencias? ¿Es parecido lo que hacés, por ejemplo, actualmente en La Flor y Nata?

El objetivo es diferente. En La Flor y Nata hace cinco años que estoy. Somos una banda de músicos, un grupo musical, cuyas letras, la temática en sí, refieren al carnaval y a la murga. Canciones y algún que otro recitado. Varios de sus integrantes originales son o fueron murgueros. Hay bombo con platillo de acompañamiento pero también otros instrumentos de percusión y melódicos. Cantamos incorporando distintas voces, que, igualmente, no quiere decir que hagamos estilo murguero uruguayo, distinto del porteño.


¿Cuál es la diferencia?

El estilo uruguayo hace voces a determinados intervalos. Es difícil de explicar pero básicamente es así: en la murga uruguaya se hacen cuatro o cinco voces simultáneas. Hay momentos en donde se canta a una sola voz, en otros a más voces y ahí siempre se mantiene la tríada, que quiere decir, las tres notas que forman el acorde, distribuidas de una manera especial. En cambio, en la murga porteña no se hace eso. Acá hay una sola voz y si se quiere meter otra voz, para mantener el género, lo único que se puede hacer, es una voz que le conteste.

¿Lo que hace el coro con el solista?

Una especie de coro y solista. A dos voces ya se sale del género. Lo que sí se hace es una voz que le conteste a la otra. No, superposición de voces melódicas, al mismo tiempo. Ese es el estilo uruguayo. Y también depende qué tipos de intervalos hay. Cuando vos tenés dos melodías diferentes pero sucesivas, una empezando y otra que le sigue, eso es tradicional porteño. Pero cuando dos voces son diferentes, una aguda y una grave a la vez, eso ya no lo es. Por más que no hagan lo que hace la murga uruguaya, que es ese determinado intervalo.

¿A qué te referís con intervalo?

A que tenga una determinada estructura de acorde DO MI SOL. Porque a veces se hacen dúos, dos voces, que no es el uruguayo tradicional pero se acerca. La murga porteña mantiene una sola línea melódica.

Eso es así, ¿por qué? ¿Por tradición?

Sí, por historia.

Vos hablás siempre de una voz que aúna, que unifica…

Claro. Lo que yo pienso y lo que yo siento – porque aquí también se involucra lo emocional – es que cuando toda la murga canta al unísono, todos la misma melodía, se genera una potencia mucho mayor que la murga dividida en voces. Precisamente, porque en esa división, la murga está fraccionada, unos para un lado, otros para otro. Cuando todos cantan igual, con potencia – por ejemplo como yo lo he escuchado en Saavedra – tiene el doble de fuerza.

Es igualadora, lleva la fuerza de la multitud…

La fuerza del total, de todos. De ser todos la misma voz. De estar todos bajo la misma voz. La murga uruguaya canta por momentos al unísono pero prevalecen las distintas voces. Hay, igualmente matices: por momentos canta el solista, por momentos cantan varios a una sola voz, en otros todos a una sola voz o en distintas voces. La manera también es diferente de la porteña…

¿La emisión de la voz?

Sí, es nasal. Viene de la tradición que traen, de los orfeones españoles, de los grupos corales a cuatro, cinco o seis voces.

La nuestra tiene otra tradición. ¿A qué remite?

Viene de otra historia. Está lo español, la tradición eclesiástica, que es un tipo de canto responsorial, donde al pastor le contesta la congregación. Esto está muy arraigado. Pero también está la música de los negros, donde canta un solista y contestan todos lo mismo. Una pregunta y una respuesta. Eso es algo muy común en la murga nuestra. El canto comunitario donde todos cantan a una sola voz es algo que está en muchas culturas. Lo tiene también la indígena. A diferencia de lo que fue resultando en Uruguay, donde quedó y se mantuvo la historia de la murga de Cádiz. Es como un orfeón – aquí también llegaron orfeones a Buenos Aires, que eran coros masculinos – que se prolongó en el tiempo: un coro a varias voces referido al carnaval. Allí lo negro quedó para el candombe y lo europeo para la murga. Acá no fue así, la evolución fue distinta. A principios del siglo veinte había gran variedad de grupos de carnaval en Buenos Aires, producto de las oleadas de inmigración. Recién se va amalgamando hacia el treinta, se hace más homogénea la propuesta, al afianzarse lo barrial. Finalmente, la murga fue aquello que se acompañaba de bombo con platillo y nada más.

