viernes, septiembre 22, 2006

Ariel Prat - foto tomada de www.arielprat.com.ar


Link a Video Los Transplantados de Madrid
http://www.webdigital.tv/htm_videos/transplantados/video1.htm


Ariel Prat en la Estación de los Deseos
Por Pupita La Mocuda



Deja Visite

Nos esperaba el riguroso alquimista, el hacedor del gran ritual, el juglar. La invitación decía que se trataría de una despedida, que se transitaría un continuum que trasvasaría el candombe en la milonga, el tango negro en la murga porteña … Y hacia allí partimos, desde la Saavedra misteriosa – cuyo nombre verdadero tal vez no deba ser proferido – que mentó Marechal [1]en las primeras décadas del siglo pasado, aquella “ … región fronteriza donde la urbe y el desierto se juntan en un abrazo combativo, tal dos gigantes empeñados en singular batalla (…) donde prometida del horizonte, asoma ya su rostro la pampa inmensa que luego desplegará sus anchuras hacia el Oeste …”, surcada ya en los albores de este siglo por la vuelta de los baldíos y los pastizales en la traza abandonada de autopistas ultramodernas imaginadas por mentes afiebradas pero que jamás se construyeron.



“…Un farol, un portón,Igual que en un tango,
Y este llanto mío entre mis manos …” [2]


Hacía allí fuimos, decía, en travesía urbana, para recalar doblando por una esquina de lo más convencional en algún punto de la Avenida Rivadavia, en otro perdido eslabón temporal, la Playa de Cargas de Caballito, casi pegada – tal vez sin oportunidad de ser de ninguna otra manera – a la cancha de Ferrocarril Oeste que esperaba su propia fiesta algunas horas más tarde. Un arco primordial de añosos ladrillos a la entrada, una casa que alguna vez fue señorial y un tanque de agua construidos en el siglo diecinueve. Más atrás los playones, el patio donde las carretas cargaban la leche directamente en los trenes, los depósitos, el viejo andén y varios vagones que supieron recorrer kilómetros y kilómetros de fértil pampa fantasmal.




Deja Vecu

Napas temporales que conviven. Alegoría que niega que en algún momento presente de una historia exista homogeneidad. El alquimista sostiene su gran vasija mezcladora y van amalgamándose voces, ritmos, sonidos que vienen de lo más profundo de la memoria de la tierra: Tango milonga de corte murguero.



“¡Tocá tangó. Tocá tangó!
Dicen los negros con el tambor.
¡Tocá tangó. Tocá tangó!
¡Mandinga viene, viva Xangó!”
[3]



El alquimista invoca y evoca, frasea, canta, dice. Y de repente a su alrededor se perciben otras voces, otros retumbes, otras cuerdas. Y se ven otros, muchos, cuerpos que no pueden contenerse y bailan, se retuercen, vomitan sus ancestros oscuros, sus raíces negras.

Deja Vu

Puede uno cerrar los ojos y volver a abrirlos y encontrarse no ya en la primera década del siglo veintiuno – en que esto parece ocurrir – en un centro cultural reciclado por los vecinos sino en un club de cualquier barrio porteño durante los años cuarenta del siglo pasado o en el Montserrat esencial del siglo diecinueve.


“ … Mandingas, Congos y Minas
repiten en el compás,
los toques de sus abuelos
borocotó, borocotó, chas, chas.
Borocotó, borocotó borocotó,
borocotó borocotó, borocotó, chas, chas …”

Cada siglo contiene incrustado en su enorme cuerpo y en su aparente unanimidad cultural un inmenso residuo que reproduce, en su capa respectiva, la vida, las creencias, los errores y las preocupaciones de siglos anteriores olvidados por ahogados en los rincones inconmensurables de la Eternidad. Esta recombinación incesante de napas temporales permanece aún cuando hayan desaparecido los cuerpos que las contenían. [5]



“ … Mi murga querida y pobre
Apenas lleva estandarte;
Viene alumbrando la esquina
A los saltos con su arte.

Ya no muere en carnavales;
El barrio la necesita,
Con su ritmo y su canyengue
la negritud resucita …”
[6]



Deja Senti


Rumba, conga, milonga, tango, candombe, murga. Extasis del pobrerío. La sucesión temporal profana se disloca. La fiesta es ruptura temporal. Y adviene el tiempo sagrado, aquel tiempo mítico primordial hecho presente, reactualización indefinida. [7] Esta temporalidad ontológica por excelencia nos lleva hacia y nos trae desde nuestros orígenes dejándonos intactos, recién nacidos, plenos.


“ …Adiós a este barrio querido …” [8]


Y el Negro Prat, de quién si no de él estamos hablando, que si es por él fuera no se despediría nunca. Largos abrazos. Un nudo en cada garganta. Afuera nos encuentra la leve llovizna de la madrugada. En Saavedra nos espera el rancherío, la vasta desolación, el instante más hondo que nunca.



“… El candombe no murió, en el Barrio del Tambor,
Y porteño se mezcló en los toques del murgón;
En la murga revivió meta rumba y guariló …”
[9]

[1] Leopoldo Marechal: Adán Buenosayres
[2] Homero Expósito: Yuyo Verde
[3] Juan Carlos Cáceres: Tocá Tangó.
[4] Juan Carlos Cáceres: Tango Negro.
[5] Bahegot glosado por Vicente Fidel López a su vez revisitado por Horacio González en Restos Pampeanos
[6] Ariel Prat: Viene Alumbrando la Esquina
[7] Mircea Eliade: Lo sagrado y lo profano
[8] Ariel Prat: La Retirada
[9] Ariel Prat: Candombe de Buenos Aires

2 comentarios:

mariano dijo...

Ibamos prendidos
de la mano
bajo un cielo
de verano
que partio...
ke tangasoooooo por Dios
sabes lo canta mi vieja dice ke se lo cantaba mi viejo guauuuu kada dia me sorprendo mas me parece ke voy a tener ke creer en la magia jajajaja,Hola Pupis ke tal como la pasaste espero ke bien,sabes del negro Prat saque lo del Nariz y algo ke me tiro Anais para el cuento, el negro es una masa con una sencilles te puede contar la historia de un cenicero y de ahi ke se yo...ke lo uso Peron antes de morir jajajaj.Bueno nada en estos dias subo el cuento a mi blog.
besotes Pupita
mariano

PUPITA LA MOCUDA dijo...

Es la economía (o sabiduría) del universo. Nos arrojamos (o nos arrojan) a él y él se encarga de reunirnos.