¿Cómo se crean tus Eléctricos de Agronomía? Es evidente que vienen desde tu deseo…

Sí, del deseo de tener una murga en mi barrio para mantener la tradición. ¿Qué pasó antes de ese momento? Me llama el Colo, de Los Pibes de la Esquina porque quería reflotar su murga. Fui varias veces, había que trabajar duro y ahí me di cuenta de que si tenía fuerza para armar una murga en otro barrio, la iba a tener para sacarla en el mío. Porque ¿cuánto había esperado tener la fuerza para hacer eso? Y ahí decidí empezar de cero en Agronomía. Un par de chicas que habían estado conmigo en el Raggio me habían dicho que contara con ellas para cuando armara una murga. Ellas no vivían en Agronomía y, sin embargo, tenían la semillita sembrada del amor por la murga y estaban buscando un lugar donde poder continuar con todo lo que ya sabían. Al final empezamos el 7 de julio de 2005, pleno invierno. Y acá estamos, contra viento y marea.

Hay una historia barrial detrás…

En el año 1925 salieron los viejos Eléctricos que después volvieron a salir a mediados de la década del cuarenta y nuevamente en los sesenta hasta el año 1965. Tuvieron tres etapas pero muchos años sin salir. Ninguno de los que la formamos en la actualidad tenía relación con esa murga de antaño. Uno de los objetivos que teníamos era buscar a algunos de esos integrantes y decirles: “Queremos que estén con nosotros.” Encontramos a tres, de setenta años más o menos, que por vivir lejos no podían venir.

¿Cuál es el origen del nombre?

Al tren que atraviesa nuestro barrio lo llaman “el eléctrico”; no sé si será porque fue el primero de ese tipo que pasó por ahí, quizás sí. Y también porque el nombre me gustó. ¿Ese sería otro motivo válido?

¡Cómo no! Además, la electricidad es una metáfora que puede aplicarse muy bien a cierto baile murguero…

¡Claro! Por otro lado, las personas que fundamos Eléctricos nos pusimos la murga al hombro y no paramos de hacer cosas. Una persona eléctrica es una persona que hace, hace, hace… Yo soy bastante eléctrica, ¡ja ja! Además, antiguamente, había un personaje de la murga (que sigue existiendo, lo que pasa es que no todas las murgas lo sacan) que es el eléctrico, como el panzón, el borracho… Es el que hace temblar todo su cuerpo. Una figura tradicional, como el loquito, el presidiario.

¿Los colores?

Sale primero el nombre y después salen los colores. El único posible era el azul eléctrico. Agregamos el plateado. Fuimos a la Comisión de Carnaval a ver si era posible esa combinación y había ya una murga con esos colores. Por eso tuvimos que agregar otro más y elegimos el negro.

¿Quiénes forman la murga? ¿Cómo es la banda rítmica?

Somos una murga chica, mayoritariamente de personas jóvenes pero sin que eso implique ningún tipo de exclusión. Tenemos bombos con platillo y silbato en cuanto a instrumentos. Tuvimos en su momento surdo pero solamente siguiendo el mismo compás del bombo, sin introducir ninguna variación. En general, ensayamos a partir del mes de junio en adelante hasta carnaval.

¿Qué importancia tiene para ustedes lo artístico?

Siempre tuvimos la idea (y cada vez más, a medida que nos íbamos definiendo y consolidando) de que la parte artística es muy importante. En lo sonoro, por ejemplo, que los bombos tienen que HACER MUSICA, que son relevantes, que deben mostrar variedad tímbrica. Eso tomado como búsqueda, que haya crecimiento y que se luzca. Lo que más desarrollamos es ese costado. Lo técnico también. Como cuando tocás cualquier otro instrumento. Además, ensayamos muchísimo el canto, el escenario. Es imprescindible que gente que nunca cantó o tocó en su vida que pueda encontrarse con su potencial.

Reconocerse como artistas…

Yo considero que hagan o no hagan un desarrollo intensivo del canto, del baile o de lo instrumental, los murgueros son artistas igual. No por hacer un taller uno va a convertirse en artista. Se podrá pulir algún aspecto pero nada más, hay cosas que se traen. Una actuación de murga no es un concierto pero al público hay que demostrarle respeto. A partir de las posibilidades y los deseos de cada uno vamos armando lo que después se ve en la calle y sobre el escenario. La murga debe mostrar lo mejor que tiene.

¿Las letras quien las escribe? ¿A qué le cantan los Eléctricos?

En principio todos podemos componer pero al que más experiencia tiene, mejor le va a salir… Nos enmarcamos dentro del género. Hacemos entradas, retiradas, críticas, homenajes, por ejemplo, a viejos murgueros,  gente que ha construido el carnaval, al barrio de Agronomía. Muchas de esas las compongo yo. Por ejemplo, esta es la canción de entrada para los carnavales 2011 con música de Leonardo Favio (Me estoy volviendo loco)


Me estoy volviendo loco por la murga más que un loco,
Cosiendo lentejuela me desvela la razón.
Ya no percibo el tiempo de las cosas más reales
¿Y cuánto es lo que vale una noche como hoy?.
La murga Los Eléctricos del Barrio Agronomía
Presentes cada día en este hermoso carnaval.
Regalo de la vida que es eterno cada día,
Que brilla en las pupilas de aquel niño que no está.

Que mira de una estrella con nostalgia, con grandeza
Cumpliendo la promesa que hiciera alguna vez.
Con muchos que vivieron aquellos carnavales
Hoy viven en nosotros y acoimpañan de revés.
Que siempre volverán a reir y todavía
Se ven entre las filas bailando una vez más,
Con su traje de luna van llegando en esta noche,
La gente los saluda y los aplaude sin parar.

Me estoy volviendo loco por la murga más que un loco.
Si están todos bailando abriendo la función,
Es para la alegría que suelto y que ilulmina
Por muchos de estos rostros cargados de emoción.
Que vivan los murgueros pero todos los murgueros
Que hicieron y lucharon por un carnaval mejor,
Con la cabeza loca pero siempre con la murga
Por la gente que hoy se junta en esta presentación.


O esta, El vals del ayer,  que es una canción de homenaje a nuestro barrio con música de Agustín Minotti (El vals de los 15 años)


El ayer, de mi barrio que no olvidaré.
El ayer, de esa esquina que nos vio crecer.
Y al pasar, tantas cosas que no han de cambiar,
Este humilde y sincero homenaje
A la gente del barrio que está y no está.
Que supieron en Agronomía formar la familia
Que hoy vemos acá

La esquina era de Don Benito,
Con su delantalcito atendía el almacén.
Tenía en una libretita
Todas esas cuentitas del fiado de ayer.
Y siempre confiaba en el barrio
Con su libreta llena de tanto fiar,
Cuando ayer la palabra valía
En el barrio no había por qué desconfiar.
Cuando ayer la palabra valía
En el barrio no había por qué desconfiar.

El ayer, de mi barrio que no olvidaré.
El ayer, de esa esquina que nos vio crecer….

Recuerdos de antaño yo tenía
De cuando era una niña y jugaba en la esquina.
Febrero, bombita de agua y balde,
Había que esquivarle sin un resbalón.
Recuerdos de antaño yo tenía.
Que se cuiden las niñas de este carnaval,
porque hay muchos muchachos contentos
que justo en febrero les gusta mojar.
Porque hay muchos muchachos contentos
que justo en febrero les gusta mojar.

¿Quienes han sido tus referentes, tus figuras inspiradoras?




Hay varios, pero a la hora de ver cómo los directores de murga resuelven cosas, con el paso del tiempo y la experiencia de todo este tiempo, he conversado bastante con Pantera, con Dani Laham también. Pero Pantera al dirigir la murga ha pasado por todo lo que pasé yo diez, cien veces. Es una gran referencia. Obviamente hay cosas en las que estamos de acuerdo, cosas que no.

¿Cómo abordan los Eléctricos el tema de la identidad? ¿Qué importancia tiene?


Cada vez más. Esto ha producido algunos quiebres pero el rumbo es y seguirá siendo el de Centro Murga. El canto de cierta manera, el bombo con platillo sin redoblante ni trompetas, el parche del surdo sonando igual que el bombo… Yendo siempre sobre ese camino claro de lo que es la murga tradicional, histórica. Mostrarla tal cual es, defenderla, significa mantener las raíces. Ahora, La Flor y Nata es otra historia. Como no es una murga se pueden hacer cosas distintas. Definir la murga tradicional es prestar atención a lo instrumental, a lo vocal, cuáles son los roles.

¿En lo organizativo también, entonces, habría un correlato? ¿Cual sería el papel del Director o Directora? Pregunto esto porque creo que existe tal relación. No sé si taxativamente pero me parece que la hay…

En una murga que se describe como tradicional pero en la que se desea respetar el género, uno se puede encontrar con gente que no lo conoce en toda su dimensión, que no lo puede sostener básicamente porque no lo conocen. Ese es el papel de los directores, en general los más viejos de cada murga, que son los que dicen: “No, mirá, ese toque no es de murga.” Van conduciendo el rumbo de lo artístico hacia su objetivo para mantener las raíces culturales. Las decisiones más allá de lo artístico son cosas sobre las que se puede votar, se pueden decidir en conjunto. Ahora, dónde van los bombos, cómo se toca o se canta, dónde van las fantasías, dónde van las mascotas, eso ya tiene una historia y conocer la historia es lo que te conduce a mantener la tradición.

¿Cuál es la inserción de Eléctricos en el mundo murguero contemporáneo? ¿Qué relación tienen con otros agrupamientos más generales?

Nosotros pertenecemos al circuito de carnaval de la Ciudad de Buenos Aires. La relación que tenemos con otras murgas es a través de amistades personales que hicimos con el correr de los tiempos. A nivel murga es lento el proceso porque somos nuevos. Eso se va construyendo lentamente, en la medida en que vamos participando de los corsos, vamos conociendo otra gente. En el 2010 hemos tenido la oportunidad de cosas históricas, como por ejemplo hacer por primera vez una función conjunta con Los Reyes del Movimiento donde los bombistas tuvieron que compartir el toque de bombos con otra murga. Esto fue en el corso del Colo en Villa Pueyrredón. En el encuentro de Las Flores pudimos compartir el desfile y la presentación con Estrellados Porteños que implicó ceder espacios personales para un trabajo artístico en común. Eléctricos tocamos el ritmo de Estrellados en el desfile de entrada y Estrellados siguieron a Eléctricos en el de retirada.

Con los chicos de Pateando contra el Viento de Zapala hicieron algo parecido en 2009, ¿no es cierto?

Sí, es verdad. Lo que ocurre allá en el sur es que los murgueros reciben gente de Buenos Aires en talleres y van aprendiendo sobre murga porteña. Los invitan para que les enseñen lo que ellos saben. Pero en un taller de canto donde ellos participaron con otros chicos de Neuquén, yo les decía en uno de esos encuentros que “el hombre nunca es más que cuando tan sólo es él”, como dice la chacarera. Que no busquen tan lejos lo que tienen a la vuelta de la esquina. Sí que tengan fuertes las bases de lo que tradicionalmente fue y es la murga porteña pero que a la identidad la encuentran en su propio lugar y no en otros lugares. Ellos decían que sus murgas tenían de todos lados un poco y yo pienso que, en realidad, ya está clara su identidad, no tienen que ir a buscarla más allá. El loncomeo, las canciones de los hermanos Berbel, canciones mapuches…

Es muy fuerte eso…

Sí, es muy fuerte y es importante. Ellos tienen eso, así como en Buenos Aires nosotros tenemos el tango, por ejemplo. A algunos les gustará más, a otros menos pero es la música de acá junto con la murga. La murga cantó tango toda la vida.

¿Cómo se salvaría esa aparente contradicción, entonces, de gente que quiere hacer murga porteña en un lugar que no es Buenos Aires?

La murga porteña nace de Buenos Aires pero la temática y la identidad ellos la tienen que encontrar en su lugar. Lo que yo hice es darles el ejemplo de una canción con letra en castellano y en mapuche y la canté con ritmo de murga. Es compatible el ritmo del loncomeo – propio del sur, tradicional mapuche – con la murga nuestra. Todo eso hace a la identidad del lugar. Pero la idea no es hacer música mapuche. Porque no estarían haciendo murga si la hacen con el kultrún solamente. Ahora, si ellos quieren hacer murga pueden usar bombo con platillo pero basándose en la música de su lugar, en la raíz folklórica de su vida.

Con temas propios de su lugar…

Claro, con sus problemas, sus cosas, el viento, la piedra, las cosas que hacen a su entorno. No van a hablar del asfalto o de lo que hablamos nosotros. Entonces, en ese momento, cuando terminé la canción, hubo una gran emoción en todos. Porque ahí estaba la identidad. Sin esperar que de afuera venga todo. Es un ida y vuelta constante. Yo tengo en mi familia una veta mapuche… Mi padre era de Neuquén y mi abuelo era juez de paz de la zona. ¡Así que imaginate!


¿Cuál sería para vos la importancia de estos Encuentros Nacionales? ¿Por qué participas vos?

Hay de todo, tienen varios objetivos. El otro día hablábamos con Guille de Vía Líbre de Bahía Blanca. El decía que era diferente para el murguero de Capital Federal que va a los encuentros que para el que va desde el resto de Buenos Aires y del país porque van a aprender, a ver qué van a hacer los otros. Con sólo verlos, en todos sus aspectos, ya están aprendiendo, conociendo la murga. El de Capital Federal también tiene una curiosidad por saber qué hacen los demás pero la diferencia es que sabemos que la murga se gestó acá.


Van a difundirla, quizás…

Exactamente. Y a la vez a enseñar lo que se pueda a partir de charlar, de talleres, de intercambios. Yo me encargué en su momento de dar algunos talleres de canto y recitado en Saladillo, Las Flores, Bahía Blanca. Sobre cómo usar ciertas herramientas importantes para tener en cuenta. Eso fue enriquecedor porque todos se sentían en igualdad de condiciones y que se llevaban algún aprendizaje en función del género. Pasaba, por ejemplo, tanto a chicos de Capital Federal como de otras partes que tenían incorporada la canción como es originalmente, ya sea melódica, cumbia o como tango. Y veíamos que para poder hacer murga tenemos que dejar de cantar melódico, dejar de cantar cumbia o tango. Debemos adaptarlo a la murga…

A la manera de tocar…

No solamente. A la manera de cantar también, la melodía más precisa, más cortada, no patinosa, por ejemplo.

¿Por qué? ¿Porque el acompañamiento es con bombo?

No. Simplemente porque es parte del género. Es una comunión de varias cosas. Tiene que ver con el fraseo, que es el acelere y el desacelere de la melodía, no de los ritmos de los bombos en sí porque lo que produce eso es un cortocircuito con los bailarines. Tiene que ser cuidadoso en el inicio, en las mitades y en el final de las estrofas porque se torna confuso para los bombos, se empiezan a cruzar, genera duda.

Ahora que se han restituido los feriados de Carnaval, ¿qué queda por hacer?

Ha habido avances pero lo que nos preocupa hoy por hoy es que se pueda mantener el carnaval vivo y que las murgas puedan seguir saliendo y aumentando su participación.

¿Cómo ves la murga como género a futuro? ¿Pensás que va a seguir afianzándose?

Pienso que la murga todo el tiempo tiene que estar luchando por subsistir y la murga tradicional más todavía. Hay mucha búsqueda de otras cosas que no es la tradición y un pueblo que no mantiene sus tradiciones es un pueblo que se extingue. Por eso mientras haya una murga que mantenga la tradición hay diez que pueden hacer otras cosas pero esa una tiene que estar como referencia para que no muera el género. Por eso, por ejemplo, las copleras de Jujuy no cambian en su toque, siguen igual desde hace siglos. La samba brasilera, la chacarera, los mapuches tampoco cambian. Y eso no los hace antiguos, retrógrados.

A nivel personal, ¿qué dio tu  la murga?

A mí me dio motivo para hacer cosas para los demás, que incluye hacer algo para mí y ese hacer algo para los demás, para que se sientan bien, es un objetivo de vida. Eso junta lo personal, lo profesional, lo espiritual. Nosotros tenemos una canción sobre los niños que armé que dice: “Cuando brillan esos ojos, se transforma el aire, mi alma se ilumina”. El objetivo de la murga es ese, si ese niño (o esa persona) que llegó a la murga se fue con una sonrisa, ya está. Tiene sentido. Si la murga no hace sentir bien a la gente, no sirve. Tiene sentido colgarse el bombo y andar diez kilómetros más. Tiene sentido si ves a la gente contenta en un corso, incluso hasta pagar de tu bolsillo los micros porque no alcanzó el presupuesto. Lo artístico yo lo incluyo entre lo que es hacer cosas por los demás. Entregar lo mejor que yo tengo para dar, eso que yo genero para que un abuelito se pueda emocionar o un niño reírse cuando ven la murga. Entonces el objetivo está cumplido.